Cantina une distintas artes escénicas. Conversamos con sus intérpretes, quienes nos hablaron sobre el concepto de obra, qué la distingue de otras propuestas y cómo viven el proceso de hacerla.
“El director nos da ciertas órdenes, pero no es un espectáculo donde todo está marcado, sino que cada vez suceden cosas diferentes porque hay espacio para el juego, para la investigación personal de cada intérprete, de cada músico. Eso hace que sea fresco cada vez, y nos remonta a las artes en vivo”, dice, extenuada, Tanya Sánchez, productora y actriz, después de terminar los ensayos del día para Cantina.
Mientras ella contesta las preguntas, los demás intérpretes se juntan en el centro del escenario, se saludan, dejando entrever amistad y camaradería, y comienzan a irse. Los ensayos del día han terminado, pero el terreno que falta por recorrer para lograr la versión final, la que verá el público, todavía es largo. No obstante, la práctica ya muestra muchas cosas, entre ellas la voluntad de romper con los límites entre géneros artísticos, que constriñen la expresión teatral.
Así es «Cantina», propuesta de circo contemporáneo que fusiona música, actuación y prácticas corporales. Creado el año anterior, gracias a los fondos concursables del Ministerio de Cultura, el espectáculo elaborado por Círculo de Artes Escénicas es una auténtica fiesta en escena, diseñada para mayores de 16 años. Una fiesta que se asienta sobre un piso repleto de jabas de cerveza, las cuales conforman un decorado maleable. Éste es el escenario perfecto para que los artistas tengan unas alas muy grandes.
Es lo que cree Alexandra Cabanilla, antigua cantante en el «Circo del sol» y actual vocalista en Cantina. “En el Circo del sol te tocaba hacer lo que ya estaba puesto y montado, y todo tenía que ser a la raya, muy perfecto. En cambio, aquí hay un poco de improvisación. Puedes crear, proponer cosas, y es bonito porque (los compañeros) son amigos. Trabajar con amigos siempre lo es”, comenta.
Sin embargo, la libertad para plantear cosas y participar en el proceso creativo no excluye el rigor de la propuesta. A la vez que una vía para la exploración, Cantina es el resultado de una elaboración artística cuidada. “Es una obra que está compuesta de varias escenas, de varias partes, de varios números, que no tienen una continuidad lógica. Todas nacieron de una exploración, de una improvisación y de propuestas guiadas. Y luego se tomaron las mejores partes para hacer la obra”, dice la anterior vocalista de la obra, Grecia Albán, quien en este momento se encuentra en una gira por Estados Unidos.
Una de las cosas que más llaman la atención de la obra es la versatilidad de los intérpretes. No se limitan a una sola función: cambian constantemente de actividad. Actúan, tocan música, realizan piruetas. Matías Belmar, actor, músico y equilibrista —quien, además, dirige la obra junto a su hermano, Sebastián Belmar—, explica la ventaja que ello tiene a la hora de hacer la obra.
“Cantina es una buena experiencia. En los montajes, los músicos siempre están por un lado, los acróbatas por otro. Es una buena oportunidad para hacer de la expresión artística una unidad, no algo dividido en técnicas. Nosotros somos artistas y nos movemos en la escena a través de todas las técnicas”.
Lograr esa versatilidad no ha sido fácil. Pero expandir las posibilidades de la expresión artística emociona a quienes participan en el espectáculo. “(El reto) ha sido agarrar otros instrumentos musicales que no había tocado nunca. Y tocar con la banda, sentir que estoy tocando con una banda de rock ha sido muy hermoso”, señala Alexandra Cabanilla, quien, además de tocar los instrumentos y cantar durante la presentación, también baila.
Este año, los intérpretes de «Cantina» buscan superar los resultados del año anterior, que fueron muy alentadores. “Esperamos mejorar la limpieza (de la ejecución), que es lo que siempre se espera de los intérpretes”, indica Tanya, antes de retirarse del escenario. La dura práctica que se ha visto durante casi dos horas parece indicar que así será.
***
El día de la presentación, el Teatro Capitol presenta un ambiente alegre. El frío de la noche quiteña queda en el olvido cuando los intérpretes salen al escenario. Poco después, el espectáculo comienza. Quienes lo presencian empiezan a aplaudir rápidamente. La propuesta los ha atrapado muy pronto.
La gente no tiene tiempo para reaccionar. De repente, Pancho Arias encanta al público con el magnetismo de su actuación. Tanya es la encargada de manejar a los espectadores y arrancar de ellos una participación activa. Matías hace de todo en el plano de la actuación y las prácticas corporales. Alexandra no deja de establecer un clima con las notas altas que alcanza con su voz.
Desde los asientos, el público acompaña a los intérpretes cuando estos traen a escena varias canciones de dominio popular, mencionan al poeta “decapitado” Medardo Ángel Silva y recuerdan al inmortal Julio Jaramillo. Escenas misceláneas de vida, muerte, amor, desamor, riñas y reconciliaciones, así como malabares y acrobacias, transcurren entre las paredes imaginarias de una cantina. Todos esos elementos se juntan en una obra que está marcada por el humor, ingrediente necesario para que la gente salga contenta.
Así culmina la noche. Pero los espectadores no la olvidarán.
***
Cantina se presentará en Guayaquil el 27, 28 y 29 de septiembre, en la carpa de circo «La Insensata», que estará ubicada dentro del teatro Sánchez Aguilar.