Por La Boca Muere El Pez – Quito

por Juan Sebastián Barriga

Cuando comenzaron a tocar, Los Pescados parecía una banda simple. Un escenario pequeño, una batería, una guitarra y dos portovejenses tocando rock.  Pero a medida que sonaban los temas y la música se iba tomando el ambiente. Este dúo manabita demostraba que no necesitan nada más para dar un tremendo concierto cargado de energía y buena vibra.

Nelson Coral y Juan Fernando Andrade llegaron al Strawberry Fields de la González Suarez sin hacer mucha bulla. Se subieron al escenario y presentaron su nuevo disco, “Por La Boca Muere El Pez”. No hablaron mucho, solo para saludar, agradecer, brindar y recordar que el disco ya está a la venta. Y sencillamente se dedicaron a tocar sin pausas y con mucha pasión.

Algunos temas de los Pescados son frenéticos y pegajosos influenciados por el grunge. Otros tienen ritmos sacados del blues y hard rock que invitan a mover la cabeza lentamente mientras se sigue la música. De vez en cuando Nelson hace alguna genialidad como el punteado de “Transparente” entre otros rasgados, acordes y sonidos interesantes que crea con su guitarra. Todo esto complementado con la batería de Juan Fernando, la cual no se quedaba en su lugar debido a los constantes remates y a la fuerza con la que tocaba.

Canciones como “Cuenca” o “Aquellos Fabulosos 90’s” muestran ese contraste en el desenfreno, la velocidad, la calma y el solo dejarse llevar por la música. También, aparecen partes para cantar a todo pulmón, con los ojos cerrados como el final de “Todos Somos Pescados”. Todo esto logra crear una gama de temas sólidos y agresivos, que al oírlos daban ganas de  botar las sillas y las mesas del Strawberry por las ventanas para ponerse a saltar y bailar.

Pero tal vez por el frio de la González Suárez (o porque el concierto fue el miércoles) o por alguna otra extraña razón, gran parte del público se mostró serio y parco. La mayoría de la  gente se limitó a ver a la banda y a

aplaudir sentada desde sus puestos mientras tomaban sus cervezas y conversaban. Como si se hubieran olvidado que estaban en medio de un concierto de rock. Excepto por un grupo que estaba parado al lado del escenario bailando, brincando y coreando las canciones. Inclusive en varias ocasiones incitaron al bar a que siga la música con las palmas, intentando despertar a la gente, la cual al final del concierto, como que reaccionó y gritó el clásico “otra” de forma frenética.

Igual, el público no le quitó fuerza a la presentación de la banda, la cual acabó con la batería desarmada por todo el escenario y rodeada de vasos de cerveza. Los Pescados tienen tan buena química que pareciera que están tocando en la sala de su casa… y no en un bar en Quito frente a más de 80 personas. Al final, este grupo manaba dejó un cuarto disco nuevecito y listo para sentarse a escucharlo y recargarse con un poco de rock costeño.

Fotos: J.J. Alomía

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