Se prendieron las luces en aquella casona vieja y oscura del sector de la Floresta. Eran algunas, pero no las suficientes como para aclarar todo el lugar. La densa y hermética neblina descendía desde las colinas del Este de la capital. Afuera, el espesor del frío ausentaba a los pocos transeúntes. Adentro de «El Pobre Diablo», las sombras y las velas invitaban a coger algo de calor. Todas las sillas estaban ocupadas. La clientela pedía comida, bebidas y la presencia de la banda, Mundos.
Alrededor de las 22:15, la conversación entre la guitarra de Roger Ycaza; el bajo de Franz Córdova; la batería de Andrés Caicedo y la voz de Denisse Santos, comenzaba a manifestar los primeros sonidos bautizados como Átomos, la canción de apertura. El sonido de la banda es fresco y atractivo, con un aire pausado que invita a caer en un estado hipnótico. La voz de Denisse funciona como una suerte de empujón que nos lleva e introduce, cada vez más, en su musicalidad acústica. Contundente es la batería que pega, redobla y baila con la profundidad del bajo.
Con este aire de atracción, el público agarró la onda y estuvo ansiosa por escuchar la siguiente canción. Tarántula, un tema oscuro el cual proyecta un espíritu lúgubre y a la vez pacífico gracias a la voz de Santos. Otros temas como Nopal, Mantis, Oruga o Métrica se escucharon en la primera parte del concierto, en la que predominaron sonidos alternos producidos por una contundente guitarra eléctrica.
Tras una breve pausa, los sonidos volvieron junto a dos nuevos invitados en esta conversación hecha música. José Fabara incorporó un trombón fúnebre y no tan explosivo como en la Rocola; y Mario Porras completó el sexteto sobre el escenario con un violín que parecía estar en constante descarga eléctrica por la brillantez de su sonido.
Como resultado, la mezcla fue perfecta y los sonidos acústicos de Mundos se intercalaban entre la melancolía del trombón y la elocuencia del violín. Temas como Luciérnagas, Artemia o Sombras tenían el sello de esta composición. Cuervos, Nocturna y Mantarraya complementaron el setlist. La última, sin duda se ha posicionado como uno de sus temas más determinantes. Un violín más sutil hila el sonido junto a la voz apacible Santos. La guitarra acústica está más presente y se intercala con la segunda voz de Ycaza… y en conjunto, el bajo retumba y retumba con la compañía de una batería que no estalla, pero si golpes con precisión y contundencia.
La música estaba disuelta y los sonidos dejaron de manejar la conciencia del público. La gente pedía… quedó con las ganas de viajar más a través de estos Mundos. Tras la oscuridad en el escenario, los personajes que huían del frío volvieron a él con un simple comentario… “fue un buen concierto”.