La música independiente ecuatoriana tiene nuevos aires. Eso se sintió en el Musex Fest: el lanzamiento del disco “Amok & Burnout” de Sexores. Cinco bandas confirmaron que en este momento, los músicos locales quieren explorar otras posibilidades.
Munn fue la primera banda en ponerlo claro. Aunque la música de la agrupación tiene referencias directas del sonido de Portishead y el Massive Attack de los noventa, su propuesta es refrescante para el medio (la tienen clara y su trip hop suena sólido). Munn tiene un gran trabajo vocal que juega con texturas, paisajes sonoros y secuencias sofisticadas. También son interesantes otros recursos como uno que otro scratch, un charango, un clarinete y voces loopeadas en vivo.
Todos esos elementos, más las secuencias -en perfecta sincronía con el bajo-, pegaron en el público. “Tan Simple”, su primer sencillo, suena increíble en vivo y su tema de despedida, que recicla el bolero “Perdón”, tiene una onda elegante y fantástica.
Después del cierre de Munn en downtempo, Prótesis entró con todo. “Vampiresa” subió los decibeles del concierto. De ahí en adelante, el resto del concierto fue explosivo. Su hard rock con carácter grunge puso a cabecear a la gente que cayó a El Molinón. “Extintor”, “Juegos de Poder”, “Kit del K.O” tienen un poderoso groove, y son tres temas que se destacan entre las composiciones de la banda, aunque el setlist en general y la potencia de la música marcaron un punto alto en la noche. Así, Prótesis se despidió como una ola que asombró a la gente y dejó el ambiente encendido en el lugar.
Vedette, la siguiente banda del cartel, inició su show después de un seteo de sonido que tomó demasiado tiempo, quizás por eso el público no se conectó de inmediato con la banda. En general, la idea de Vedette suena sólida aunque un poco dispersa en el estilo. Hay canciones que parecen de otro repertorio, pero también entre ellas, temas destacados y con un sello más particular. Canciones como “Adicta”, “El Cuadro” y la reinterpretación de “Crippi Disco Punk” de Cadáver Exquisito son más recursivas y tienen una identidad en común, por ejemplo. Igualmente dan la impresión de que los músicos se sienten más cómodos con esa propuesta. Eso se transmitió hacia los asistentes al concierto, quienes al final del setlist de Vedette, les devolvieron unos aplausos más sentidos.
Más tarde, Sexores subió al escenario para presentar su disco Amok & Burnout. Y pese a que la banda parecía nerviosa al inicio, los músicos se fueron entregando a un sonido que es hipnotizante e intenso en varios pasajes de sus temas.
En Sexores la batería suena agresiva, las secuencias son estilizadas y oscuras. En contraste, las voces de las cantantes tienen algo de edulcorante, lo que le da un tono perverso a la música. Una de ellas tiene una presencia escénica notable: destila sensualidad y al igual que Emilia Bahamonde, guitarrista y vocalista, enganchan al público en la onda de la banda. En ese sentido, un momento para destacar fue la canción “Simios”, cuando las cantantes recurrieron a dos megáfonos para construir otra textura vocal. “Sodio” y “Le Lois Liberatrices”, de su primer EP, son dos temas que sobresalen y las canciones de su nuevo disco dejaron ver un concepto claro y un depurado trabajo de producción.
La música de Sexores es sumamente sensorial y si afinan el factor visual para las presentaciones en vivo, la banda va a elevar el nivel de simplemente tocar, a meter a la audiencia en una experiencia más allá de lo musical.
Al final, con la despedida de Sexores, llegaron los Miss Goulash, quienes se alistaron mientras algunas personas invadían el escenario para felicitar a quienes lanzaban el disco. Eso generó una sensación de que el concierto había acabado.
Pero al paso, Gunther Lisken, vocalista de Miss Goulash, agradeció a quienes esperaron para escucharlos y de una, el trío contagió a todos con su música. “Mónica”, una canción con un coro pegajoso, al igual que “Geisha” o “Farmacia”, invitan a “rockanrollear”. El grupo tiene vibras punk, grunge y garage que en momentos recuerdan a Pixies y Joy Division. Música sencilla y directa -con un tono desenfadado- que recordó a la gente el impulso más básico del rock: poguear.
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