Jaime Guevara: El cantor, remiso y de contrabando

por Radio COCOA
Hablar de Jaime Guevara es sinónimo de lucha y resistencia social. “El Chamo” es una leyenda urbana que se ha mantenido de pie sin que ningún tirano pueda detenerlo.

Texto por Christian Pillalaza

Corría mayo de 2018 cuando me puse en contacto con Jaime para hacerle una entrevista. En ese entonces yo era un estudiante universitario de Ciencias Políticas y de Periodismo y nos habían asignado escribir el perfil de algún personaje que nos interesase.

En la memoria de un país llena de injusticias, y luchas constantes, marcadas por el poder y la incertidumbre en el acontecer nacional, Jaime encaja perfectamente como un trovador de la historia del tejido nacional de las últimas décadas. Una voz legitima alejado de los círculos de poder y, para mí, evidentemente un artista que evocaba el apasionamiento y rebeldía de mi adolescencia por actuar en contra de lo injusto.

Ese año, el debate público en Ecuador estaba marcado por el asesinato de los tres periodistas de El Comercio a manos del Grupo Armado Organizado Residual colombiano “Frente Oliver Sinisterra”; el giro ideológico del gobierno de Lenín Moreno y su ruptura con el correísmo; los efectos persistentes del caso Odebrecht; el debate sobre la libertad de prensa y expresión; así como una serie de atentados en la frontera norte. Es en ese contexto que nació este texto que ha permanecido guardado durante el tiempo transcurrido y que hoy encuentra un espacio ante la delicada situación de salud que atraviesa Jaime.

Las historias de Jaime que leerán a continuación están vigentes porque en el contexto de cualquier época del Ecuador constituyen una versión legítima de nuestra historia, evidenciando que las represiones son peligros latentes en el orden global contemporáneo.

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La memoria es frágil. Para algunos, Jaime es únicamente el cantautor hippie que acusó al expresidente Correa de “marihuanero y borracho”, pero para muchos en su memoria, es un símbolo del movimiento rock anarquista que emergió en el convulso Ecuador de finales del siglo XX.
Jaime me recibe en su departamento a las 6 de la tarde, en el barrio La Mariscal. Su departamento es hogar de una pequeña pero muy significativa muestra del movimiento anarquista y de la lucha social. Violeta Parra se pierde con Jacques Brel entre los libros de música, su guitarra de palo y el cuarto empapelado de afiches manuscritos a escala de grises y colores.

Su mundo musical está también inscrito en sus dos hijas: Flor Govinda y Natalia Libertad. Jaime se casó pero al poco tiempo se divorció y se hizo cargo de ellas. La música y sus ideales inspiraron sus nombres, Govinda es otro nombre para el dios Krishna, y Natalia por la canción Natalí de Gilbert Becaud.

También destacan entre sus paredes los carteles de protestas por los Hermanos Restrepo, los 10 de Luluncoto, el feriado bancario e innumerables causas sociales. Su memoria cruza a Augusto Pinochet y Rafael Correa, a las historias de tortura en las cárceles de Ecuador con su propia realidad y a la justicia con su nombre.

A Jaime se lo ha visto en las plazas, en las marchas, en los escenarios o fuera de las cárceles. Ya en sus seis décadas se mantiene con la frente en alto, imponente, en jean, melena color experiencia, bufanda hippie y guitarra en mano. Jaime es un trovador de nuestros tiempos, de la historia reciente. Ha creado innumerables canciones por cada protesta a la que ha asistido. No se salvó Mahuad, no se salvó Correa, no se salvaron los militares ni los policías.

Es común ver a Jaime entre las protestas del Centro Histórico, en la Plaza de la Independencia, cantando y alzando la voz por cualquier persona que nunca conoció, pero que el solo hecho de ser humano lo convierte en su hermano.

“Hermanos hay que nos dio la familia
Y a veces se dispersan por el mar
Y amigos hay que nos brindó la vida
Que ahora vienen y después se van”
Canción: Amigos hermanos

La guitarra de palo y los chapas

Imagen vía Jaime Guevara Fans. Facebook.

 

Jaime tuvo su primera guitarra cuando tenía ya casi dos décadas de existencia. En esa época la vida era distinta, no existía internet ni redes sociales. La música extranjera venía en vinilos LP mucho tiempo después de que se estrenaran. “Había que hacer cuotas con los amigos, y alguno viajaba a Ipiales a comprarlos: The Doors, The Beatles”.

“El Chamo” recuerda sus primeros conciertos en el país. Hombres con cabellera larga e imponentes guitarras eléctricas eran el contraste con un Jaime en jean, camiseta y guitarra acústica; no niega que esto generó rechazo entre sus pares, pero el tiempo le daría su estandarte en el corazón del rock ecuatoriano.

Era el inicio de la música protesta ecuatoriana moderna. En esa época a los rockeros les llamaban “los melenudos” y no había concierto en el que la Policía Nacional terminara haciendo una redada y deteniendo a unos cuantos. El rostro de Jaime se vuelve sombrío al recordar esos momentos. “Chapas” con tijeras listos para rapar a los “inmorales” melenudos. Jaime recuerda las redadas en la Universidad Central del Ecuador: cercaban los escenarios y solo quedaba decidir si se querían los toletazos que venían de la Avenida Universitaria o los de La Gasca.

Defendió el anarquismo y continúa luchando ante las injusticias sociales. ¿Cómo comenzó? “En la época de la dictadura se aguantó de todo. Durante el gobierno de «Bombita Lara» hubo batidas contra los melenudos, nos habíamos multiplicado, venían los medallones, cinturones anchos, pantalones acampanados, etc. Y todo eso constituía una ofensa para las autoridades. Él ordenó por decreto la prohibición de pelo largo en los varones y de barba, porque creían que terminarían de guerrilleros. Igual ocurría con las chicas con la falda larga, identificadas como hippies. Les salían a perseguir y les ridiculizaban, les rompían las faldas, les decían cabezonas”.

Jaime ha vivido del dinero obtenido por medio de las tocadas como parte de su carrera solista y tras fundar la Hot Cholo Blues Band hace varias décadas. Además, Jaime trabajó como profesor de música en el colegio Pachamama. Con el tiempo su música tomó nuevos rumbos. Su tarea era «al principio, transmitir meras vivencias comunes, pero también tomar una postura frente al mundo existente”.

La política ecuatoriana siempre dio de qué hablar. Desaparecidos, secuestrados, asesinados, corruptos y ladrones de cuello blanco. El sufrimiento y la indignación se convirtieron en melodías y acordes. A cada nuevo acto de injusticia, Jaime le componía una canción y con ella la voz acallada de todo un pueblo cobraba vida.

«Yo soy Jaime Guevara y quiero ayudarles»

Jaime Guevara junto a Pedro Restrepo

 

En la última década, las horas más tristes de nuestra historia moderna fueron capital de la máquina propagandística gubernamental para descalificar a los actores políticos nacionales. Hablar con Jaime es recordar esas horas infernales verdaderamente desde el pueblo. El popularísimo feriado bancario, por ejemplo, a través de su memoria y su música recobra genuinamente el sentir de los ecuatorianos:

“Él dijo que sabía cómo hacerlo 4
Y sí que nos los hizo de verdad
Multiplicó por veinte cada precio
Cuando nos arranchó la luz y el gas
Le dio la propina a los banqueros
Y al pueblo solo caridad”
Autor: Jaime Guevara

Si alguien tiene autoridad, además de la propia familia, para hablar de los Hermanos Restrepo es Jaime Guevara. Recuerda acercarse a don Pedro Restrepo en 1989 en la Plaza de la independencia. “Yo soy Jaime Guevara y quiero ayudarles”, les dijo. Semana a semana, todos los miércoles se juntaron durante 30 años con una guitarra y bocinas reclamando al Estado por los jóvenes hermanos.

“Jaime está a la altura de Gandhi, Mandela y Martin Luther King”, comenta Pedro Restrepo. “Él es anarquista puro, es leal a ella y la defiende. Su ideal es el apoyo a los débiles, a quienes los maltrata el Estado. Esa es su vida: apoyar las causas justas, a quienes no tienen poder pero son atropelladas por el poder”, agrega. María Fernanda Restrepo, hermana menor de los desaparecidos comenta que “Jaime es como un padre de protesta. Siempre ha estado ahí desde niña”. Jaime vaticinó la magnitud que llegaría a tener este caso en la sociedad ecuatoriana y los apoyó con su música y su protesta para sumar adherentes.

Quizá los nombres Luis Alberto Velazquez, María Fernanda Guerrero, Lizbeth Campoverde u Orlando Pacheco Aguilar no le parezcan familiares. Ellos también son desaparecidos, muchos no tenemos idea de quiénes son, pero Jaime ha estado ahí, día a día, con su guitarra en voz de protesta en las plazas y en las calles peleando por su aparición. Estos son solo un par de ejemplos de su lista incesante.

“Asómate mi cariño, mi compañera y mujer,
Extraño tu desaliño, extraño tu amanecer,
Asómate yo te busco, de sur a norte me voy
Y no te encuentro en el musgo, ni libre ni en la prisión
Asómate mi buen hijo, vinieron ellos por ti
Después no había tu archivo, después nunca te vi
Asómate yo te busco allá en la gobernación
Y no te encuentro en sus muros ni libre ni en la prisión”
Canción: Desaparecidos

“Me desperté cuando me estaban llevando hacia la celda”

 

Jaime Guevara. Imagen vía El Comercio

 

El semblante de Jaime cambia de manera inesperada. De pronto deja la taza de agua a un lado, se regocija y me mira fijamente sin parpadear. Sus ojos oscuros se engrandecen y comienza: “Me llevaron al SIC (para investigarme), había sangre en las paredes, había un muchacho tirado tras darle cadenazos. Uno de ellos me dice: Ñañito, nos van a sacar a camellar, ¿cómo? Ñañito, aquí los duros nos hacen robar y luego hay que entregarles a ellos”.

El segundo piso del edificio, un cuarto de torturas, estaba adornado con un escudo del Ecuador. “En la cárcel vi la soga de colgar. El agente que me condujo me dijo: Mira, hijito de tal y cual, si sigues jodiendo, vas a terminar ahí, te trepamos al vía crucis o quieres la cama china, era un sommier al que le conectaban electricidad”, relata.

Jaime recorría el país con su guitarra y no tenía miedo a enfrentarse a ningún opresor. El precio fue mucho mayor: “Una vez me hicieron el trípode, me pusieron esposas en las muñecas con los brazos atrás, me pusieron la cabeza en el suelo y las piernas abiertas. Empezaron a darme garrotazos y palazos y una serie de golpes entre varios. Claro, uno tiende a caerse y ahí es párate, a ver, ahora grita, ahora chilla. Me volvieron a poner en la misma postura y dale, dale al garrotazo y a los palazos y todo. En eso yo sentí un golpazo en la cabeza, muy fuerte que creo me hizo perder la consciencia brevemente. Me desperté cuando me estaban llevando ya hacia la celda”.

¿Ha valido la pena tanto dolor? La tortura en la cárcel no fue lo peor, lo que cuenta posteriormente es para asombrarse aún más: “Con posterioridad a este evento, comencé a tener los primeros síntomas de la epilepsia. Es porque tengo… no cisticercosis, como dijo su majestad (Rafael Correa en una sabatina), sino tengo un tumor en el temporal derecho***. A raíz del caso Restrepo ese tipo de torturas se terminó”. ‘

Jaime reflexiona y aclara que estas historias no son motivo de orgullo ni anécdotas que le plazca contar. La injusticia y la vulneración de derechos las ha vivido en carne propia y cada día peores. El resultado: lesiones incurables y enfermedades mentales.

El Chamo Guevara no le tuvo miedo ni siquiera a Pinochet. Corría la década de los 90 y el General pisaba Ecuador. Jaime se enteró con un grupo de amigos que estaría en un hotel muy conocido. El General llegó y sus amigos no aparecieron. Jaime se lanzó y le increpó: “Asesino, lárgate de mi país”. La seguridad cayó contra él. Posteriormente lo dejaron en libertad.

***Eventualmente, el diagnóstico de Jaime cambió,  pero continuaba afectando su cabeza igualmente.

Su majestad

Imagen vía Acordes Web

 

Jaime se volvió famoso en la esfera política contemporánea cuando el ex presidente Correa se refiriera a él en algunas sabatinas y lo nombrara en sus ruedas de prensa. “Borracho, marihuanero”, fueron las expresiones de Correa. Según él, Jaime olía a licor y no podía articular bien sus palabras. Estaba inefablemente dolido porque paró la caravana presidencial solo para hacerle “un yucazo”.

La realidad de Jaime difiere sustancialmente. En primer lugar, es un hombre abstemio. Días antes, en una protesta ambiental, disparos con balas de “paintball” atacaban a jóvenes y señoras cuando las cámaras de TV se fueron. Al día siguiente, Jaime mientras caminaba por el sector El 7 Dorado, se encontró con la caravana presidencial. La irreverencia de Jaime lo animó a “ hacerle un yucazo”, sin siquiera saber quién estaba en uno de los carros“.

Probablemente alguien importante, “el más importante de los importantes”. De pronto, Correa, quien tiene veinte veces honoris causa paró la caravana y se bajaron tres policías con fusiles. “Quédate quieto ahí. Me punzaron con los fusiles y me dijeron: no te mueves de ahí”. Se abrió la puerta del primer carro y salió “Su Majestad”.

Corrían las 9 de la mañana y “delante de toda la gente me gritó: A ver, borracho marihuanero, ven acá, solo los dos, ven acá. Entonces yo les dije a los policías: miren, me está provocando. Ellos me dijeron expresamente: te mueves, te reventamos los huevos. Y claro que no me podía mover porque estaba apresado por los fusiles. Él ordenó mi detención. Como él me gritó, yo le correspondí: ¡Me demuestras que soy borracho y marihuanero!. Y dijo: y miedo que te tengo. Yo le dije: es más, yo mismo me subo. Los policías me empujaron y le dije: no me tocas, yo voy caminando solo. Quería subir a la patrulla de la caravana presidencial. No me lo permitieron. Me dejaron con un policía de las motos para que me entregara a otro patrullero. Pasaron 15 minutos y me dejaron ir”.

Borracho y marihuanero
A este fumó malandrín
Llévenlo de prisionero
Les ordenó él, al partir
Pero en ningún patrullero
Me quisieron recibir
El me cayó a cadenazos
En prensa, radio y TV
Vuela, vuela gallinazo,
Mientras yo sigo de pie
Y aquí, se acaba el yucazo
Que le brindé a Rafachel….
Canción: El Yucazo del adiós

***

Ya es medianoche, 6 horas de entrevista, y luego de varias canciones se aprecia un leve temblor en su mano. Pese a ello, sus principios han hecho que “El chamo” no deje los escenario. Mientras la salud lo ha permitido, Jaime ha continuado entre escenarios, plazas y calles. Como dice su canción: Mientras hay quienes vuelan como gallinazos, él sigue de pie. Los conciertos se llenan a montones y sobre todo de jóvenes: de aquellos rebeldes a quienes no les han robado la libertad. Jaime hace su parte, inseparable de su fiel compañera de palo “máquina mata fascistas”.

 

Concierto solidario

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