Donde antes había un abismo, hoy está ANTA Records: “El sello discográfico para la música de los Andes del Ecuador”. Conoce su trabajo para que no mueras en el intento de (re)crear música con identidad nativa y alcances globales.
Imagina esto: eres un músico/a que experimenta con diferentes géneros o eres un productor audiovisual y buscas musicalizar tu proyecto. De pronto te encuentras con algo que suena a música autóctona de los pueblos indígenas del Ecuador. Te gusta y quieres usarla en tus creaciones, ¿qué haces?: ¿Investigas de qué lugar proviene y quién/es la crearon para pedir su autorización? o ¿la tomas libremente?
¿Consideras siquiera que deberías pedir algún tipo de consentimiento? Si la respuesta a esta pregunta es no, bueno…entonces, podrías estar apropiándote de un elemento valioso y sentimental de una cultura. Aunque, también es posible que sí hayas hecho el trabajo de investigación, pero simplemente no sabes cómo aproximarte a dicha cultura para pedir su consentimiento. ¿Cómo deberías proceder?
Ahora, veamos otro escenario. Eres un músico/a kichwa de tradición familiar o comunitaria y quieres que tus creaciones o registros lleguen a muchos rincones del país y del mundo, pero no tienes idea de cómo hacerlo. Tampoco sabías que tu obra puede ser protegida para que una parte de los recursos monetarios que genere te pertenezca a ti o a tu comunidad. Entonces, ¿qué haces?
Siempre puedes buscar respuestas en Google. O puedes, en cualquiera de los dos escenarios, tocar las puertas de ANTA Records: “El sello discográfico para la música de los Andes del Ecuador”. Con los caminos trazados y la película bien clara, ANTA Records está ahí para que no mueras en el intento de crear o recrear música con identidad nativa y alcances globales.
¿Por qué un sello como ANTA?
La principal razón se deriva de un problema: cuando se trata de música raíz, los derechos de autor o la propiedad intelectual se suelen eludir. No tener un rostro al que atribuir una creación artística nos hace creer que, si no le pertenece a alguien en específico, nos pertenece a todos y que, por lo tanto, podemos usarla sin condicionamientos ni restricciones.
Es erróneo, pero tiene sentido, porque a menos que seas, por ejemplo, un antropólogo musical: ¿cómo rastreas a los autores de tales creaciones que en la mayoría de casos son incluso ancestrales? No es un problema nuevo, pero definitivamente la era digital lo ha sobredimensionado.
Jesús Bonilla, productor musical kichwa, viene dándole vueltas en la cabeza a esto desde hace más de siete años. “Siento que es una necesidad de los pueblos y nacionalidades [indígenas], que esta música tenga un guía desde quien la produce hasta quien la consume. No hay un puente ahí”, dice el también director creativo del sello y líder del grupo de danza y música sacra Humazapas.
La música indígena tiene cada vez más protagonismo en distintos proyectos musicales y se está tomando nuevos espacios. Al mismo tiempo, sus creadores están relegados de las industrias musicales. O cuando se los incluye, se hace de manera irresponsable.
Esto sucede, por un lado, porque la tradición oral prevalece en la cosmovisión de los pueblos originarios. Sin embargo, a medida que pasa el tiempo, con los músicos más viejos muere la tradición. Entonces, ha habido un descuido y desconocimiento de las nuevas generaciones de los mismos pueblos sobre cómo registrar su música, involucrarse con la industria y proteger sus obras.
Pero el problema también viene “desde el otro lado”, acota Jesús. “Si ya cachas cómo funciona la industria y estás haciendo uso de un material que no te pertenece, que le pertenece a un territorio grande y que tiene una función importante, lo usas sin más… Entonces, de ahí nace esa necesidad”.
Digamos que a esa necesidad, el equipo detrás de ANTA Records la transformó en una oportunidad: donde antes había un abismo, ahora hay un camino.
El equipo del sello está conformado por: Jesús Bonilla (director creativo), Ariel Salazar (productor músical y director de SURKU SOUND), Luis Bonilla (productor audiovisual) y Citlalli Andrango (comunicadora/manager artística).
Un sello no convencional
ANTA Records no es un sello convencional, primero porque no solo es discográfico, sino que también está en camino a convertirse en un sello de distribución. Sus objetivos van un paso más allá de producir música y venderla.
Hay un trabajo de acompañamiento y asesoramiento de por medio. Así, todas las producciones que pasan por la productora pueden llegar no solo a plataformas digitales, sino además a bibliotecas de audio con fines infinitos.
“Nosotros no somos el sello que llega, te graba y se va. Nosotros tratamos, en primer lugar, de llegar al territorio, conocerlo, aprender de esa música y venderla, pero desde los ojos de los músicos y la [cosmo]visión de ese espacio”, enfatiza Jesús.
Tanto a él y a Ariel, como al equipo, les importa crear vínculos entre todas las partes involucradas. Es un negocio, sí, pero que cuida de las espaldas e intereses de todos. En especial el de la música raíz para “no sacarla de contexto, pero sí liberarla”, dice Jesús.
Ariel siente que, desde la concepción de la idea, ANTA ha sido “un reto”. Porque es cierto que ni siquiera la música comercial en Ecuador tiene casas discográficas, por lo que el sello está “sentando bases” en una industria emergente, además con una visión y misión comunitaria.
¿Cómo funciona?
Como sello discográfico, hasta ahora, ANTA ha hecho un trabajo de registro y grabaciones in situ en al menos 8 territorios indígenas de Cotacachi, con 14 músico/as y agrupaciones de música raíz.
Una vez masterizado, el material formará parte del disco KUTAKACHI que cuando se libere estará a disposición –sujeto a regalías y licencias, claro– de quien quiera utilizarlo para sus creaciones musicales, audiovisuales, educativas, comerciales, etc. El disco ha sido una especie de proyecto piloto que servirá de ejemplo de cómo otros pueblos indígenas pueden registrar la música de sus comunidades y llevarla a otros contextos.
En ANTA también se han producido y mezclado 6 proyectos discográficos con músicos de tradición y experimentación de Imbabura, Cotopaxi y Loja que se irán liberando en el transcurso de este y los años venideros.
Si bien la música raíz es el eje, a futuro, Jesús y Ariel están totalmente abiertos a producir músicos o agrupaciones con conceptos más contemporáneos y experimentales.
Pero en definitiva, como sello de distribución, ANTA Records es el puente entre los territorios donde se produce y se le da continuidad a la música raíz ecuatoriana y prácticamente el mundo.
Bajo esta función, el sello se encarga de aplicar licencias de sampleado y sincronización musical para procurar que los músicos, el territorio y el sello reciban las ganancias económicas que por derecho se merecen.
Mama Azucena Lita: de la comunidad de Quitumba Grande a ANTA Records. De ANTA Records al mundo
Llegar a la casa de Rosa María Azucena Lita no es tan fácil. Ubicada en la comunidad de Quitumba Grande en el cantón Cotacachi, hay que pasar por caminos empedrados y de tierra, caminos estrechos y con curvas cerradas. Mejor si se sube en moto.
“Mingachiway” debes decir para entrar a su hogar con respeto y allí te recibirá ella: una de las últimas mujeres kichwas que canta y toca el rondín (o armónica) en su comunidad, para sí misma, para los festejos de su comunidad o durante las fiestas del Inti Raymi. Tiene 68 años y es además partera y yerbatera; asimismo, de las pocas que quedan entre su generación.
Mama Azucena aprendió a tocar el rondín a escondidas de su mamá, que la quería solo en las labores del hogar y no de “ociosa” o “por ahí, borracha como tu papá”. Cuando se casó, años más tarde, empezó a cantar. Su marido la acompañaba en el bandolín, instrumento que le había pertenecido a su difunto padre y que su propia madre se lo vendió por 100 sucres.
Cariño por la música lo tuvo desde pequeña, pero nunca se le había ocurrido que sus cantos e interpretaciones podían grabarse y pertenecer a un sello discográfico. Hasta que ahí mismo a su casa llegó Jesús Bonilla para conocerla e invitarla a cantar para el disco KUTAKACHI.
Como si se tratara de un festejo, ella y otros músicos de la comunidad se juntaron en la casa de don Celio (bandolinero también de Quitumba) para cantar y tocar música frente a unos micrófonos y una consola al lado.
Varios años después de ese primer encuentro, el pasado 14 de mayo, mama Azucena escuchó por primera vez su canto desde una laptop y unos auriculares. Autocrítica, dice que está feliz pero que la próxima vez lo hará mejor: “No ha de faltar otra oportunidad para complementar”.
Y en efecto, porque este próximo agosto, el disco será presentado en vivo en un concierto que reunirá a los músicos de las comunidades kichwas de Cotacachi con un público diverso. Será un encuentro que probablemente en otras épocas jamás se habría dado, pero que no será el último.
Comunitario en todo el sentido de la palabra
“Raíz” o “comunitaria” son dos palabras intercambiables para ANTA Records, pero el objetivo es el mismo: ser la conexión entre dos universos musicales que hasta ahora no han logrado comunicarse favorablemente.
Y aún más allá de la conexión: lograr el intercambio. Además de la producción y distribución musical, desde la casa discográfica se han producido 3 festivales de música en la comunidad de Turuku (Cotacachi, Imbabura) y sede de ANTA: el TURU UKU FESTIVAL. Músicos de las comunidades kichwas de Imbabura, Quito y otras ciudades reunidos en una verdadera celebración intercultural.
Felipe Romo y Serigio Castro, integrantes del dúo quiteño de música electrónica, Cruzloma, han participado en anteriores ediciones del festival y reconocen que “para nosotros ha sido fundamental que exista esa interconexión e intercambio no solo de cultura, sino de ideas, de música. Que al final sea un espacio horizontal”.
“Yo pienso que es importante que la gente de la comunidad también sea dueña de su música y sus derechos. Me parece super importante el trabajo del Jesús y de ANTA para que la música de aquí pueda tener el sentido de propiedad”, agrega Felipe.
Producción musical, distribución, festivales…¿algo más? Sí: las escuelas de música y danza (URA UKU FLAUTEROS y WARUNTZI) para niños de las comunidades kichwas de Cotacachi.
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Quizá en este punto te estarás preguntando: ¿cómo y cuándo sucedió todo esto? La respuesta es que todo ha sido resultado de varios procesos, a prueba y error, pero sostenidos y autofinanciados por muchos años. La misión del sello ahora solo es darles continuidad, pero desde una figura más empresarial y comercial siempre en beneficio comunitario.
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No hay mejor persona para hacerlo que aquella que lo sueña
Siempre he admirado de Jesús Bonilla su determinación para trazarse metas con la única certeza de que: si él no lo hace, nadie más lo va a hacer. También es cierto que no hay mejor persona para hacerlo que aquella que lo sueña y Jesús ha soñado con un sello discográfico para la música de los Andes ecuatorianos por demasiado tiempo.
Por supuesto, a Jesús no se le puede dar todo el crédito, pero definitivamente ha sido su visión y olfato lo que ha guiado todos estos procesos.
Y como a todo lo que le mete cuerpo y alma, ANTA Records es solo un paso más para “que la música comunitaria esté en el mundo y que el mundo esté en la comunidad”. Sabedores de que la unión hace la fuerza, Jesús Bonilla, Ariel Salazar, Luis y Citlalli se preparan para grandes cosas.
Muy pronto el sello tendrá su página web. Por ahora, puedes seguir su trabajo en Instagram o Facebook.