Dos años después del lanzamiento del Interruptor #2, la cabeza de Sergio Silva pedía más movimiento para un tercer número. Algo que empezó como un proyecto de búsqueda y experimentación, terminó en las ansias de persistir y darle más ediciones y matices.
Con tantos links generados a partir del Interruptor #1 y más de 130 postulantes para el #2, su propuesta tenía suficiente impulso para seguir. Con una campaña y un concepto por detrás, el 7 de octubre de 2014 Interruptor lanzó la convocatoria para la edición #3 bajo el tema de Ciberespacio.
“Este relanzamiento se enmarca de un momento social y cultural. Es una propuesta más de algo que está pasando en la escena”, cuenta Sergio, director del proyecto. En son de trasmitir el concepto central de esta edición, Silva junto a otras 13 personas emprendieron la realización de un mini video de animación.
Tres meses les tomó sacar este producto que aparte de reforzar la idea de relanzamiento, respondía a nuevos universos de exploración de su mentor: “Mi curiosidad me está llevando mucho hacia la imagen en movimiento”.
El video, disponible en la web, da indicios para pensar que la plataforma de creación de Interruptor podría no ser sólo impresa en el futuro. En el #1, en 2009, ya proponía ilustración, fotografía, tipografía y texto. Esta vez, el proyecto se amplía hacia “todo lo que se pueda imprimir”. Eso quiere decir que incluso moda, arquitectura, diseño o cuentos pueden postularse para participar, siempre que se vean inspirados en la noción de Ciberespacio.
No es sólo papel y dos colores
Los fanzines han adquirido diferentes tonos y propuestas desde los años 40 cuando empezaron a surgir como medio de publicación libre entre grupos aficionados a algo (a cualquier cosa, en realidad). Podríamos ubicar a Interruptor entre los zines que se conciben como arte-objeto y que tienen una propuesta estética particular, que son coleccionables y exponen a artistas o creativos emergentes a partir de un concurso.
Pero más que ser el resultado de un proceso metódico de selección, termina por ser el generador de impulsos sinérgicos entre quienes participan y quienes organizan, como es el caso de este proyecto. “Para mí, no sólo es un proceso de profesionalización –en el sentido de ser un artista que reconoce a otros artistas-, sino que aparte implica calidad y el nacimiento de nuevas relaciones humanas que trascienden el fanzine”.
Varios artistas que participaron en anteriores Interruptores, terminaron por encontrar hilos comunes para armar mosaicos creativos en diferentes formas y tiempos. Ilustradores, diseñadores y artistas urbanos como Francisco Galárraga, Alexis Madrid, o Apitatán son ahora amigos de Sergio y con quienes comparte esa afición por el arte y la creación.
Actualmente, ellos han vivido procesos interesantes en sus áreas y no son lo que fueron aquella vez que enviaron sus trabajos en 2009 o 2011. Es así como éste, al igual que los demás fanzines en el medio, funcionan como un buen registro de la creación en una escena particular donde la producción independiente no siempre se visualiza en medios masivos. En este caso, ese Quito ubicado al margen del mainstream aparece en producciones editoriales valoradas en su propuesta, no necesariamente por su presupuesto.
Las cosas son así. No siempre hay financiamiento y las posibilidades de sacar fondos parecerían aún no ser suficientes. Por eso es que los procesos comunitarios con creatividad de por medio adquieren tanto valor. La producción de Interruptor ahora está establecida en Hormiga como plataforma de lanzamiento. Además, la publicación de la tercera edición de Interruptor se afianzó con la colaboración de Bitácora Cuadernos, sumada a su publicación a través de editorial Pinipedia. No es en vano que a partir de estas colaboraciones han salido grandes proyectos que abarcan a mucha gente y llaman también a nuevos creadores a integrarse en el circuito. La filosofía de juntar a gente y revolver ideas se ve en el Interruptor, pero también en espacios que reúnen proyectos editoriales similares.
El momento-zine
Los fanzines, así como otras publicaciones independientes de pequeños formatos, han encontrado un nicho que los consume y se identifica con sus propuestas. En este momento en el que por un lado hay contenidos de calidad y buenas colaboraciones, y hay también las ganas de verlos; es cuando se puede abrir espacios para exponerlos en conjunto.
La Cachina es uno de esos puntos de encuentro. Se trata de un Festival de Publicación Independiente que tuvo un primer momento en junio, tendrá una réplica en los próximos meses y además contará con su propio stand en la Feria Internacional del Libro de Quito en noviembre de este año.
Ache Vallejo (HTM), director de RUNA Microeditorial y quien produce La Cachina, aplaude el momento que vive la comunidad fanzinera en Quito y Ecuador. “Se vive un momento interesante porque tanto consumidores como productores están encontrando nuevos horizones en las publicaciones. Hay contenidos frescos y sinceros. Siempre ha habido publicaciones, pero ahora son más atractivas y con mejores acabados”.
Para HTM, un proyecto como Interruptor entra en esa lista de publicaciones con un valor adicional, al ser una plataforma para visibilizar a creadores en un entorno multidisciplinario y profesional.