MANIFIESTO RC

por Radio COCOA
¡Nos reinventamos una vez más! Es emocionante seguir andando el camino, con las energías renovadas y la visión re-enfocada. Esperamos que quieran seguir en el viaje con nosotrxs. Nos necesitamos ahora más que nunca.

Un espectador con máscara de Diablo Huma atiende expectante al Festival Saca el Diablo 2019. Foto: Juan Pablo Viteri

Estamos viviendo tiempos difíciles. 

Es cada vez más difícil entendernos y dejar de temerle a lxs “otrxs”. Cada vez más difícil encontrar trabajo. Cada vez más difícil creer en la posibilidad de formar una familia. Cada vez más difícil ignorar los problemas ambientales y sociales que plagan el día a día.  Cada vez más difícil aceptar que están arraigados en nuestros hábitos. Cada vez más difícil hacer arte. Queremos creer, sin embargo, que no todo está perdido. 

Y queremos creer, justamente, que hacer arte, aun con sus dificultades intrínsecas y contagiadas, es un vehículo para la esperanza en medio de un mundo desgastado, maltrecho y desigual. Si hay un cable a tierra para recordarnos que somos humanxs después de todo, podría ser el arte. 

La cuestión, no obstante, es la siguiente: vivimos en un país en el que el quehacer artístico está marcado por la precariedad, en todas sus dimensiones. Hay matices varios dentro de esta afirmación. Hay distinciones de etnicidad, género y clase social; diferencias dadas por la geografía y los accesos a la información; un largo etcétera. Pero de cualquier manera, el arte en Ecuador sigue siendo una especie de nebulosa extraña en la que todxs sus navegantes comparten una ansiedad común: nada es seguro. 

Una representante del pueblo Waorani le habla al público una manifestación para proteger los territorios del Parque Nacional Yasuní. Foto: Martín González Sánchez.

Quienes trabajamos con el arte en Ecuador, creándolo, documentándolo y registrándolo, comercializándolo, coexistimos en un ecosistema tan frágil como volátil. Ha evolucionado mucho, sí. Pero parecería que lo ha hecho empujado por la combustión externa de este mundo hiperbólico, en el que el desarrollo parece más el capricho de algún cerebro cocainómano. El arte en Ecuador no termina de afirmarse como el producto de un proceso social coherente y digno, respaldado por las instituciones correspondientes. Su desarrollo se ha dado de forma desintegrada, desconectada y débil, sin lograr insertarse en el imaginario de la gente como una parte vital de la cultura y del día a día, de todxs y para todxs. No hay tiempo que perder señalando culpables ni lamentándose por las carencias que el gobierno y el sistema no han sido capaces de llenar bien. Este escenario tiene muchas más aristas, y muchxs actores implicados. Este escenario plantea un proceso de largo aliento, que obliga a pensar en plazos que quizás son más largos del tiempo que nos queda. 

Quienes trabajamos con el arte en Ecuador pertenecemos a un mundo en el que las cosas no terminan de empezar, no terminan de crecer, no pasan de una atropellada adolescencia en el mejor de los casos. Y esto parece contradecir a una memoria histórica que pende de un hilo, que se aferra a nosotrxs con las uñas. Pero no todo es malo. Lo bueno de tener una chacra en la que la tierra está removida, es que al menos sigue siendo una chacra fértil. Lo bueno de estar paradxs en un lugar donde queda mucho por hacer, es justamente eso: que queda mucho por hacer. Y aunque ya se ha hecho mucho, lo bueno de vivir una crisis continua es la oportunidad de renacer continuamente, reencontrando nuevas salidas. 

El arte en Ecuador, en su gran gran mayoría, pertenece a ese universo difuso de cosas que podrían llamarse “alternativas”, porque cuestionan o se desmarcan del status quo. Y podría decirse que esto es así, básicamente, porque el arte en Ecuador ni siquiera ha sido capaz de insertarse bien en el status quo. Lo cual, genera otra condición de gravedad considerable: el arte en Ecuador casi siempre es independiente, a causa de sus circunstancias, más que de sus principios. 

Pero, aunque estos rasgos han sido profundamente definitorios, también representan una posible respuesta a las grandes interrogantes que vienen detrás de ellos. Quizás debimos darnos cuenta, desde hace rato, de que el afán de construir “industrias” para vivir del arte es solo una parte de un movimiento mucho más profundo. Y quizás, todo se trata justamente de explotar lo alternativo y lo independiente como las herramientas que permitirían consolidar bases, labrar la chacra, encontrar otras formas sostenibles de sembrar en el terreno fértil y caprichoso que nos ha tocado, acercándonos sin miedo a lo desconocido. Quizás, en estas líneas solamente estamos descubriendo el agua tibia, pero lo hacemos convencidxs de que es necesario, porque así lo sentimos.

Artistas y demás actores del medio se manifestaron durante la «Gran Zapateada Nacional por las Artes y la Cultura». Foto: Juan Sebastián Jaramillo.

Quienes trabajamos en RC podemos decir que somos un grupo muy afortunado. Hemos llegado hasta este punto después de casi 10 años de evolución, marcados por el aprendizaje, por la transformación y por el ímpetu de gente joven, que de una u otra forma ha tenido la suerte de poder cultivar su creatividad y su sensibilidad, con convicción y esperanza en un espacio seguro para ellas. Hemos sido partícipes de un proceso muy bello y muy alegre porque afortunadamente, nos contiene un andamiaje muy sólido en la forma de la universidad que nos sustenta. Con el tiempo, hemos ido aprendiendo, concientizando y dando las gracias cada vez más por el hecho de que somos una excepción rara en nuestro medio. Gozamos de una posición privilegiada al ser un laboratorio experimental de medios que puede proyectarse desde la academia, porque cuenta con su respaldo. Y por lo mismo, todxs las personas que hemos pisado el proyecto entendemos que no somos más que “obreros de la comunicación”, albañiles de una obra que se construye con nuestra ayuda pero que edifica algo que debería ser mucho más grande. 

La música fue el fósforo que encendió esta maquinaria en el inicio, y en esta década de existencia ha sido la punta de la flecha que disparamos. Hemos visto que la música, dentro de nuestro enredado mundo del arte, goza de una capacidad especial para esparcirse por su naturaleza y por los vívidos enigmas que encierra. Gracias a su impulso hemos podido dar pasos firmes con nuestro trabajo duro y dedicado. Gracias a ella hemos sido parte importante de la consolidación de un nicho bullente y emocionante. Al ver el camino en retrospectiva, sentimos que la música construyó una escena que ya camina más firme que otras; esa misma escena que nos ha traído hasta acá. Por eso mismo, queremos permitirnos el chance de mirarla desde otros ángulos, de indagar más profundo en su historia y ser más críticos con su trajín y con sus coyunturas actuales. 

Las cosas están cambiando muy agresivamente, y como ya dijimos, se han puesto más difíciles. Nos han llevado a cuestionarnos seriamente sobre lo que hacemos, mirando de frente a obstáculos que antes no conocíamos. Están los algoritmos cada vez más opresivos y corporativos del internet; la saturación de información y de contenidos; las brechas generacionales y de clase social, que nos dividen y se sienten más filudas que nunca. Hemos tenido que reinventar nuestro andar muchas veces en este camino, pero quizás las reinvenciones del entorno ahora nos obligan a hacerlo de forma más profunda, y más urgente. Y hacer eso implica, ahora más que nunca, intentar entender nuestro lugar privilegiado dentro del panorama complicado y precario del quehacer artístico en nuestro país y sí, por qué no, en nuestra región. 

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El Grupo Niche rinde homenaje a todos los países de Latinoamérica durante su presentación en la décima edición del Festival Estéreo Picnic. Foto: Martín González Sánchez

Sin embargo, insistimos: queremos creer que no todo está perdido.

A su manera, Radio COCOA cuenta con la fortuna de no ser completamente independiente en su estructura, lo cual, le permite ser superlativamente independiente en espíritu. Y eso vale más, y más todavía en nuestro entorno. Eso nos lleva a re-dimensionar nuestra responsabilidad como medio y plataforma cultural, poniéndola en contexto de forma más amplia y asumiéndola con más fe que nunca, porque no hay otra manera de hacerlo en estos tiempos adversos. Por eso levantamos este manifiesto. Para decir que, ahora más que nunca, entendemos que es momento de renacer y hacerlo con más ímpetu para cumplir nuestro rol en el escenario en el que actuamos. Ese escenario en el que el telón de la precariedad no quiere levantarse para dejar correr la función, y en el que la independencia y lo alternativo son las condiciones fundamentales de nuestra narrativa. 

Ahora más que nunca sentimos que es necesario encontrar maneras distintas de hacer lo que hacemos: documentar y promover el movimiento de una ecosistema artístico. Queremos ser capaces de ir más allá de nuestro nicho de comodidad para integrarlo con el movimiento de los muchos otros nichos que existen por fuera y que han encontrado sus propios espacios y sus propias audiencias a pulso y con temple. Creemos también que le debemos más atención al trajín y las coyunturas de otros movimientos artísticos que han sido históricamente más marginados, más complicados, menos visibilizados. Creemos, por sobre todas las cosas, que al hacer las cosas de esta manera podríamos ser capaces de integrar a lxs múltiples actores de este juego para formar un contingente que nos ayude, eventualmente, a entender cómo mismo labrar la tierra que nos ha sido dada para la creación; cómo ser capaces de conectarla con el resto de terrenos de nuestra sociedad.

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Rima Roja en Venus se presenta en el Dommo Espacio Cultural y durante un breve reencuentro y levanta su voz en contra de la violencia hacia las mujeres. Foto: Martín González Sánchez

Sentimos que hacer esto es ir contracorriente y arriesgarnos a que nuestro trabajo tenga que abrirse camino por terrenos menos conocidos y más agrestes. Pero eso nos emociona, y podemos permitírnoslo porque así crecemos también. Es parte del juego, y es la dosis de adrenalina que necesitamos para superar la crisis existencial en la que nos sume pelear contra la ola del internet, que parece comerse al mundo. Hemos empezado a creer, aunque suene cursi, que la mejor forma de ganarle a los algoritmos, en la red y en el sistema, es cuestionarlos hasta las últimas consecuencias, creyendo más que nada en nuestras propias causas. 

Y para todo esto, necesitamos contar con ustedes. El cambio está en nosotrxs, en todxs nosotrxs. La fe en el sistema se perdió hace rato.

Como medio, o como plataforma, somos solo un engranaje más. El resto lo ponen ustedes, público que nos lee y nos mira, artistas que depositan su confianza en nuestro trabajo, gestores qaue se apoyan en nosotros para levantar sus proyectos. Si entre todxs nos regresamos a ver, y entre todxs hacemos nuestra parte, podría ser que finalmente seamos capaces de dar vida a un tejido más fuerte para poder hacer lo que amamos: música, cine, danza, teatro, literatura, moda, etc. Todas esas cosas que podrían llamarse conquista de lo inútil, pero que en medio de un mundo cada vez más difícil, sirven para recordarnos que ser humanxs puede ser un poco más fácil. 

El viaje empieza de nuevo. ¡Sígannos lxs buenxs!

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Un fan enardecido sostiene la bandera de Ecuador durante la presentación de Da Pawn en el Festival Estéreo Picnic 2019. Foto: Martín González Sánchez

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