El diccionario define que un GEN, de una u otra forma, es un pedazo de ADN: un trocito de información molecular flotando en medio de la nada que cuenta con el poder de definir qué forma tendrá un ser vivo.
Irving Ramó quizo redefinir ese concepto a través de sus curiosidades como artista y diseñador, y logró expandirlo en el lienzo, experimentando con el óleo. En medio de la nada, enmarcados dentro de ese trozo de tela blanca, sus trazos se convierten en una exploración del cruce entre lo abstracto y lo material, los símbolos y las personas, lo críptico y lo descifrable. Cada personaje que protagoniza ese diálogo desde la mirada del pintor, se convierte en un gen, moviéndose por el vacío y materializándose dentro de él con una forma única.
SOL, por Irving Ramó.
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Después de haber consolidado una carrera notable como diseñador y director de arte (definitivamente recordarán su trabajo si han ido a algún concierto o han visto el nuevo disco de los Swing Original Monks), Ramó decidió dar un salto hacia adentro para revelarle al mundo una serie de bocetos que reflejaban una faceta mucho más personal de su trabajo. «Siento que de alguna manera estoy justificando y siendo más responsable con ideas que siempre he tenido. Siempre habían quedado en bocetos y ahora cambia un poco la pirámide de prioridades y se va sumando esto que es lo que más amo hacer».
Su nueva exhibición, GEN, propone la «convivencia» de los lenguajes de la pintura clásica al óleo y el diseño. Cada personaje que habita dentro de los cuadros ha sido retratado de forma realista para flotar en un espacio en el que está invadido o contenido por una especie de «matriz» de símbolos abstractos.
Nada es casual. Por el contrario, el trabajo resulta también de una investigación rigurosa que viene heredada de su faceta de diseñador. Según cuenta, desde hace un tiempo Ramó ha estado indagando en los símbolos y los glifos de las culturas mesoamericanas y sudamericanas para entender bien su morfología y poder generar sus propios símbolos «con la misma intencionalidad». A esto lo llamó un «aprendizaje gráfico».
GEN.
Todos hemos visto alguna vez o nos hemos hecho la idea de cómo es la constelación infinita de ceros y unos que pueblan el interior de nuestros aparatos electrónicos. GEN es una reinterpretación de esa red de alguna manera. Los glifos que Ramó pinta inspirado en las culturas antiguas de nuestro continente parecen ser los ceros y unos que codifican la aparición de las personas dentro de cada cuadro.
«GEN es una red de energía que está materializada con símbolos, con formas y que es la materialización de la energía única de cada uno de estos personajes. Lo que dice GEN es que tú estás en esta red, tú tienes esta forma y la puedes modificar», explica Ramó.
En ocasiones, los personajes parecen ser solo una veta fugaz de energía y no sabemos si se están esfumando o si están apareciendo. En otras, las personas son contenedores de la red mientras parecen estar flotando en medio de la nada, mitad abstractos y mitad reales. Cada individuo que forma parte de la muestra convive con la idea de un gen que parece haber brotado con su forma particular de la matriz de símbolos que habitan en la imaginación de Ramó.
De alguna forma, dos lenguajes que remiten al pasado -los símbolos y el óleo- se traducen a la visión del artista y reflejan un carácter fuertemente contemporáneo y enérgico en cada pintura. No porque los símbolos sean precolombinos ni la pintura al óleo remita al Renacimiento quiere decir que éstos elementos tengan que sentirse estancados en el tiempo. Por el contrario, ambos renacen con mucho dinamismo y cargan de electricidad a cada personaje en el lienzo.
TENSIÓN.
Cada ser dentro de GEN tiene su propia vibración y está en un viaje en el que podría flotar en el abismo, o contenerlo dentro de sí. Como dice el artista, «es básicamente una metáfora de la energía».
GEN se encuentra expuesta en la Galería +ARTE hasta el 8 de septiembre. Vayan y piérdanse dentro de su matriz abstracta y atrévanse a repensar los símbolos que conforman el código de su propia energía.
