Las derivas del ojo frente al clic: pantallas para pesos livianos

por Radio COCOA

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Las derivas del ojo frente al clic- Radio COCOA

Por: Cristina Burneo
http://nocturnassalas.blogspot.com/

Desde que uso una tableta, leo más blogs. El último que abrí, hace una hora, es Brain Pickings. Hay una nota sobre los diarios de Kurt Cobain. Estoy pensando en que el bloguear y la escritura en red tienen la virtud particular de abrir espacios para pesos livianos en la escritura, que esos pesos livianos modelan nuevas sensibilidades, y que, gracias a ello, esas sensibilidades son capaces de volverse multirregistro, políglotas, dispersas, y no por eso nebulosas. Antes, mi sensibilidad aún tenía problemas con cierta impresión de futilidad dada por el soporte virtual, como si mi matriz lectora –que no conoció el Internet hasta que tuve 20 años y que se modeló en el mundo impreso– se viera embestida por ciertas experiencias imprevistamente ligeras o banales. Por supuesto, blogs, tuits,  posts y expresiones virtuales de toda índole, como cualquier texto, se juegan en sus preocupaciones particulares y en su trabajo con la forma más que en su soporte, pero estos elementos hoy –pantalla, cursor, palabra, hipervínculo, imagen, sonido– se agitan, indisociables, ante nuestro ojo lector, que ahora es un ojo acelerado, voraz y de eje laxo.

Los pesos livianos que aparecen a medida que damos “clic”, “clic”, como la literatura menor entendida a partir de Kafka por Deleuze y Guatari, posibilitan la enunciación colectiva y la desaparición del autor como maestro (lo que más me gusta es que hasta Octavio Paz se aligera al ser convertido en poesía digital. La UNAM hizo esto con Blanco. Impresionante). “Paso del animal individualizado a la jauría o a la multiplicidad colectiva”, dicen los autores en esta traducción de Por una literatura menor (cortesía de Scribd). La experimentación digital con textos canónicos, la aparición de autorías blogueras, tuiteras, que se acogen al fragmento, el borrador y que, sobre todo, esquivan la institución editorial arbitrada, nos exponen a escrituras autopublicadas que nos llevan a elegir, aparentemente, con mayor libertad. La libertad lectora se juega en la red tanto como se juega nuestra capacidad –responsabilidad– de seleccionar, considerar, aguzar el ojo ante las incursiones de la jauría colectiva.

El Writers’ Café es una comunidad virtual de cientos de autores que se inscriben gratis y comparten su escritura sin fines de publicar o con fines de autopublicación en páginas como Lulu, ONE STOP SHOP (¿!). Uno se puede encontrar, por ejemplo, a Xerclipse, quien se promociona como un autor que escribe “libros con mucha acción y violencia”, pero que es suficientemente generoso como para desplegar un gentil sexismo al mismo tiempo: “Trataré de meter un poco de romance para las chicas lectoras”. Cómo resistirse. Intento leer uno de sus libros, Weapon and Angel, pero fracaso muy pronto. Como lectora hipervinculada que soy: click away. Somos pesos livianos, y una puede elegir sus rounds. En esos casos, siento que sí, que la multiplicidad de caminos posibles me ha llevado a una pérdida de tiempo y que quisiera menos infinidad. Además, me resisto a concebir una editorial como una “one stop shop”. Espero que esto abra alguna controversia, que era lo que me había pedido Ana María cuando, hace unos días, me propuso escribir para Radio Cocoa. El tema era la literatura pop. Ahora me he decantado por otro lado a partir de su pregunta. Somos comunidades hipervinculadas y poco perseverantes, capaces de abandonos numerosos, saltos súbitos y zapping lector. ¿Qué hace todo esto con nuestra condición de lectores? En pantallas en donde antes veíamos pasar un filme, leemos a brincos y con acciones simultáneas: de la línea a Wikipedia, de Wikipedia a imágenes, de imágenes a Youtube. Lectores Pacman. ¿Menos lectores?

Las derivas del ojo frente al clic- Radio COCOA

Ana María me había preguntado por la literatura pop que he leído últimamente, pero termino preguntándome más bien, qué clase de lectora soy ahora y si la literatura sigue siendo literatura en tanto forma, búsqueda, trabajo con la palabra poética. Si eso está, si hay pensamiento y pausa, hay palabra. Aunque se trate de Tao Lin, el joven tuitero posmoderno que ahora es un boom editorial en Estados Unidos y que afirma que su lector ideal son los hípsters (¡!). En su blog, El Boomeran(g), el escritor boliviano Edmundo Paz Soldán lo caracteriza como “el escritor más representativo de la nueva generación en los Estados Unidos. Lo ha hecho gracias a sus gestos promocionales y a su capacidad narrativa para capturar la anomia, la falta de dirección, la soledad de los jóvenes veinteañeros que pasan la mayor parte del tiempo en Internet chateando en Gmail, leyendo blogs, viendo YouTube. A falta de otros nombres, lo que hace Lin junto a otros escritores de su misma órbita es conocido como ‘nuevo minimalismo’». Este es uno de los últimos tuits de Lin: “visible things are partially hidden bc they have a surface to reflect light”. Me gusta. Y me pregunto qué pasa con los autores veinteañeros de aquí. Apenas los voy conociendo (sí puedo decir que, por lo general, mis estudiantes resisten el gusto pop y que cuando les puse a Madonna leyendo a Neruda en traducción, ellos prefirieron a César Vallejo y Alejandra Pizarnik en PDF, sin parafernalia).

Sigo pensando si las nuevas sensibilidades, tanto como las “viejas”, necesitan, como nunca, de la lentitud tanto como de la velocidad, del fragmento tanto como de la Obra, del tuit tanto como del texto largo, pausado y total. Del silencio tanto como del ruido con que se aproxima la jauría colectiva. Ahí, en la capacidad de explorar y discernir, se halla, más allá de la acumulación obscena y oronda de información, la posibilidad de reflexión. La pausada chispa del pensamiento.

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