La fotógrafa ecuatoriana Isadora Romero es hoy una de las ganadoras globales del World Press Photo

por Katicnina Tituaña
Hoy, 7 de abril, la organización independiente World Press Photo anunció los ganadores de su concurso anual. Isadora Romero, fotógrafa ecuatoriana, figura entre los ganadores por su proyecto “La Sangre Es Una Semilla”.

Probablemente muy pocos piensan sobre colonización, migración forzada o racismo mientras mastican una papa, una papa que no saben cómo se llama ni de dónde viene. Es que, bueno, quizá es echarle una carga muy fuerte al tubérculo que no hizo más que crecer y que damos por sentado en nuestros platos. 

Pero tal vez deberíamos pensar más en ello. Pensar más como Isadora Romero, y entender que la desaparición de semillas (de papa, maíz, y otras muchas de las que poseemos en Ecuador) está inevitablemente vinculada con la pérdida de la memoria histórica. 

“¿Qué memoria guardan las semillas si son clones?”, es la pregunta fundamental de La Sangre Es Una Semilla, un video experimental y profundamente íntimo de Isadora, fotógrafa ecuatoriana, y hoy, una de las ganadores globales del World Press Photo.

De formato abierto, el video combina imágenes digitales y análogas, ilustraciones y diseño de códigos binarios, para cuestionar aquellos efectos devastadores, presentes y pasados, de la colonización.  

Fotograma de La Sangre Es Una Semilla

La memoria es un lugar inexacto

En búsqueda de respuestas sobre la familia, la herencia identitaria y la tierra, Isadora visita el pueblo natal de su padre en Cundinamarca, Colombia, y enfrenta el hallazgo de dolorosas realidades antiguas y latentes. Consciente de que «la memoria es un lugar inexacto», este proyecto fue su manera de reconstruir capítulos de la historia familiar. 

Conversaciones con su padre y las memorias de él intercalan las reflexiones de Isadora. La Sangre Es Una Semilla es una narración poco convencional pero excepcional de una historia que, a pesar de ser personal, aborda problemas de preocupación regional y global. 


Mi familia, como la gran mayoría de familias en Colombia, está atravesada por estos conflictos armados que vienen 50 años existiendo.


En 1981, su padre emigró de Colombia, escapando de la violencia y la falta de oportunidades. “Al irse, el pueblo que él conocía quedó suspendido en una temporalidad fantástica”, dice Isadora en una parte del video. Ella me cuenta que creció imaginando ese pueblo fantástico que relataba su padre, hasta aquel viaje.    

Fotograma de La Sangre Es Una Semilla

Un pueblo desierto, suelo erosionado, una maleta lista, la figura de plástico de un soldado. Con imágenes como esas, el video toca temas complejos sobre la agroindustria, los monocultivos y los desplazamientos forzados por el conflicto armado en Colombia.

“Mi familia, como la gran mayoría de familias en Colombia, está atravesada por estos conflictos armados que vienen 50 años existiendo”, señala. “Aceptar que mi propia historia está marcada por estos procesos globales injustos fue súper importante”.

La constatación de la pérdida

Sin embargo, La Sangre Es Una Semilla no solo es resultado de ese viaje. Desde hace algunos años atrás, la fotógrafa ha investigado y trabajado con comunidades que resisten la pérdida de la agrodiversidad y de las semillas, en Ecuador y en Paraguay. 

“Las semillas vienen trayendo todo este bagaje cultural que ha significado que sean transportadas, crecidas, domesticadas e intercambiadas por generaciones. Entonces, cuando se pierde una variedad o una semilla, también se pierde toda esta valoración e información”, explica Isadora.


Cuando llegué no existía nada de eso. Pude ver cómo era el impacto en relación al borrón.


Cuenta que llegar a Cundinamarca fue constatar las consecuencias devastadoras de esas pérdidas literales y simbólicas de los procesos coloniales en la actualidad.

Fotograma de La Sangre Es Una Semilla

“Cuando yo empecé este proyecto, pensaba que me iba a encontrar en el pueblo de mi padre con toda una comunidad resiliente como con las que yo venía trabajando. Cuando llegué no existía nada de eso. Pude ver cómo era el impacto en relación al borrón”.

Adaptarse también es resistir

En 2021, Isadora recibió la Beca en Fotografía y Justicia Social de la Fundación Magnum. El proyecto, que hoy resultó ganador del premio global, fue realizado y concluido durante esa experiencia.  

Según Isadora, este es quizá el trabajo más complicado que ha realizado hasta ahora en su carrera, en términos de logística, pero también a nivel emocional. “Asumir que esta parte de mi familia no son los agricultores resilientes que resisten, sino los que han tenido que adaptarse bien o mal a esta agroindustria atroz. […] Eso también fue súper duro para mí”.

Resulta sorprendente conocer que lejos de haber sido un proceso que perseguía una idea fija, el video en realidad fue tomando forma en el camino, durante su edición. 

Fotograma de La Sangre Es Una Semilla

Además de su originalidad, La Sangre Es Una Semilla posee una tremenda capacidad convocatoria de emociones y curiosidad por lo que da miedo pero necesitamos conocer. 

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Un concurso cuestionado

Fundada en 1955, World Press Photo es una organización independiente, cuyo concurso anual de fotoperiodismo es uno de los reconocimientos más importantes para esta disciplina. 

El concurso seleccionaba tradicionalmente a sus ganadores por categorías de formato. Sin embargo, por primera vez este año, la premiación se llevó a cabo en dos etapas. 

La primera, seleccionando los ganadores por zona geográfica (Norte y Centro América, Sudamérica, Asia, África, Sudeste Asiático y Oceanía y Europa). El 24 de marzo se anunciaron los ganadores regionales en las categorías Singles, Stories, Long-Term Projects y Open Formats. Isadora Romero fue la ganadora de la región sudamericana en la categoría Open Format. 

De esa primera selección, hoy 7 de abril, se anunciaron los ganadores globales para cada categoría, entre los cuales figura la fotógrafa ecuatoriana.


Asumir que una imagen o un proyecto fotográfico está hablando de una verdad global y absoluta es un error.


Este cambio de modelo sucede luego de años de un cuestionado desequilibrio en la representación de los participantes, las perspectivas y los ganadores. Isadora, de hecho, ha sido muy crítica del concurso a lo largo de los años. 

“Asumir que una imagen o un proyecto fotográfico está hablando de una verdad global y absoluta es un error. Lamentablemente las imágenes que son las hegemónicas o las que han ganado estos premios de prestigio son las que construyen al final nuestro imaginario”.

Esta no es la primera vez que la fotógrafa aplica al concurso. Lo viene haciendo desde hace cinco años con la única finalidad de aportar diversidad a las cifras, cuyos resultados, hasta el año pasado, favorecían la mirada eurocentrista. 

Según estadísticas de la organización, “en 2021, solo el 7% de los participantes procedían de América del Sur, el 5% del Sudeste Asiático y Oceanía y el 3% de África”. 

“Es un mega cambio, es súper emocionante para mí”, menciona Isadora. “Esperaría que con estos cambios del World Press Photo, que es la representación de la prensa mundial, también se empiecen a mirar otras maneras de narrar las historias, mucho menos victimizantes, mucho menos espectacularistas”. 

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Mira aquí La Sangre Es Una Semilla:

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