“AZULÆ”, de La Máquina Camaleón, es un disco clave. Marca un renacimiento para una de las bandas más visibles de la música alternativa ecuatoriana.
Roja, el primer disco de “La Máquina Camaleön” —así se escribía antes— data del 2014 según Spotify. El Internet miente. Sabemos que este proyecto surgió un par de años antes, con la publicación de unos demos que, si se escucharan hoy en día, no se podrían relacionar fácilmente con su creador ni con la banda a la que fueron adjudicados.
De todas formas, las fechas no importan tanto como los hechos. En ese momento era poco lo que se sabía sobre este nuevo grupo. Su creador, Felipe Lizarzaburu, era un joven músico recién regresado de Argentina, que antes de irse había formado parte de la agrupación quiteña Totem.
¿Y por qué importa todo eso?
Porque al separarse, Totem y sus miembros se convirtieron —sin pretenderlo— en el germen de aquello a lo que —con cierta confusión— le empezamos a decir “la escena independiente”. Es decir, formaron a las bandas que se convirtieron en la vanguardia musical alternativa local de la década pasada. Y sí, le guste al que le guste, La Máquina, fue puntera en ese movimiento inesperado.
Vista desde fuera, la escalada de esta banda se sentía como un tsunami de río, abalanzándose con irreverencia hacia el mar. Una fuerza sorpresiva y sinuosa, que dejaba ondas de choque a su paso. En menos de una década, La MC —como pasó a llamarse para la posteridad— tocó más veces dentro y fuera del país que muchas de sus pares.
Entre esas presentaciones se incluyen el Festival Hermoso Ruido, Lollapalooza Argentina y el Estéreo Picnic, casi a año seguido. Esos festivales que, de una u otra forma, son el “santo grial” de la industria musical alternativa en Latinoamérica.
A la par, su frontman, auto-denominado como “El Camaleón”, se subió en la ola sin vergüenza, creando un personaje que parecía no tomarse nada en serio, ni lo propio ni lo ajeno. La fórmula le funcionó porque resonó con el corazón de una nueva generación de fans, que afortunadamente se sentía más conectada con los sonidos de su lugar de origen, o al menos de residencia.
La MC no pegó por pretender una búsqueda de la identidad nacional ni un afán de intelectualizar nuestra idiosincrasia. Pegó, porque quería pegar. Punto. A algunos les pegó bien, y a otros, mal. Y pegó también, porque implementó su estrategia en un momento en el que las nuevas tecnologías —que hoy son pan de cada día—, provocaron una especie de big-bang en las posibilidades de producir, compartir y encontrar música nueva.
Esa mezcla de desarraigo y actitud picaresca fue un quiebre. Con ella, La MC se posicionó como la cara más irreverente de un frente conformado por algunos proyectos, que hizo de nuestra sonoridad algo un poco más global.
Para una persona joven creciendo en Quito y sus ciudades cercanas, era un poco inevitable escuchar, aunque fuera de lejos, a esta banda. Si no era porque uno estaba conectado con el movimiento, era porque había visto comerciales de KFC.
“Amarilla”, segunda placa de la MC, fue su punto más refulgente en esta época. Lejos quedaba la inocencia en el sonido de una banda que había arrancado su ascenso abanderándose con el concepto inventado del “pop-platónico”.
El disco era un fenómeno curioso a su manera. Tenía muy poco que ver con el “rock” en su sentido más clásico. Pero, en cambio, fue el vehículo sobre el que El Camaleón y su banda de aquel entonces —conformada casi totalmente por un grupo de chicos que apenas habían terminado el colegio—, despegó hacia un estilo de vida que demostraba que la música ecuatoriana sí podía engendrar “rockstars” de una u otra forma.
No creo que nada de esto fuera planeado realmente por ninguno de los miembros de esta “boy-band alternativa”. De nuevo: su creador quería pegar, aprovechó las circunstancias y lo logró.
Ahora, una década más tarde, las cosas han cambiado. La ola murió en la playa y “la escena independiente” se vio enfrentada con un reinicio forzoso de sus dinámicas después de un estancamiento. Pero “el señor obra de formas misteriosas”, y en ese contexto, la pandemia permitió un florecimiento increíble en la música alternativa de nuestro país. Y La Máquina Camaleón —como se escribe con propiedad ahora—, también formó parte de él.
El grupo que en otro momento fue parteaguas de “la escena”, sacó su tercer disco demostrando que algo se había reacomodado en su sustancia. Ahora, nos muestra que su creador se ha sumergido en el mar y ha resurgido más limpio, más liviano y más honesto.
Por todo eso “AZULÆ”, es un disco clave. Más que cerrar una trilogía, refleja un nuevo quiebre que se siente saludable, y que no por eso ha dejado de ser interesante. Si la Máquina pretendió consolidarse como referente o centro de atención del medio en algún punto, importa poco ahora.
Su último disco vuelve a plantear una paradoja curiosa: pese a ser su trabajo más conceptual hasta la fecha, revela una especie de retorno al ser que está más allá de cualquier narrativa externa. El nacimiento de AZULÆ es el renacimiento de su creador.
Martín González: ¿Dónde quedó, o qué es el “pop-platónico” en este momento?
Felipe Le: Creo que… tal vez este disco es el que más se aproxima a ese intento, ¿no? (…) es bacán que me digas eso porque ya me había olvidado que hablaba esa huevada. (…) Siempre hay esa noción ahí de apuntarle a algo que pegue, así sin tanto prejuicio que suele haber, o que solía haber. Ahora ya no creo que tanto.
Para mí es como que sigue vivo en mi corazón. Sólo ya no es como un término que lo uso. Y creo que tal vez dentro de este disco, Æ es la canción más “pop-platónico” que he logrado hacer (…).
Según la RAE —a la que tampoco hay que creerle mucho—, el pop es un: “Estilo musical de origen angloamericano nacido al final de los años cincuenta del siglo XX, caracterizado por la creación de canciones de ritmo marcado acompañadas de instrumentos eléctricos y batería, y que busca lograr una gran difusión comercial”.
En su video de Youtube, Æ, tiene sólo una fracción de las reproducciones que tienen otros hits de La Máquina, como Shiva o Motora. Y sin embargo, es la canción que más elementos poperos clásicos incorpora desde su concepción. En ella hay un sample de Britney Spears y un estudio de las armonías que manejaba su productor, Max Martin, —léase ritmo marcado—. Y por otra parte, un fragmento bastante reconocible de Apache, canción de Incredible Bongo Band, el tema “más sampleado del mundo”, que, como señala el mismo LE, “dio origen al Hip-Hop”.
Entonces, la canción es una paradoja, y una prueba fehaciente de que La MC está regresando a su origen. Después de todo, la misma RAE define platónico como: “3. adj. Desinteresado, honesto”.
MG: En una entrevista que diste para Noisey (2017) decías que: “el pop tiene una responsabilidad grande ya que genera un nivel de conciencia y una forma de pensar y sentir en la gente. Nos han cagado todo este tiempo, sintonizando con lo peor de nosotros, nos están engañando y nos enferman líricamente con conceptos asquerosos”.
¿Ha cambiado o no ha cambiado esa percepción?
LE: Creo que hay de todo. O sea, hay este pop que no te ofrece nada, pero por ahí, no sé, hasta yo siento que en el reggaeton, que para mí es el nuevo pop, (…) si es que te pones a analizar un poco a profundidad, sí es diferente el tipo de sexualidad del que habla Bad Bunny, al tipo de sexualidad del que hablaban, por ejemplo, los anteriores exponentes.
De cierto modo a la mujer se le integra más en eso de experimentar la sexualidad. Entonces yo creo que es súper interesante porque donde la gente piensa que es lo más banal, —me refiero a más banal porque Bad Bunny es un malcriado dentro de todo, ¿no?—…
Como que hay letras mucho más tóxicas en Chayanne, o en cosas que ni pensamos, que en los manes que ahora son así los “mal vistos”.
Entonces siento que sí, el mundo se transforma y los nuevos exponentes también son un poco… o sea, hagas lo que hagas también son un poco más conscientes, si es que son libres. Estoy hablando de artistas mainstream que son libres dentro de todo. Pero escuchas Justin Bieber y es así, un pendejo (…).
Yo, en mi caso, a este disco le hice más ligero. (…) En los otros discos trataba de dar un mensaje, tal vez… más tripeado. En este, siento que más me quiero divertir a ratos. Igual, dentro de todo, sigo teniendo el mismo trip. (…) Los siguientes discos quiero que sean no tan reflexivos y sólo sensoriales.
MG: ¿Cómo relacionas estas nuevas visiones de la sexualidad y/o el género que el pop actual refleja, con tu visión de que “el mundo debería ser un matriarcado”?
LE: (…) En realidad ha sido un error que el mundo haya sido gobernado por presidentes hombres. La prueba está ahí: son unos idiotas que terminan lanzándose bombas, matando gente. Hasta en el COVID se ve gráficas de que todos los países que fueron gobernados por mujeres tuvieron una respuesta mucho más sabia, mucho más enfocada. Por eso mismo de que la mujer, yo sí siento que, como es madre, por ahí empezó ganando. Entiende esa energía que nosotros nunca vamos a entender. Creo que eso es importante.
Después de haber sacado AZUL, LE y el equipo de Poli Music armaron una especie de “track-by-track” del disco —lo que estaría en el folletín del álbum si se hubieran impreso copias físicas, amén de la nostalgia—, en el que se explican la trama escondida en las canciones y las lecturas emocionales e intelectuales que el compositor tiene de ellas (adelanto que lo que sigue de la entrevista no tiene mucho que ver con eso; perdón por ser un periodista insoportable). Lo que dice al respecto de “SAL”, el tema que cierra el álbum, es lo siguiente:
(…) El mar es un matriarcado. Sí hay rol de género, y el de las mujeres es ser gobernantes, porque ellas lo pueden manejar mejor. “Ella” —el interés amoroso del protagonista de la historia— es la presidenta de la nación que va a trascender en la tierra. El eje de todo mal es el patriarcado. Es porque pueden ser madres, y quién mejor que una madre para saber qué es lo mejor. La hizo Felipe Le con Robert, un amigo de Argentina. También con el Techo.
MG: Estos contenidos profundos están “ocultos” en tu música y me llama la atención que sea así. Me remite al “buentripeo apocalíptico” que mencionaste en otra entrevista. ¿Por qué usar el pop como lenguaje para hablar de cosas trascendentales?
LE: Porque justamente estoy influenciado full por esta corriente de la antipoesía de Nicanor Parra, que ya existe hace años.
Lo bacán de estos manes es que cuando estaban en la universidad, había este grupo que eran los pensadores, los filósofos, los poetas, toda esta gente como “nerd”, y los atletas (…) Los atletas eran así como los que ganaban todo, les veían como estos ídolos.
Entonces los manes se dieron cuenta de que, como hay esta rivalidad entre los intelectuales y los atletas, dijeron: “a ver, juguemos con esto. Hablemos huevadas, hablemos cosas que todo el mundo va a entender y a través de eso (…) ocultemos, dentro de información que parece superficial, algo que te haga pensar así como que: ah, por qué está diciendo esto”.
Sí está oculto dentro del disco y es algo que sí he tenido siempre, pero cada vez como que prefiero camuflarlo más para a la vez llegar a más gente. Que la que no quiere profundizar, no profundice, y la que sí quiere, que se quede ahí pensando.
Éste es nuestro mensaje.
Nosotros denunciamos al poeta demiurgo
Al poeta Barata
Al poeta Ratón de Biblioteca.
Todos estos señores
Y esto lo digo con mucho respeto
Deben ser procesados y juzgados
Por construir castillos en el aire
Por malgastar el espacio y el tiempo
Redactando sonetos a la luna
Por agrupar palabras al azar
A la última moda de París.
Para nosotros no:
El pensamiento no nace en la boca
Nace en el corazón del corazón”.
–“Manifiesto”. Nicanor Parra.
MG: Hablando de lo musical, ¿qué giro le diste a este carácter de “robo” que tenía su música en trabajos anteriores?
LE: (…) En este disco pasa eso pero en momentos más cortos. (…) Antes más como que me robaba entre estructuras o sensaciones. Ahora, literalmente me robo partes: el archivo tal cual, y le utilizo. —Léase de nuevo el inciso que está después de la primera pregunta—.
Esta vez lo abordé ya directamente con el sampling. (…) Bueno, más que sampling-sampling, grabé con gente… hay como 17 músicos en este disco (…), entonces les sampleo un poco a mis amigos, incluso amigos de Argentina…
Siento que es full libre. Entonces esa post-data de robo, en este disco es un poco más el esqueleto, más que antes. Como una idea…
Es como que todo viene del sampling. En realidad nosotros somos un sampling de esta energía unificadora —el amor universal—”.
-LE
MG: Ese es un tema recurrente y casi conflictivo en la obra, ¿no? Cómo te conectas con el “Amor Universal”. Si es usando drogas, o sin drogas.. ¿Por qué empezaste a pensar en ese quiebre?
LE: Porque también es lo que yo estoy tripeando ahora. (…) tratar de ser más sincero. Antes, los otros discos, era tratar de tener este pensamiento así full profundo y transmitirlo pero ahora son cosas súper básicas que son como ser más sincero.
Soy un man que tiene los mismos problemas que tenemos todo el mundo con todo. Entonces, justamente a eso me refiero con “ser más directo”. De cierto modo y sin ser tan explícito, está eso ahí. Y lo pongo de una forma medio linda de escuchar que es como “no necesito drogas para sentir este amor”. (…) Tal vez esa es la razón por la que existen las drogas. Y es porque a veces simplemente estamos cerrados y necesitamos sensibilizarnos porque el mundo nos hizo cerrados e insensibles. Entonces, si en realidad fueras un man súper libre siento que vivirías como si estuvieras en ácidos toda tu vida.
MG: Si La Banda Roja era una banda de rock y la Banda Amarilla era una banda de alt-rock, ¿cómo defines tú a la Banda Azul?
LE: La Banda Azul es el alma de mis amigos en mi compu. Y de las cosas que me gustan. Es justo eso, un sampleo de cosas que amo.
MG: ¿Crees que con este disco te permitiste experimentar más que antes?
LE: Sí, sí. Este, la producción cambió un montón porque antes era todo un poco más a la antigua, así de: “somos esta banda, grabamos con estos instrumentos, y de ahí hago los arreglos”.
Este ya fue como que, primero que nada, por el contexto terminé grabando el disco en mi cuarto (…) en mi compu estuvieron todas las maquetas y a ratos iba a un estudio. Otra parte produje con el Feli Andino, y luego ya terminé produciendo el resto yo. Entonces creo que es eso, (…) un proyecto en el que manipulé cosas que antes no quería topar mucho para mantener esa idea de que sí es una banda. Ahora ya como que sólo es un colectivo.
Eso es lo que creo que es y lo que se va a seguir convirtiendo porque (…) ya voy a sacar mi EP como “solista”, que se va a diferenciar en que ahí voy a mandar todas mis canciones y todos mis trips que son así. Y en cambio en los siguientes discos de La Máquina quiero seguir manteniendo esta forma de crear así, colaborativa y atemporal y sin espacio.
(…) Yo quiero que hayan canciones en las que yo cante un verso, el Rodri cante otro, y como la Paola ya está en la banda, la Paola canta otro verso y tenemos un invitado. Entonces las canciones se vuelven algo compartido entre cuatro o tres y no sólo esta cosa que yo estoy contando todo el tiempo.
Estás buscando el Centro
Todo viene de adentro
Olvídate del tiempo
Y vuelvo a mirar
Como crecen las plantas
El cielo lento cambia
Arriba en la montaña
Y vuelvo a mí”
–“Centro”, La Máquina Camaleón. Compuesta por Rodrigo Capello.
MG: ¿Sientes que eso te libera de alguna presión creativamente? Pensando en que en este disco hay canciones que datan del 2012, ¿se siente como el cierre de un ciclo?
LE: Romper esas barreras de la producción, que a veces me pongo yo mismo, me ha hecho demasiado bien porque, después de todo, es La Máquina Camaleón. Es una máquina.
(…) Me encanta esto como que la banda ya se vuelve un ente que va más allá de las personas y comienza a tener su propia vitalidad…
Sí me liberó de full presiones. Y más que de presiones, por sacar el tercer disco, me da más libertad y me da más ganas de probar más cosas más locas. Sí, más que presiones es más como “darme más chances”.
MG: ¿Este va a ser el último disco conceptual de La Máquina?
LE: Sí, porque ya…
(…) Es como que sí es bacán, pero ya me cansa conectar todo. Es demasiado trabajo (…) y a la final todos los discos son conceptuales. Te juro, cualquier cosa que tú le pongas en 12 canciones, en el subconsciente tú vas a estar contando una historia y va a tener una visión que unifique. Entonces ya no quiero partirme la cabeza y quiero sólo hacer música y disfrutar más del proceso. Eso es lo que siento.
Este disco en un punto, hasta la historia misma es eso. (…) en ese tema (la libertad) que es con Alex (Eugenio), que es un monólogo que le estaba grabando a Alex, es chistoso porque estábamos un día tripeando en el estudio y le hice hablar con ese efecto y el man como, puta, es tan elocuente, comenzó a decir huevadas. Yo le preguntaba cosas y el man dice eso como: “El fondo del mar no es azul, es negro”. Entonces, como que medio que el proceso fue eso, ir full a lo profundo y decir: “broder, es demasiada presión (…)”.
Desde eso: que sea conceptual, que es el tercer disco de la banda y hay full expectativas; todo lo que me pasó en mi vida en estos tres… todo ese tiempo. El mismo éxito relativo de la banda como que sí se volvió una carga. Hasta tocar en vivo en un punto me aturdió. Siento que ahí está sintetizado todo esto de una forma bien abstracta.
(…) En La Máquina el concepto siempre ha sido hablar de esto del mar, pero una vez que llegué allá me di cuenta de que ese no es el camino, así que tengo que irme por el otro lado, por un lado más libre.
MG: Y antes de este momento, ¿qué beneficios creativos te trajo crear este personaje y darle una “mitología”?
LE: (…) tener un tema que hablar, eso sí es lo que me facilitó. Como que decir, a ver: Sol, Mar, son los dos temas principales y el resto es como que está relacionado con todo eso.
Entonces, por un lado, yo creo que cuando creas un personaje te liberas un poco de la presión personal. Ahora ya ni siquiera creo que hay una versión tuya que es “la original”. Creo que hasta el nombre que te pusieron es como que… Cachas, hay full gente que se llama como nosotros, hay demasiada gente, hasta nombres y apellidos. Te pones a pensar y tú te defines full. Dices: “yo soy esto, yo soy esto”. Eso justamente te está poniendo límites, porque en realidad tú puedes ser todo. Y es eso de “La Fuente”, un poco. Que en realidad puedes conectarte con lo que vibre, y ya.
A ningún lado
Donde has estado
Yo te llevo hoy
Mi corazón”
– “Motora”. La Máquina Camaleón.
MG: ¿Y a pesar de todo dirías que hay una esencia musical de la banda? Yo pensaría que son los teclados, pero ¿eso se va a conservar o va a morir en una especie de reinvención sonora de La MC?
LE: Sí hay esa conexión de los teclados… Hay las guitarras del Rodri. Una melodía que toque el Rodri va a sonar a una melodía del Rodri, pero (ahora) es como que obviamente van a sonar menos melodías y hay menos guitarras. Pero sí hay elementos que conectan todo.
El “sinte” que estoy utilizando ahorita en realidad es un “sinte” que he utilizado desde el primer disco. De ahí otros voy cambiando (…) Ya no uso tanto sonido de órgano. Ahora sólo específicamente sintetizador. Volví a utilizar un poco más de piano… ya tampoco tengo un vínculo tan fuerte con mi sinte.
O sea, me encanta el sonido de mi sinte y todo y los sonidos que pueda sacar, pero también estoy súper abierto a que a veces, te juro, puedo sacar un sonidazo que me gusta con un plug-in, directamente digital. Y es como que si tú tienes el oído y le puedes pulir como te gusta, se pueden hacer cosas increíbles. (…) Para mí es como: “hay que utilizar lo que tengas que utilizar para lo que tengas que hacer ese rato”.
Lo mismo que te digo, definirte a ti como una persona, o definir tu proyecto, o definir tu disco conceptualmente hace que simplemente no puedas ir más allá. Entonces estoy tratando de que pase eso…
Nuestro ritmo ha cambiado
C’est la vie ¿Por qué en lenguas he hablado?
Ahora estamos abrumados
Pasajeros
De tantos estados
Pasajeros”
– “Bonanza”. La Máquina Camaleón.
MG: Háblame un poco de los colaboradores del disco. Se siente que el proyecto ha crecido mucho, pero siempre con panas, entonces ¿cómo han nutrido esas relaciones a la música?
LE: Básicamente, en este disco hay canciones que comencé a grabar con la anterior formación, con la nueva. Full cosas que te digo, hice yo.
Habían cosas que, digamos que estaba en mi casa un día cualquiera y venía un pana y como que nos poníamos a joder. Una canción por ejemplo, que se llama “Estero”, grabé con este man que se llama Felipe Maqui, que tocaba con la Paola. Ya ahorita ni siquiera tiene proyecto, pero yo la quería grabar como una canción de él. El man tocó unos acordes y yo dije, “estos tres acordes me encantan y te voy a robar, gracias”.
Otro día, por ejemplo, cayó el Nicola (Cruz) y yo le dije: “tengo estas cosas”. El man probó así unas cuatro canciones y quedaron en dos del disco (…).Como también tenía un estudio donde ensayábamos, en la Floresta, a lado de Oruga, que es este lugar donde ensayaban todos mis amigos, a veces estaba en mi estudio y de repente estaba alguien y yo le decía: «ya, grábate el bajo». El Lucho Cisneros —bajo en Tripulación de Osos— se grabó un bajo así.
Como cosas súper del momento, que es bacán. Y eso sí creo que tiene. Por más que ahorita sí es full de diseño: música programada diseñada y eso, sí tiene ese lado humano.
Cuando estaba en la cuarentena le mostraba cosas a mis amigos y de repente en una el Coco (Gabi Orozco, guitarrista) de Usted Señálemelo dijo: “¡Esto está increíble! Se me ocurre un bajo”. Entonces yo le dije: “Ya de una, grábate un bajo y una guitarra”. En otro tema le tenía pensado al Lucca Beguerie, el baterista de Usted Señálemelo, que son amigos.
Eso también me gusta que no es como que: “ah, pienso en esta persona”. Directamente pasa porque estoy hablando y estoy un día normal, haciendo algo y estoy con un amigo y es como que: “dale, probemos algo”, y así como que fue todas las colaboraciones. Súper casual.
MG: ¿Dirías que estos procesos hablan de una madurez de la banda? Incluso pensando en la edad que tienen los músicos.
LE: Sí, totalmente. Hay frases que no hubiera dicho hace 10 años que empecé a hacer mi primera canción. Como que, estamos en otra situación.
O sea, el Rodri ya tiene un hijo. Muchos de mis amigos ya tienen un hijo. Amigos que se van a casar, se casan o se casarán. Por eso hasta en partes digo que le vuelvo a ese romance más tradicional porque pasa igual (…). A veces me jodía que el casarse es más una cosa de la religión, pero no. Hay ceremonias y hay uniones y digamos que casarse es la forma católica de decirlo pero yaff, es la forma de decirlo y es la forma en que lo van a entender.
En “¡VACÁCIONE Z!” hablo de “esta empresa que nunca te gustó”, este estrés. Es un poco hablando de mí mismo, que no es que nunca me gustó pero muchas veces el sistema te lleva hacia el lugar. Estamos en una carrera estúpida, estás enfocado en huevadas y no estás enfocado en lo esencial. Y sí, es con lo que me voy relacionando ahora, que antes no me podía relacionar tanto.
MG: ¿El hecho de que el disco saliera en cuarentena te permitió analizar tu música de otra forma?
LE: (…) sí me cansaba a veces un poco los conciertos en vivo… Es como que tampoco me voy a quejar de los que eran increíbles pero sí gastas un montón de energía en irte a Cuenca y regresar. O sea, ese fin de semana que pudiste haber estado produciendo algo, o sólo estar tranquilo, ya lo quemaste ahí (…) en los ensayos y toda esa cosa era como que, en un punto estaba saturado.
Por ahora estoy un poco feliz de que no tengo que tocar el disco en vivo y puedo enfocarme en el siguiente. Y si es que vienen los conciertos también voy a estar feliz de poder regresar a tocar en vivo, pero como que sí tuve mi buena dosis de cinco años de estar ahí sin parar. Entonces me hizo súper bien por ese lado, respirar un rato (…).
Para empezar, el disco no se hubiera acabado tan rápido si es que hubiéramos seguido tocando, eso fue lo principal. Y creo que eso nos pasó a todos, ¿no? Como que, parar un rato el mundo y decir: “para qué, y por qué estoy haciendo esto, y ¿vale la pena?” (…).
Y con respecto a eso de shows en vivo, si regreso a hacer shows en vivo va a ser un show así que te vuele la cabeza. No quiero hacer lives porque me deprime. Esa energía no se puede reemplazar. Y justamente, eso también, enfocar que si algún día vamos a estar reunidos sería increíble hacer un show más grande en el 2021 para todo el año, cuatro ciudades y ya.
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Como enfocar mejor esa energía y si voy a hacer esa única vez, le voy a meter todo y le voy a meter así, no sé, diseñar un guión. Que las luces ya sean una locura…
Sí tengo guardadas esas ganas pero tranquilo, me encanta producir entonces estoy sin preocupación. Lo que venga va a estar bien.
MG: ¿Cómo debería llamarte la gente ahora?
LE: Me pueden llamar “LE”, básicamente.
Dicen que la salud no es más que saber estar en paz con las circunstancias que nos tocan. Y dada la naturaleza extraña de la vida, dichas circunstancias suelen estar repletas de paradojas.
Quizás por eso, a una de las bandas ecuatorianas que más ha girado en los últimos años le tocó sacar su disco más esperado en un momento en el que el encierro es norma a causa de una enfermedad. Pero eso está bien, a pesar de todo. Quizás «La MC» también significa: La Música Cura.
No ves, pero sabes que está.
No ves, pero la puedes jugar.
Oye, sabes que es verdad.
La música nos va a salvar”.
– «La Música». La Máquina Camaleón