No Lugar incuba las artes contemporáneas por nueve años

por Pablo Dávalos
Con «Súcedeme», el No Lugar celebró nueve años de funcionamiento, a lo largo de los cuales ha contribuido al crecimiento del arte en Quito. Te presentamos una pequeña retrospectiva de este proyecto y un pequeño resumen de lo que fue la muestra de aniversario.
Radio COCOA, No Lugar

A lo largo de nueve años, el No Lugar se mantenido como un proyecto importante para las artes independientes en Quito / Foto: cortesía de No Lugar

Han pasado nueve años desde que el No lugar comenzó su andar. Son nueve años de un largo recorrido para posicionarse como un espacio protagonista y productor de arte contemporáneo en Quito. La exposición con la que este proyecto cultural ha celebrado su ya prolongado tiempo de funcionamiento es «Sucédeme». Hablamos con Pancho Suárez, director del No Lugar, para saber un poco más de la historia del proyecto y de la expo con la que celebran su aniversario.

Una pequeña retrospectiva

No Lugar fue producto de un esfuerzo colectivo que no provino de artistas consolidados —es decir, gente plenamente introducida en los circuitos culturales afines a los dueños de algún espacio para exposiciones—, sino de 10 personas con mucho margen para crecer, hacer y descubrir. Hace nueve años este grupo conformado por estudiantes, profesores, artistas y graduados se puso manos a la obra para crear un lugar cuyo objetivo fuese fomentar las artes contemporáneas, en un pequeño espacio desocupado de Guápulo. Ese fue el germen del No Lugar.

Desde entonces esta galería, sala de exposiciones, residencia y laboratorio artístico ha caminado hacia adelante para convertirse en uno de los espacios emblemáticos y más importantes para la escena de las artes contemporáneas de Quito. Esto puede comprobarse al percibir la fama de la que el No Lugar goza actualmente.

En este trayecto hemos podido ver que el No Lugar, más que ser un espacio para un colectivo, es un colectivo para un espacio. Han ocupado varias locaciones, lo que no ha puesto en peligro al proyecto. Ante todo, lo que lo ha mantenido en pie es el ímpetu de las personas que ven necesaria la existencia de una iniciativa como esta. Entre los espacios ocupados por el proyecto figuran locaciones en Guápulo, La Floresta, el Centro Histórico y La Tola. Incluso, a lo largo de una temporada, No Lugar fue un proyecto nómada, sin espacio físico.

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Por: Gabriela Chérrez. Instalación con globos de fibra sintética de poliamida / Foto: cortesía de No Lugar

En sí el No Lugar empezó como una sala de exposición que, mediante esfuerzos que rebasaban el quehacer artístico, se mantuvo con vida. Todo gracias al trabajo realizado por ese grupo de gestores que estuvieron en el proyecto desde el principio, así como de quienes se han sumado más tarde. Pancho menciona que los miembros del grupo original, con el que todo empezó, han ido yendo y viniendo en este tiempo. Al ser el No Lugar una idea que empezó como un emprendimiento, era frecuente que otras responsabilidades se interpusieran entre los gestores y el proyecto.

Un aspecto que Pancho Suárez destaca, y que ha sido quizá la principal de las razones por las que la labor del No Lugar sigue presente, es la oportunidad que brinda para el crecimiento artístico. En ese sentido, el proyecto servido como un especie de laboratorio en el que los participantes se han nutrido creativamente para comenzar un proceso de profesionalización. De ahí que hayan optado por trabajar en otro tipo de proyectos artísticos, y ya no sólo brindar el espacio para exposiciones.

La segunda instancia en la que el No Lugar incursionó fue el programa de residencias. A medida que el proyecto creció, se consideró la posibilidad de expandir sus alcances fuera del circuito ecuatoriano. Hasta la fecha, el proyecto realizado varios programas internacionales en los que ha recibido artistas, en su mayoría de Latinoamérica, pero también de otros continentes. Este fue un proceso sumamente nutritivo para los integrantes del No Lugar, pues sirvió para entender que un espacio tan pequeño como ese puede extender sus límites de acción.

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Portal de octubre. Por: José Jiménez. Cómic tradicional, impresión digital / Foto: cortesía de No Lugar

Otro de los ejes en los que No Lugar se propuso ahondar más tarde fue el de la educación. Por eso se entiende que hayan implementando talleres como una oferta educativa alternativa para los estudiantes de artes visuales y contemporáneas del país. Según Pancho, “este tipo de proyectos son una respuesta a la necesidad de la formación de artistas”. En la mayoría de los casos, sirven como una fuente nutricia paralela a las universidades.

Tras nueve años de trabajo, No Lugar se promociona bajo esas directrices, siendo mucho más que una simple galería artística.

Una exposición conmemorativa

Como se dijo antes, No Lugar siempre ha promovido la idea de valorizar el trabajo del artista. Por lo general, los gestores apuntan a trabajar con artistas emergentes, necesitados de espacios en los que mostrar su obra. «Sucédeme» es una nueva puesta en práctica de esa premisa, con motivo de su noveno aniversario.

La muestra, que duró un mes, fue curada por el No lugar y montada con obras de 10 artistas. El resultado fue una muestra multidisciplinaria y multiformato de artes contemporáneas que apelaba a la reflexión interior y exterior del artista en relación con su presente.

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Con C de Caro. Collage caligráfico y plumas / Foto: cortesía de No lugar

La fusión del dibujo, la pintura, el texto, el cómic, el collage y la realidad aumentada resultó en una muestra densamente cargada de contenido. La convergencia de esos distintos puntos de vista poéticos permitió que se arme una expresión tan rica visual como sensorialmente, apelando siempre al interior y a la realidad del espectador.

Los artistas escogidos fueron aquellos que ya habían colaborado con el No Lugar. De ahí que la selección haya sido un tanto honorífica, destinada a la celebración. Quienes participaron fueron: Gabriela Chérrez, Carolina Iturralde («Con C de Caro»), José Jiménez, Carlos F. Latorre, Alex Tapia («Ralex»), Ernesto Salazar, Juan Shapan, Santiago Reyes y Martina Valarezo. Cada lo hizo aportando con una perspectiva distinta de lo que en la actualidad se comprende como artes contemporáneas.

En su manifiesto la expo aclara que “sucédeme es una apropiación, un intento fugaz que busca encontrar un sentido (no sabemos a qué ni para qué), es hallarnos con “eso” que quiere decirnos “algo”, es aceptarnos con imágenes y palabras que nos corresponden, es cuidar del otrx como cuidamos de nosotrxs, es permitir que las cosas pasen, aunque no pase nada en absoluto, es viajar en el tiempo, pasado o futuro, y aprender a mirar con atención el presente, es algo en nosotros, que no nos estuvo destinado, y encontró salida”.

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#where_the_heart_is. Por: Ernesto Salazar. Videoinstalación con realidad aumentada / Foto: cortesía de No Lugar

En otras palabras, pensar en las artes contemporáneas es pensar en las infinitas posibilidades. Más aun si se trabaja con un conjunto de artistas de distintas procedencias.

En el gran pasillo blanco del No Lugar era posible ver objetos de distintas características. Entre ellos, un diario bitácora intervenido con una infinidad de materiales gráficos, unos globos de fiesta que mostraban una frase controversial, una televisión que te permitía aumentar la realidad con ayuda de tu celular, unos acrílicos basados en los memes que han marcado tendencia en la actualidad, dibujos que se hicieron a partir de anécdotas y oraciones. Es decir, una variedad y un espectro sumamente amplios para invitar a la reflexión del público.

La expo estuvo abierta poco más de un mes. Pancho cuenta que, el día de la inauguración, la acogida fue “bastante bien”, que el espacio estuvo abarrotado y que todo la gente que llegó se unió a la celebración.

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La vida continua al ritmo del corazón bajo la sombra de un beso en el momento refractario después del amor como un abrir y cerrar de ojos, Título para 6 gestos. Por: Santiago Reyes. Dibujo mural, carboncillo vegetal y piedra negra / Foto: cortesía de No Lugar

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Durante la entrevista le pregunté a Pancho si creía que No Lugar ha sido capaz de cambiar el panorama artístico de la ciudad. También le dije que, si de alguna forma pudiera regresar en el tiempo, ¿cómo compararía el escenario pasado con el actual? Su respuesta fue bastante grata:

“Obviamente ha cambiado. Hace nueve años este espacio que nos propusimos crear era un espacio que los artistas necesitábamos. Si ves, en la actualidad es más bien una ventaja que exista el No Lugar por fuera de la oferta tradicional del arte. El objetivo siempre fue descentralizar la propuesta artística y parece que lo hemos logrado”.

El protagonismo de No Lugar en la actualidad no es en vano. Sostener un espacio como incubadora de las artes contemporáneas y  visuales no ha sido fácil, más aun cuando la apreciación del arte actual se ha vuelto un ejercicio complicado para las audiencias. Muchos lugares promueven las mismas idea, pero la labor del No Lugar destaca, pues, por casi una década, han sabido resistir ante las adversidades para contribuir al florecimiento de las artes en la ciudad.

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