Da Pawn es una de las bandas de trayectoria más sólida del Ecuador, actualmente. Mientras giran alrededor del país presentando su tercer disco, nos hablan del camino que los ha llevado hasta su momento actual.
Después de ocho años de trayectoria, tres discos y tantos conciertos que sería difícil contarlos, Da Pawn se ha consolidado como una de las bandas más contundentes del país. Con una hinchada ferviente que los sigue por todas partes, y con múltiples shows internacionales, se proyectan a seguir creciendo sin parar.
Podríamos decir que esta explosión en su carrera se dio después de que lanzaron «Verano en Coma», su segundo disco, con el que empezaron a girar como locos. «Siento que el tercer disco nos ayudó a cerrar un ciclo que teníamos con el segundo», dice Mauro Samaniego, su front-man. «El segundo fue un disco mucho más de abrirnos a nuevas posibilidades, a viajar, a experimentar… No tanto musicalmente, sino por el lado de cómo gestionar más la banda y crecer. Ese proceso nos terminó desgastando bastante».
En el momento en que salió el álbum empezaron dar shows a día seguido, en ciudades tan lejanas entre sí como Cuenca y Quito, y en otras donde nunca habían estado, como Machala, Santo Domingo o Salinas. Fue un proceso frenético. Ahora que ha pasado un buen tiempo ponen en perspectiva los aprendizajes que éste les dejó y nos cuentan sobre ellos, sobre su presente, y sobre lo que esperan del futuro.
Prueba y Error
Pedro Ortiz (baterista de la banda), no tocó con Da Pawn durante la gira de Verano en Coma porque se encontraba fuera del país por sus estudios. Desde lejos, percibió la experiencia de sus compañeros y al analizarla afirma que “todo fue prueba y error”. Según le contó el resto de la banda, hubo fechas en las que todo parecía ser increíble, pero a las que llegó un público de 10 personas. Viendo la experiencia en retrospectiva, concluye que “el mercado tampoco es gigante en Ecuador como para que tengas circuitos que puedas llenar, incluso si la banda está consolidada”.
Cuando regresó y se juntó con ellos, tomaron en cuenta ese bagaje para planificar mejor sus viajes. Así, se plantearon regresar a las ciudades donde mejor les fue pero también concentrarse más en otros toques donde pudieran tener un poco más de audiencia.
La gira también les reveló la necesidad de “producir los shows” más estratégicamente. “El sueño de la mayoría de los músicos que estamos en la banda sería llegar, tocar y salir. Pero aquí es sacar las preventas, hacer tú mismo la promoción, llevar instrumentos en la van, llevar diferentes equipos. También te toca guerrearla”.
Para afrontar ese reto ha sido clave la presencia de Chelo Suárez, el sonidista de la banda, y Martín Acosta, su stage. Ambos son parte de Da Pawn y con su trabajo han permitido que su música sortee los obstáculos que a veces representan la falta de espacios o recursos en escenarios más pequeños y apartados. “Sí tenemos una estructura súper bien organizada para hacer ese tipo de cosas”.
“Hay que camellar, duro”.
Hoy por hoy entienden que ser una banda independiente y auto-gestionada les implica doble trabajo. Al haberse consolidado de esa manera, han entendido también la necesidad y la utilidad de funcionar como un equipo dentro y fuera del escenario. Cada una de sus seis cabezas llena una parte fundamental del mecanismo más allá de la música. “Lo importante es saber organizarse”, dice Mauro.
Como vocalista, él es la cabeza creativa, quien lidera el proceso de composición. Pedro, la cabeza operativa, encargado de gestionar y coordinar hasta el último detalle de sus shows. Fer, su bajista, ha asumido el rol de encargado de la merch de la banda, elemento que también se ha convertido en clave de su expansión. “Ouija”, como le dicen de cariño a Alejandro, su guitarrista, se encarga de la parte legal gracias a su profesión de abogado. Martín, hermano de Mauro y también guitarrista, es quien coordina la parte visual y diseña las portadas y afiches por su oficio de artista. Finalmente, pero no menos importante, está Felipe, su tecladista y productor musical, el que ata todo en el plano sonoro.
La vida de gira es intensa, afirman, y de alguna manera, eso también los obliga a entender dónde están parados y a trabajar con humildad. “La última vez que nos fuimos a Pasto volvíamos y teníamos doble show: uno Otavalo y otro en Ibarra, que por suerte es cerca”, cuenta Pedro. “El promotor local tuvo que poner su batería. Probamos sonido en Ibarra, que tocábamos por la noche, y de ahí tuvimos que subirnos a la van con una persona más y con la batería encima, y los amplis y toda la huevada”.
Viajando como caravana de gitanos desde Ibarra, llegaron derrapando a Otavalo después de probar el sonido, a alistarse para el show de esa noche, con los minutos contados. En el trajín de encontrar parqueo y desmontar todo lo que tenían que llevar al bar, aparecieron cinco fans que los reconocieron y los ayudaron desinteresadamente a cargar las cosas por la calle. “Eso sí te ayuda a aterrizar también. A la final lo esencial es tocar y sentir esa cercanía con la gente y que la gente salga encantada del show”, dice Pedro finalmente.
Renacer en cada show
“Somos una banda que estamos en esto tantos años, y vamos a seguir en esto tantos años más, porque nos gusta tocar, nos gusta hacer música”, afirma Mauro convencido. “Ir, viajar, conocer a gente, ver las reacción de distintas culturas, porque en Ecuador también hay un montón de culturas dependiendo a dónde vayas… todo eso es bacansísimo. Como compositores y como artistas nos nutre mucho”.
Las giras han estado llenas de descubrimientos y ellos han sido el combustible que lleva a la banda para adelante en su convicción de tocar música, y tocarla bien. Pedro habla por ejemplo, de su última experiencia tocando en Pasto, donde se encontraron con una multitud conectadísima con su música, que “coreaba las canciones como loca», y con “General Bong” una “bandota” con la que pudieron compartir el escenario. “Hacer estos intercambios te nutre un montón, incluso creativamente”, afirma concordando con Mauro.
Así como se han aventurado por algunos rincones del Ecuador que están lejos de los centros urbanos más grandes, sintiéndose muy a gusto en cada nuevo toque, también lo han hecho fuera su zona de confort al salir del país. Con giras por Colombia y México a su haber, Da Pawn podría considerarse una de las bandas locales que más han tocado en escenarios internacionales. Pero no por ello sus miembros dejan de sorprenderse o de sentir que cada toque en suelo ajeno es como el primero de sus vidas.
“Para mí siempre se siente como salir a jugar un partido de fútbol”, complementa luego Mauro. “Es un público al que no le importas, que no ha escuchado nada de ti. Tienes las dos primeras canciones para que, primero, la gente te ponga atención. De ahí es para ver si es que puedes retener esa atención. Y las últimas canciones son como el último puñete y decir: “’¿Ok, vas a ir a buscar esta música a internet? ¿Te vas a hacer fan?’”.
Según el vocalista, tocar en otro país es una inversión titánica de recursos y energía que se resume a “un solo chance” de encantar a un público que fácilmente podría ser indiferente. “Eso es bacansísimo. A mí esa experiencia me encanta. Te sientes súper orgulloso de dónde vienes, de todo el camello que has hecho y de la gente con la que estás haciendo esto”.
Cuentan que sus giras fuera han sido como un efecto secundario de las oportunidades que han tenido de tocar en festivales grandes. Una vez cumplida su presentación, aprovechan para dar algunos toques más en bares o circuitos más pequeños. Y es justamente ahí donde también encuentran una gran semejanza con tocar en lugares pequeños de su propio país. En muchas de esas presentaciones “satélite” se encuentran en espacios donde su música parecería tener más chance de ser impactante, pese al público escaso.
“La cosa es como hacer que esas 10-15 personas se conecten y digan: ‘hoy vi algo distinto, hoy vi algo bacán” – Mauro.
Pedro concuerda y agrega que cada show frente a un público nuevo es como un nuevo inicio. Pese a sus ocho años de trayectoria, para él, Da Pawn renace de alguna manera con cada show que da. Y eso es una parte importantísima de su crecimiento: “Todos estos toques pequeños que vas generando en el año tienen repercusión en circuitos más grandes.” El rigor y la constancia con la que han llegado a dar hasta 35 shows al año se refleja en las oportunidades que han tenido de presentarse en circuitos más grandes, y podría seguir generando otras nuevas.
Pistola de Balín, un Cable a Tierra
“Por épocas vamos a tener que sufrir”, dice Mauro. “Lo que hay que estar es bien mentalizados.” Por suerte, la cura para la fatiga reside en la misma música, y en los lazos que ella ha forjado entre los miembros de la banda. “Cuando pasa eso hay que parar, descansar, tomarse una biela. Capaz hasta hay veces en que ni siquiera nos reunimos a ensayar, sino sólo a cagarnos de risa”.
“Es un camello heavy, pero es bacán. Por algo se sigue”, dice convencido el vocalista al pensar en ese proceso. Y, aunque quedaron muy satisfechos por lo que han conseguido con todos sus viajes, después de moverse tanto, sentían una urgencia por regresar a componer nueva música, tripear, grabar y divertirse, simplemente, dejando de lado el ajetreo logístico que implicaba una gira. “Pistola de Balín”, su tercer disco, lanzado sorpresivamente en la primera mitad del año, fue el resultado de ese proceso en el que se enfocaron nuevamente en componer para asentarse.
“Nos sentimos súper bien. Como ya hemos hecho un buen trabajo de viajar, tenemos full en la mira desarrollar el disco. Que no se quede sólo en música, sino que el concepto artístico se siga desarrollando con el tiempo”, afirma Mauro. El objetivo por el momento es claro: darle más contundencia y profundidad a su material, “con ideas artísticas que no necesariamente tengan que ver con la música”. El presente está en expandir sus límites creativos para poder seguir viajando después.
Da Pawn es una banda que tiene un gran kilometraje acumulado y ha sabido bien cómo trabajar para mantenerse vigente y sonar con potencia en todos los escenarios que ha pisado. Por ende, su futuro parece brillante.