Unos se van y no regresan. Otros se dan una pausa para repensar sus sonidos lejos de la bulla y algunos se dan cuenta de que la distancia puede ser el mejor remedio para ciertos malestares. Pero todos, Alkaloides, Camaleones y Pequeños Bastardos, buscan seguir tocando y moviéndose más allá de sus aventuras y desventuras.
Tres bandas de indie, de las más sólidas y populares que han brotado de nuestra escena, se separaron o transformaron. Los festivales, los toques y el movimiento musical alternativo del Ecuador ya no se siente igual por su ausencia o lejanía. Sea que estén intentando reencontrarse con sus motivaciones y sus formas de hacer música; intentando digerir la partida de un miembro importante; o simplemente haciéndose al dolor del adiós indefinido, las tres bandas dejan un reflejo de cómo la música cambia, muchas veces por encima de quienes la tocan.
Esta no es una apología repleta de llanto por su ausencia, ni un tabloide amarillista que revela los motivos detrás de sus mutaciones. Esta es una colección de los testimonios de los músicos que formaron estas bandas, y una muestra de cómo sus transformaciones mueven los ejes de nuestra música. Estas son las aventuras y desventuras de Les Petits Bâtards, La Máquina Camaleón y Los Alkaloides.
I. Ser más de lo imaginado
Ninguna de las tres bandas inició pensando que algún día iba a llegar a pisar los escenarios con tanta fuerza como lo hicieron.
Los Alkaloides no tenían en mente pegarle a todos los festivales grandes de Quito cuando brotaron de la mezcla de algunos demos de dos estudiantes universitarios y de un garage. El Camaleón (Felipe Lizarzaburu) no se imaginó que iba a tocar en Lollapalooza cuando bautizó a sus demos experimentales como «La Máquina Camaleón». Los Petit, tocando covers después del colegio a los 14 años, tampoco se imaginaron que iban a pegarles a todos los festivales ni faltar al colegio para salir de gira por el país como «la gente grande».
Todas estas bandas nacieron como hace 5 o 6 años, y lo hicieron porque alguien tuvo ganas de tocar, y punto.
«Creo que fuimos optimistas pero nunca nos imaginamos que nuestras canciones suenen en la radio, por ejemplo», dice Nico Meneses, baterista y co-fundador de Los Alkaloides. «Éramos optimistas porque, claro, nos gustaba lo que hacíamos y cada vez teníamos feedback de gente que le gustaba lo que hacíamos». Para Los Petit, un caso particular por sus edades, armar una banda era un juego. Daniel Sorzano, su frontman, dice que «no se imaginaba» lo que le pasó con los Petit. «No era un deseo que yo podía decir que me creía, sino que era como un anhelo agrandado. Y por eso fue bacán sentir la respuesta de la gente». Por su parte, el Camaleón dice que siempre tuvo la intención de hacer algo pop para que la gente se identifique, «pero que nunca se imaginó tantas cosas increíbles que ha vivido», y que «cada cosa que pasa le sigue sorprendiendo».
Todas llegaron a ser más de lo imaginado, y todas se cayeron o se detuvieron por un rato en ese momento.
Lo que les ocurrió se parece al mito griego del tipo que estaba condenado de por vida a empujar una roca inmensa al tope de una colina, solo para verla rodar cuesta abajo antes de topar la cima. Se llamaba Sísifo. Todos ellos llegaron al tope, a un tope, y de repente tuvieron que volver a empujar la piedra de nuevo por alguna razón más allá de su grandeza adquirida, que tampoco imaginaron.
A pesar de que las trayectorias de sus bandas resultaron ser algo así como «un sueño cumplido» al final del día, cuando llegó el fin o el break, todos se dieron cuenta de alguna manera de que cuando uno crece, también se pueden quedar chicos los sueños. Y cuando eso pasa surge una encrucijada entre buscar adaptarse, dejarlo ir o buscar otra cosa. Al final hay que preguntarse qué hacer mientras uno ve la piedra rodar hacia abajo nuevamente.
II. Dejar de ser cuando se separan los intereses
Los motivos para la separación o el hiato de cada banda responden a situaciones y contextos diferentes. No obstante, todas comparten algo en común: intereses diferentes. Si bien todas iniciaron con el único objetivo de «tocar lo que les gustaba», en algún punto dejaron de sostenerse porque sus intereses cambiaron, o la vida los llevó a explorar otros rumbos.
Los Alkaloides se quebraron cuando su vocalista, Charlie Espinosa, se fue a Estados Unidos para seguir una maestría. Sin un frontman, era demasiado complicado mantener a la banda a flote, porque simplemente no sería lo mismo, como lo considera Nico. Desde lejos, Charlie salió nuevamente a la luz con un proyecto solista llamado Skinny Jeans, que de alguna forma los dejó igual de sorprendidos que a los fans. Para ellos, esta separación pareció marcar el final del camino. Nico dice que no fue tanto una separación de intereses conjuntos, sino «lo que le pasó a Charlie», lo que los llevó a despedirse.
En el caso de Los Petit, si bien el interés siempre fue sacar discos y mantenerse tocando, la llegada de «la vida adulta» marcó una desviación en sus caminos. Fue como si se apagara la llama de la pubertad. Al crecer cada uno escogió un rumbo distinto que ya no les permitió sostenerse. Daniel, su vocalista, está a menos de una semana de irse a vivir a Colombia para estudiar música. Para él fue aterrador, hablando del apego que tuvo que superar por un proyecto que fue el eje central de su adolescencia durante 4 años, y del que tuvo que despedirse cuando las cosas se estancaron.
La Máquina Camaleón, por su parte, no se ha separado. No obstante, aunque está en una pausa breve (pero indefinida), también deja un vacío en los escenarios mientras su frontman busca renacer respirando los aires del sur del continente. Justo después de tocar en Lollapalooza -uno de los escenarios más grandes del mundo-, Felipe decidió quedarse en Buenos Aires – Argentina, para reencontrarse con su inspiración. De algún modo regresa a las raíces, porque de esa misma ciudad salieron los demos que originaron a la banda hace años.
Si bien Lolla fue un sueño cumplido, definitivamente, él piensa «que la música puede transmitirse tan directo como alguien tocando con una guitarra acústica». La experiencia le hizo repensar el poder de la música desde su contenido, más que su presentación, y por eso decidió comenzar a viajar, para aprender de otras escenas mientras «la energía está latente». Piénselo como si se hubiera dado un tiempo de «exilio musical» antes de volver a «ser líder».
Ese sentimiento es algo que pueden compartir las otras bandas del mismo modo, aunque dejan de ser en ese proyecto en particular. Tanto Nico como Daniel piensan que quieren seguir haciendo música mientras la energía esté latente, aunque tenga que ser de otra forma.
III. Ser otra cosa
Ahora las tres bandas tienen la piedra abajo nuevamente, cada una a su manera, pero todas tienen que empezar de nuevo por buscar «ser otra cosa». Sea que regresen a juntarse bajo el mismo nombre, o que comiencen a crecer vibrando en frecuencias diferentes, todas deben aprender a renovarse para volver a subir.
El Camaleón dice que desde lejos está planeando su regreso recargado, para lanzar «Amarilla» en vivo, como se debe, pero con algo de diferente, considerando que «ya tocaron en todos los escenarios posibles del Ecuador».
Los Alkaloides parecen volver a juntarse. Nico comenta que la banda conversó de nuevo y con el regreso de Charlie, es posible pensar en reunir a la banda. El tiempo lejos, como sea, ayudo a que «pongan las cosas en perspectiva», según dice. Mientras no tocaban, pero sonaban en la radio, «ese espacio medio oscuro», como él lo define, debió haber lugar para reflexionar sobre el legado de su banda y su música. Ahora, deberán pensar desde ahí en cómo mantenerse honestos, dejando que la música hable por sí sola.
Los Petit por su parte sí se despiden por un buen rato. Daniel dice que «estuvo bueno», pero que sí siente que faltó fuerza en el pegue y que hubiera sido bacán concluir muchas cosas que ahora se quedarán guardadas en la memoria. Piensa que si bien la banda fue mucho más de lo que pensó al inicio, como músico no se queda satisfecho, porque siempre debería haber una ambición más grande por detrás. «Si tocas para 2000 personas piensas que es bacán, pero luego te preguntas ‘¿qué si hubieran sido 2500?'».
No obstante, mientras se definen en cómo aprender a ser otra cosa, todos parecen enseñarnos con sus transformaciones que aquí, en esta escena, o en cualquier otra, para sacar una banda adelante se debe entender que «trascender» es seguir avanzando.