Horamen brinda oscuridad a la historia ‘feliz’ de la cultura La Tolita

por Ga Robles
La obra de arte contemporáneo Horamen transgrede la historia lineal y romántica que nos contaron de la cultura La Tolita. Con esculturas hechas con crisoles, nos acerca a lugares oscuros de la historia del Ecuador y a vacíos que no notaremos jamás en los museos.

Horamen es una palabra que no existe en el diccionario y es ese el nombre que Adrián dio a la primera exposición de arte contemporáneo que hace en un museo. Ese vacío semántico, que también se siente como un vacío cultural en la isla La Tolita Pampa de Oro, fue el diamante con el cual el artista contemporáneo de 27 años talló su propuesta.

Los libros de historia de la escuela nos hablaron de La Tolita como una cultura precolombina próspera, y probablemente una de las más importantes de la región entre el 500 a.C. y el 500 d.C. Fueron grandes orfebres que trabajaron metales como el oro y la plata, pero también el platino, un material que casi ninguna otra cultura pudo fundir en la época. La isla la Tolita, según esta historia, fue un importante centro de ceremonias y punto de intercambio comercial. Lo que no nos contaron es qué pasó después. Lo que no nos contaron es cuánto significó para el país años más tarde.

 

Radio COCOA exposición Horamen Museo de El Alabado

Cuando entramos a una de las salas de El Alabado nos encontramos con un ambiente iluminado, sin muchos detalles, en el que reposan dos esculturas en los dos extremos del lugar. Son estructuras metálicas oxidadas sosteniendo crisoles (contenedores de arcilla donde se funden los metales) de diferentes tamaños y épocas. Algunos pertenecen a tiempos pre-colombinos, otros, tienen apenas un par de años.

Aunque a primera vista sea un ejercicio incomprensible, el arte contemporáneo cuando se lo propone, lanza contenido simbólico potente y este es el caso de Horamen. “Normalmente se espera del arte que sea una luz sobre el mundo, pero el arte puede ir por la oscuridad. No tiene ese lugar que tiene la ciencia de aportar conocimiento”, dice Adrián para introducir una obra que no intenta descubrir el agua tibia de la historia precolombina. En cambio, sí sugiere rebuscar en las estructuras del poder sostenidas en el tiempo para entender otros lados de la historia.

En los años 30, el italiano Donato Yannuzzelli adquirió la isla que en ese entonces era una hacienda (ojo, antes sí podías ser dueño de una isla en Ecuador) y se dedicó a transformar todo yacimiento hallado y a recolectar el oro de las tolas (montañas hechas por humanos donde guardaban objetos de arcilla y metales preciosos). Todo un equipo de gente afro se mudó a la isla para trabajar para Yannuzzelli. Dinamitaban las tolas, excavaban por días enteros y seleccionaban lo más valioso -en términos de equivalencia de dinero, porque para ese entonces no había noción de valor histórico de las piezas, claro está-. Todo ese patrimonio era fundido en crisoles y pasaba a ser parte de sus arcas. Más adelante, los lingotes de oro hechos a partir del oro de la Tolita pasaron a ser parte de la reserva nacional de oro del Ecuador.

Escultura de crisoles en el territorio, en La Tolita Pampa de Oro / Foto: Cortesía del artista

Hoy, Carlos Pareja Yannuzzelli, antes de salir prófugo a Miami, construye una escuelita del milenio en el territorio que habría sido de su abuelo en el pasado. Carlos Pareja Yannuzzelli, también reconocido como Capaya, a través de su paso por la administración de una empresa estatal, mostró que el poder y el acceso al capital se perpetúan en el tiempo y sobrepasan el valor simbólico de materiales como el oro o el de un territorio que pudiera ser uno de los puntos arqueológicos más importantes del país.

Horamen en el territorio donde se ubicó la Tola La Pajarera / Foto: Cortesía del artista

Está claro que nada que ver con la realidad actual. “Pero la Tolita no tiene museo de sitio, no hay presencia del Ministerio de Cultura, no hay presencia del INPC. Ha habido varios intentos de setear un museo, pero hoy sólo hay uno privado, del Señor Alarcón, un museo precarizado de un hombre que vivió ahí y planteó el museo desde lo que él entiende por museo. El otro es de la escuela, en donde se utilizan pupitres para exponer las piezas”.

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A inicios de 2017, el programa Zarigüeya / Alabado Contemporáneo le invitó a Adrián a dialogar con la colección del museo y como resultado, realizar una exposición. Horamen nace de la interpretación de esas observaciones que el artista hizo en La Tolita Pampa de Oro, ubicada en la provincia Esmeraldas, en donde se encontró con más sorpresas y contradicciones que las que le contaban los libros de historia prehispánica del Ecuador. Horamen es la tercera de una serie curada por Manuela Moscoso, Manuela Ribadeneira y Pablo Lafuente y Adrián es el primer ecuatoriano invitado.

Balseca lo materializa en dos esculturas armadas, las que describimos en un inicio: crisoles de arcilla y grafito sostenidos por brazos metálicos desgastados. Los contenedores muestran los vacíos, los horámenes, y están ubicados en forma de constelación, basándose en el mapa con la ubicación original de tolas en la isla. La diferencia es que las tolas son montículos, o mejor dicho fueron, porque los huaqueros las destruyeron y dinamitaron en busca de oro.

Mapa en el que se observa una constelación formada por la unión de puntos donde se ubicaban las tolas en la isla / Imagen: Cortesía del artista

Toda la historia queda acumulada como sarro, en la profundidad de aquellos crisoles: la historia del extractivismo en tiempos donde no se sabía cuánto importaba el patrimonio arqueológico. En tiempos en los que no se visualizó cuánto significaban las figuras de oro -en tanto figuras- que fueron convertidasen lingotes guardados en lo más profundo del Banco Central.

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Junto con Daniel Miranda (Boloh), el productor de la obra, recorren la isla y se cuestionan las dinámicas de poder que han trascendido el tiempo, así como los significados de esas piezas y de ese territorio para el país. “Es paradójico que esta destrucción haya tenido como finalidad extraer la mayor cantidad de oro en lingotes, sin importar su valor artístico y que ahora sea un banco quien protege el oro de La tolita como piezas artísticas y estéticas”, reza el catálogo de Horamen.

Horamen en la Tola de la Escuela. En lugar de fotografiar los crisoles con fondo negro, los llevaron al territorio de donde son originarios. De esta forma se siente el vacío / Foto: Cortesía del artista

Adrián se asombra de esa y otras paradojas como que La Tolita es una de las culturas más importantes del país, posiblemente fue la región más rica, “y sin embargo hoy es parte del territorio más pobre del país».

La exposición sigue en el Museo de El Alabado en la Cuenca N1-41 y Bolívar, en el Centro Histórico de Quito.

 

 

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