La instrumentista cuenta historias con cada una de sus notas. Contra todo pronóstico y sin miedo, Lyzbeth impulsa su proyecto de jazz: 93.
El jazz es el género que obliga a los artistas a componer en vivo, tomar las reglas y destruirlas para crear un mundo ajeno al natural. Lyzbeth Badaraco, pianista y compositora guayaquileña, fue la ejecutora de todo un universo en su disco 93.
“Ese concepto de improvisar, de estar componiendo todo el tiempo, que eres el compositor de cada uno de tus pasos me hizo enamorarme de este estilo”, cuenta Lyzbeth. Aunque comenzó por lo clásico y le costó querer al famoso swing.
“No me gustaba escuchar jazz porque no lo entendía. A todo lo que no entendemos, no queremos darle una oportunidad”, reflexiona. El primer pianista que tuvo de referencia fue Thelonious Monk. Después de escucharlo durante las vacaciones, todo tuvo más sentido.
Un piano en medio de ferreterías
Lyzbeth lanzó su primer trabajo discográfico en 2018. No fue sencillo. Y no por la falta de inspiración o talento. De por sí en Ecuador es complicado sostener una carrera musical por los altos costos de producción. Lyzbeth y su equipo optaron por varias formas para recaudar fondos. El camino fue difícil pero lo logró y pudo ir a Colombia a materializar su sueño.
En el país vecino, adelantado años luz en la industria, Lyzbeth conoció a personajes particulares. “Había un señor viejito que tenía su casa en medio de ferreterías. Yo no estaba convencida de que era la dirección correcta para alquilar mi piano (ríe). Entramos y ese señor tenía todos los pianos que te puedas imaginar. Me contó toda la historia del piano con el que grabé. Era un instrumento alemán que llegó a Colombia por un francés”, cuenta.
Sin embargo, quien le causó mayor impresión fue Antonio Arnedo, saxofonista colombiano con más de 20 años de experiencia. “Su presencia y su manera de hablar hasta te intimidan (ríe). Tiene una energía arrolladora”, dice. La canción “93” fue de las que más estresó a Lyzbeth por el nerviosismo de tener a Arnedo como invitado, pero el resultado fue impecable.
“Yo soy muy expresiva con la cara. No puedo mentir y todo lo verán en un documental llamado “93: Historias contadas a través de un piano” que pronto saldrá a la luz”, promete Lyzbeth. “Cartas a Medardo” fue lo opuesto. La canción fluyó en el estudio como corriente de agua en una cascada.
“Este tema lo escribí pensando en los últimos días de vida de Medardo Ángel Silva. Específicamente, el día en el que Medardo se quitó la vida delante de Rosa Amada que fue un amor no correspondido. Tuve que meterme en el mood: ¿qué hizo él en su último día?”, cuenta la pianista.
El video de “Cartas a Medardo”, dirigido por Guido Bajaña, fue grabado en una coproducción con el Teatro Centro de Arte y su compañía de baile. Se realizó en una sola toma de plano secuencia como se graban los discos de jazz. “Me transporté a ese Guayaquil de los años 20”.
Fiel a su sonido
“La figura femenina está estereotipada a que tiene que cantar. Y yo he luchado con eso desde que saqué el EP 93. Desde el 2013 he luchado con ese estereotipo”, explica. Más de una vez ha tenido que aclarar que es instrumentista cuando va a entrevistas a presentar su disco.
“Quizá es el medio en el que estamos. Nos cuesta prestar atención a la música instrumental. Yo estaba consciente de lo difícil que iba a ser en este país, sobre todo en nuestra ciudad”, cuenta. Para Lyzbeth los festivales son un buen canal para presentar nuevas propuestas, conocer distintos mundos. El año pasado, se presentó en el Ecuador Jazz festival en Quito. La clave está en no caer en repeticiones. Darle paso a artistas que trabajen duro en la difusión y calidad de su trabajo.
La pianista es docente a tiempo completo en la Universidad Católica de Santiago de Guayaquil donde intenta reforzar en sus alumnos el sentimiento de identidad. “Tienes que defender tu sonido por más que el mundo se te venga encima”, les dice. “Tengo chicas instrumentistas que lo hacen súper bien. Yo por ahí hago mi trabajo diciéndoles que vayan para adelante siendo fieles a su sonido”.