Pastizales en la azotea

Andamos en busca de locación. Desde la ventana lateral del cuarto del hotel, se ve la catedral de la ciudad, los árboles que bordean el río, el techo de un invernadero. Por la ventana principal se alza el Colegio Benigno Malo, enorme y rojo. ¡Qué bella es Cuenca!

Nos encontramos con Pastizales alrededor de las seis. El sol se está ocultando y tenemos que rodar ya, para aprovechar la luz y la transición del día. Preparamos cámaras y sonido mientras Pastizales busca su guitarra. La locación obvia para grabar la sesión, considerando la escasez de tiempo y la vista privilegiada, es la azotea de nuestro hotel: un espacio de tres metros cuadrados con un letrero que dice: “Solo Personal Autorizado”.

Veo al equipo subir por la escalera y abrir la escotilla. Detrás, sube la guitarra de Pastizales que no tiene estuche. Luego, sube él. Arriba ya es de noche y se escuchan buses, pitos y el siseo del viento.

Bernardo Arévalo tiene 24 años y vive en Cuenca. Es músico y psicólogo clínico, pero sólo hace terapia con el segundo oficio. Con la música, en cambio, Pastizales prefiere experimentar, pensar en el campo y en la montaña, explorar lo lo-fi y la acústica de su cuarto, acostarse en el pasto.

Tras experiencias infructuosas con algunas bandas, Bernardo decide crear su propio proyecto. Compone seis canciones, las graba en su casa, las sube a Soundcloud con el tag #cuenca y consigue cientos de reproducciones. El experimento se llama Pastizales.

Bernardo está próximo a sacar un nuevo EP. Esta vez el sonido será más psicodélico, me dice en la banca de una fiesta horas más tarde. En el mismo lugar están reunidos músicos de Jodamassa, Molicie y Da Culkin Clan, bandas cuencanas de la escena independiente que compartieron la adolescencia en una pequeña ciudad, y ahora comparten públicos y aspiraciones. “Es chévere ahorita, estamos en una buena época”, dice Bernardo sonriendo cuando le pregunto qué significa hacer música en Cuenca.

Pastizales estará pronto en Quito, creando imágenes sonoras verdes en las que tal vez encontremos un venado del páramo del Cajas pastando.

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