Mateo José En Esencia: entre lo profundo, lo divertido, lo natural y lo tecnológico

por Jorge Bayas Lituma
Mateo José, el antiguo guitarrista de La Máquina Camaleón, hace su primera gran apuesta como solista con un disco juguetón, marcado por los sonidos electrónicos. La revisamos aquí.

Mateo José

La imagen más recurrente que acude a nuestra cabeza al momento de pensar en el creador de una obra de arte es la del genio atormentando. No podemos evitar pensar en ese hombre incomprendido y dolorido que, desde una habitación oscura, e inmerso en una batalla con sus demonios interiores, entrega una obra catártica en que se encuentran expuestos, entre líneas, los traumas y dolores de su pasado. Este no es el caso.

Y no porque el artista en cuestión no tenga un rico mundo interior que plasmar en su música, sino por la forma en que vive sus procesos creativos.

Conocido por su etapa como guitarrista en La Máquina Camaleón, allá por los años dorados del indie en Ecuador, entre 2014 y 2018, Mateo José González no pertenece a los dolientes del arte. Por el contrario, desde que tiene memoria ha disfrutado con la música, no importa que se trate de hacer beats pegadizos o riffs contundentes.

Su EP Con.mi.tele / En.la.nada es la carta de presentación de una personalidad creativa juguetona, insaciable y hedónica. Una personalidad que se deleita jugando a placer con ritmos, texturas y estilos electrónicos.

Mateo José

Portada de Con.mi.tele / En.la.nada. Foto: Pedro Álvarez

En algunos momentos hay un sabor más cercano al synth-pop. En otros, un leve regusto a hip-hop. Pero en ambos casos es posible percibir el rastro de una vocación lúdica que, incluso cuando lidia con emociones y sentimientos, no se tambalea.

“Traspasar emociones y sentimientos a la creación termina siendo divertido”, dice Mateo.

Esto no significa que el álbum carezca de una dimensión existencial y esté alejado de las preguntas que nos plantea nuestra época. Como veremos, lo divertido bien puede ser el pórtico de lo profundo.

Un borrador pre-pandemia

Hagamos memoria. Recordemos el 2019.

Con el encierro que estamos viviendo, aquellos tiempos se antojan muy lejanos, como si pertenecieran a los brumosos colores de un sueño. Pero estuvieron allí, contradictorios y dolorosos, marcados por el paro de octubre, un evento que ya es parte de la historia nacional por todo lo que reveló a nivel social e individual.

En aquel panorama complejo, Mateo José empezó a componer su música. Lo hizo, al principio, en forma de borradores, de maquetas a medio terminar, únicamente por el gusto de hacer música.

No lo pensé como proyecto, pero empecé a componer en solitario, desde mi casa, desde la compu, poniendo acordes, haciendo beats”, recuerda.

Luego llegó la pandemia. Y, por supuesto, no frenó la creatividad. Más bien, la potenció. Los arreglos a medio terminar acabaron por cerrarse, se agregaron más beats y, por último, las letras fueron completadas.

Eso sí, el músico nunca olvidó que, pese a que fueron concluidos durante la pandemia, los temas tenían historia: “Todas las canciones fueron compuestas en la pandemia, pero sus raíces son anteriores”, señala.

Probablemente te estés preguntando por el nombre del álbum. Este remite a una experiencia cerca de Nanegalito, que fue donde se realizó la mezcla. Ello refuerza la esencia dual del disco: en medio de todo, en medio de la nada. Tecnología y naturaleza. El viejo idioma escrito que ahora se adapta a las lógicas de la web.

¿Puerta o muro?

Los primeros segundos de Con.mi.tele / En.la.nada anticipan a la perfección cómo será el álbum. Los sonidos electrónicos del principio, con esa onda experimental que combina el synth con una atmósfera que recuerda la música de videojuegos, son extrañamente adictivos. Y muestran cuál puede ser el camino por seguir. Pero no hay tiempo para pensarlo.

Porque llega de inmediato “Internet”. Un tema armado con base en un buen beat que muestra cómo se desenvuelven las relaciones humanas en nuestra época, y es adictivo. Sin embargo, ni siquiera hay chance de digerirlo ante lo que sigue.

Mateo José

La pandemia potenció la creatividad de Mateo José. Foto: cortesía de Mateo José

“Teléfono” es un track adictivo y plagado de irresistibles efectos vocales que profundiza en lo que había sido esbozado en “Internet”. Vale decir que ambos temas fueron compuestos con la ayuda de Rodrigo Capello, de La Máquina Camaleón, en compañía de quien Mateo José arrojó unas cuantas ideas que fueron tomando forma posteriormente.

La parte del álbum que trata sobre la tecnología acaba aquí. Al escucharla, es inevitable reflexionar sobre el lado sombrío que tiene esta dentro de nuestra sociedad. No obstante, si bien comparte esta opinión en un punto, Mateo también ha detectado un lado positivo entre los circuitos y los microchips.

“Yo soy todo un millenial. Yo crecí, me crie, con tecnología. Siempre me gustó. La composición en sí es una oda al uso creativo de la tecnología. La tecnología es una herramienta que te permite hacer un montón de cosas, entre ellas expresar sentimientos, lo que le da una dimensión espiritual. Hay que potenciarla en ese sentido”, afirma.

Así, libres del pesimismo, podemos continuar por el camino con “Mente”, un tema de tintes más hip-hoperos que parece estar dedicado a los “overthinkers”. A esa extraña especie que sueña despierta y parece habitar en un mundo propio. Lo que a veces puede ser malo, sobre todo si uno se olvida de vivir.

Pero si hablamos de temas con toques de hip-hop, “Señal” es la gran estrella. No lo es solamente por la temática, que invita a dejar de lado la melancolía —si es que no lo has hecho ya— y a tomar la vida con otra actitud, sino por la aparición repentina de…Método MC.

“Necesitaba hacer un beat. Método es mi pana. Le pregunté si le gustaba y me dijo que le gustó. Colaboramos. Grabé unas guitarras para él. La verdad es que es un gran sujeto, le gusta colaborar con gente. Se nota que le gusta mucho hacer música”, cuenta Mateo.

La presencia de Método en el tema no es muy prolongada. Pero es fulgurante. Termina de levantarnos el ánimo y nos prepara para la conclusión del EP.

Pero antes viene “Sevael”, otro instrumental que, como “Hola”, era una parte adicional de la canción posterior, que debió ser cercenada. Este instrumental no hace otra cosa que crear la atmósfera indicada para la llegada de la pegadiza “Tiempo”, que cierra el disco de una forma acertada.

Para Mateo, la tecnología puede tener una gran dimensión creativa. Foto: cortesía de Mateo José

Esta última canción fue la última en ser compuesta y terminada, en el transcurso de unos pocos días, cuando el álbum ya estaba bastante avanzado. Su punto de inicio fue la frustración que provocó no poder sacar un single a tiempo y como se debía, pero que terminó en algo mucho más amable. “(Tiempo) Habla de usar esta frustración y esta impaciencia de forma productiva”, indica González.

Te aseguramos que cuando se terminen los 21 minutos del EP, no terminarás golpeado, adolorido, triste. En cambio, habrás reflexionado y —al menos un poco— visto la vida con gafas menos oscuras.

No es menos necesario decir que no estamos frente a una de esas obras maestras que suelen estar blindadas contra las imperfecciones y los tropiezos. No importa. A veces, la experimentación, la diversión y el atrevimiento son más valiosos.

Entre la guitarra y los sintes

Más allá de sus subidas y bajadas, para Mateo la experiencia de ser parte de una banda se saldó con un resultado bueno. “Estar en una banda es un intercambio de ideas más directo. En ese sentido, te puedes apoyar en el de al lado si estás sin ideas. Me gusta la relación directa”, dice.

Ahora, como solista, enfrenta la creación con más libertad. “Hacer de solista me gusta por el hecho del control, de la libertad, que a mí me guste por mi propio criterio. No importa si haces beatmaking o algo más orgánico, haces todo tú”, puntualiza el músico y productor ecuatoriano.

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Actualmente, buscando salir de su zona de confort, cursa estudios de producción musical e ingeniería de sonido en Madrid, España, y sigue dedicado a los beats y al sampling. Algo que no quita que en el futuro, y de forma más absorbente, vuelva a tocar la guitarra.

“También quisiera volver a lo orgánico, a la guitarra, que es lo que últimamente me ha estado llamando. Pero no tengo ningún plan definido. Voy a dejar que las canciones vayan tomando su propio rumbo”, afirma.

A pesar de esto, algunos planes a corto plazo están a la vista. Por ejemplo, una colaboración prometedora con Esmarive. Quién sabe, puede que Mateo José haya venido para quedarse.

 

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