La doble y única mujer: un musical

Foto: JJ Alomía

Musicalizar un poema: ok. Orquestar un relato: muy bien. Orquestar un relato escrito en los años 30 por el sórdido y exquisito Pablo Palacio: ambicioso. Este sábado 18 de abril en el Teatro México, Andrés Noboa estrenó La doble y única mujer, un concierto en cinco movimientos que aspira convertirse en un musical.

La obra de Noboa es un proyecto de traducción: llevar al lenguaje musical el experimento literario de Palacio que intenta explicar las “actitudes intelectuales” y las “conformaciones naturales” de una mujer que en realidad son dos, unidas por la espalda: Yo-primera y Yo-segunda. Pero, ¿cómo imaginar lo doble y lo único en la música?

Con “una serie de expresiones difíciles”, responden Palacio y Noboa. Dos bandas sobre el escenario: La Orquesta Interbarrial y Pies en la Tierra. Dirigir, en total, catorce músicos: cinco vientos, violín, piano, teclado, batería, marimba, bajo, guitarra y dos voces, a los que se suma el talento de puesta en escena, vestuario, luces y sonido.

Foto: JJ Alomía

La Yo-primera y Yo-segunda de Noboa, son Cecilia Dávila y Camila Terán. Definitivamente dos: la prueba está en la mitad del escenario, en dos vestido a rayas. Pero la voz…la voz parece una sola: en el timbre, en la coreografía. La orquesta las enfrenta. En el tercer acto, la música muta de la dualidad a lo siamés. Las mujeres, ahora unidas por la espalda, murmuran palabras irreconocibles, parece que conversan. Luego salen y no entrarán más.

En el cuarto y quinto movimiento -el quinto es el del amor-, la doble y única mujer se convierte en la doble y única orquesta. Inician los mismos problemas de singularidad que tuvo Palacio: ¿Cómo imaginar un sonido siamés? Para Noboa, la clave está en las dinámicas de un musical.

Foto: JJ Alomía

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