Fotos por Marcos Echeverría
El jueves 4 de febrero, en el sur de Quito, Motorama se alistaba para su primer concierto en Ecuador. Lo que pudo haber sido un escalón mas en una nueva tendencia de shows en Ecuador, terminó siendo la prueba (irónicamente magnífica) de por qué no viene tu banda favorita. El show que puso Motorama fue el show que esperábamos todos sus fans. El puñado de no más de 200 personas que por esa noche, bailamos, gritamos y sudamos para bien.
El show lo abrió Sexores y le siguió una Máquina Camaleón cuyo repertorio se acopló a un twist post-punk –el género de la noche–. Sus canciones sonaron muy bajadas de tono e incluso sus miembros se veían desganados, bastante cansados. Luego de ese abreboca, empezó la sensación de que vendría algo muy bueno.
Alrededor de las 21h30 salió la banda. Motorama apareció en el escenario sin su único miembro femenino, Irina Pashina, lo cuál nos dejó a solas con cuatro rusos, todos de negro, listos para darnos mucho de su post-punk. Muy rusos. Altos, fríos y claramente reservados. El cantante, Vladislav Parshin, era el único con un micrófono y durante el show no miró mas de dos veces al público. En la mayoría de canciones, en lugar de dar las gracias, hacía una pequeña reverencia, y la única muestra de que disfrutaba el concierto era un pequeño paso que hacía con su pie izquierdo en forma de baile.
La banda tocó sus mejores éxitos. Tocaron ‘Ghost’, ‘Corona’, ‘Heavy Wave’, ‘Rose In The Vase’. Todos nosotros contentos. Casi por el final del show pudimos verlos soltarse más, moverse más, gritar más y hasta mostrar algo de emoción en las fuertes partes instrumentales que nos hacían bailar.
A pesar de ver un teatro medianamente vacío, la banda dio todo lo que tiene a un público que -sabe- no los volverá a ver un buen tiempo. BookThem se lleva el mérito de haberlos traído por propio esfuerzo. Pero de igual manera, sigue girando la pregunta sobre qué es lo que hace que todavía no podamos llenar esos conciertos de mediano alcance. Y qué hace que tengamos que seguir reprochando a quienes tantas veces se rehúsan a pagar.
Conciertos como este, sirven de ejemplo para que más artistas se cuestionen al venir. Sirven también como estadísticas para futuras productoras con el interés de traer a alguien. Sirven para pagar a los artistas locales, sirven para saber si se puede vivir de hacer conciertos.