Guía para Festivalear como Dios Manda

por Martín González

Para quienes amamos la música y todo lo que la acompaña, los festivales -locales, internacionales, pequeños, grandes, aniñados, de gueto, con un escenario, con dos, en la calle o en el campo- son cruciales. Estos espacios, donde la gente de todos los colores y olores se reúne, con el único propósito de homenajear y gozar su amor por la música, son todo un rito. El antes, el durante y el después de un festival no son para tomarse a la ligera. Ya que ha llegado ese momento del año en que se difunden los line-ups de los festivales de música alternativa más famosos de Latinoamérica (Lolla, Estéreo Picnic), en nombre de Radio COCOA nos permitimos ofrecer a la damita y al caballero una «Guía para Festivalear como Dios Manda». Sea su primera o su enésima vez en ir a rendirle culto a los sonidos que le aceleran el corazón, aquí encontrará algunos consejos útiles y bien intencionados que ayudarán a hacer de su experiencia algo más ameno. De festivaleros para festivaleros. ¡Venga!

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Onda Vaga. Lollapalooza Argentina 2014.

1.

Previo a un festival, es de vital importancia realizar un sondeo de las bandas que conforman el cartel, para definir con qué estatus estará asistiendo al evento. De conocer a la mitad, o más de la mitad de las bandas, puede definirse a sí mismo como un melómano experimentado y activo. A medida que vaya disminuyendo en su noción de quiénes tocan, podrá ser calificado como un fan modesto, un entusiasta novel, un novelero simplón o alguien que fue arrastrado y no sabe por qué está ahí. Siempre y cuando no recaiga en las dos últimas categorías, no importará la clasificación en tanto el espíritu festivalero de compartir y descubrir música prevalezca. Al fin y al cabo, para eso están estos eventos, para que los artistas compartan un momento de descubrimiento con el público que va a verlos. En caso de no tener mayor conocimiento de las bandas que tocan, es válido someterse a una sesión intensiva de actualización vía Youtube, Soundcloud o Bandcamp (en ese orden, todo dependerá de qué tan «alternativa» sea la banda).

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Swing Original Monks. Bulevar NNUU, Quito 2014.

2.

Consideraciones más pragmáticas del antes de un festival pueden incluir varios elementos. La determinación meteorológica para una preparación óptima de la vestimenta, es de vital importancia. Una vez realizada, la ropa seleccionada en cuestión deberá incluir una dosis balanceada de  dos posturas: «me vestí para que todos sepan que soy increíblemente alternativa/o» y «vine preparada/o para asolearme cual lagartija o resistir al frío del páramo».

Alternativas plausibles y válidas en la indumentaria festivalera incluyen:

  • La clásica camiseta de «Unkown Pleasures» (o cualquier otra iconografía de la banda de post-punk o grunge favorita);
  • El bividí exhibicionista para tatuajes;
  • La chaqueta de cuero o jean raído con parches de Rancid, The Casualties, Sex Pistols, etc. y/o el símbolo de la Anarquía;
  • La falda larga pseudo-hippie para las chicas, o el poncho robado de la abuelita;
  • La camiseta negra con el estampado deslucido de alguna banda de heavy metal, curtida por muchas puestas seguidas.
  • Como toque final, son infaltables las gafas Ray-Ban de marco cuadrado (no importa si son originales o compradas a $10 en la playa).

3.

Una vez definida la vestimenta, hay que tomar en cuenta qué cosas infaltables han de conformar los bolsillos o la mochila del individuo festivalero. Las llaves de la casa para el retorno tardío y tambaleante; el teléfono para pretender que con él podrá hacer y escuchar llamadas durante los shows; la billetera con el dinero justo para ir, volver, comprar el líquido vital y las sustancias energéticas previas al show y quizás, si la economía lo permite, algo de comer para no desfallecer. Un iPod o MP3 para la ida en bus y el retorno nunca están de más, para aquel fan empedernido al que no le basta con ver a la banda en vivo y necesita revivirla con los audífonos. Una vez que todos estos elementos han sido cómodamente ubicados en un morral desgastado, o en los bolsillos, es posible aventurarse al lugar del concierto.

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Entrando al País de las Maravillas. Lollapalooza 2014.

4.

El Durante del Festival es un momento crucial, capaz de llevar al límite el aguante físico del fanático. Que no lo tome desprevenido, pues el ver música en vivo es una prueba de resistencia comparable a una maratón. Sólo piénselo, hasta 12 horas de pie, a merced del clima, ahogado en un mar de gente. Eso sin contar el sagrado pogo, expresión de la poesía más primitiva y emancipadora del escuchar música como un desahogo espiritual, o como diría el cantante de su grupo favorito, ese momento en que el público «¡¡¡¡se saca la C»=$!)A!!!!».

Desde la llegada al festival, deberá tomar en cuenta el encuentro con los agentes de seguridad, a quienes podrá ignorar una vez pasado el control, o llamar «cerdos» constantemente de acuerdo a su afiliación subcultural. ES PECADO GRAVE llevar correa a un concierto, se la quitarán sin vacilar. Este punto nos regresa al tema de la vestimenta, resaltando lo crucial que es seleccionar aquél pantalón que, aunque camina solo por sucio y viejo, no falla a la hora de abrazarse a usted como quinceañera bailando el vals. El chequeo con la seguridad dependerá más que nada de su actitud. Mientras más calma y buena predisposición demuestre, es menos probable que le bloqueen, que le obliguen a quitarse los zapatos, o le impidan entrar con acompañantes como aquella Caña Manaba que tan inteligentemente intentará esconder en su bragueta.

Una vez adentro, el país de las maravillas es suyo. A lado del escenario no existen la política, la pobreza, las religiones, las guerras. En el aire sólo se respira una cosa, emoción por ver a los ídolos tocar en vivo. Bueno, eso y el perfume de María, ese olorcillo oloroso tan reminiscente a los conciertos desde Woodstock hasta el Urban Fest. No obstante, a la fantasía también la acompañan ciertos elementos que nos recuerdan que estamos compartiéndola con un montóoon de gente.

 

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Quitofest 2013. Día del Metal.

 

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Pogo. Quitofest 2013. Día del Metal.

Prepárese, porque está a punto de vivir el símil de ir en bus en hora pico. De pronto tomará conciencia de lo importante y placentero que es el aire limpio, pues el olor a sudor y pipazo colectivo se instalarán cómodamente en sus pulmones para repeler toda noción de frescura existente. Dependiendo del festival, pero nunca está demás echar una ojeada de confianza a sus bolsillos o a su mochila. Aprenda a pararse firme, para luego darse cuenta de que una marea invisible que recorre el público lo movió mínimo dos metros más allá del lugar donde empezó a apreciar el show.

En caso de que decidiera probar suerte en el pogo (o en cualquiera de sus variaciones más salvajes como el wall of death o el mosh), tome conciencia de que pasará a formar parte de una masa que no para de moverse y donde recibirá golpes anónimos en lugares que no sabía que le dolían. Afile los codos y aguante el dolor en los hombros si llegara a entrar en el vórtice, es en serio. Si entró, tiene prohibido asquearse del sudor ajeno que está a punto de sentir con toda la piel, y si el karma está en su contra, de saborear con violencia. Y no se detenga. El que se cae pierde en el pogo. El efecto catártico -y la supervivencia-, solo le pertenecen al que se mantiene girando y empujando, girando y empujando.

Chicas que llegaran a subirse a los hombros de algún amigo alto, por favor tomar en cuenta que están cultivando el odio de todas las personas bajitas que se ven forzadas a ver su espalda en vez del artista. Se recomienda que el tiempo máximo para el «caballito» no supere la duración de una o dos canciones.

Finalmente, evite grabar más de una canción en su teléfono, cámara o tablet. El verdadero fan festivalero no es el que más hashtags tiene en su video de Instagram de la canción que se olvidó de ver, si no el que supera todas las situaciones discutidas anteriormente para poder pararse en su propio reducto del universo y dejarse llevar por la música con los ojos cerrados y el alma abierta. Al fin y al cabo, uno paga y resiste para ver y oír música en vivo porque eso lo transporta a otro lugar, al que no se llega de ningún otro modo y que no está en ninguna otra parte. Si algo hacen los festivales, es rescatar la noción del presente para los que amamos la música.

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Pixies. Lollapalooza Argentina 2014.

5.

Finalmente, el Después del festival estará marcado por la fatiga física, y la renovación espiritual. Las piernas le pesarán como dos barras de plomo, pero el alma estará muy muy muy liviana. Es hora del último esfuerzo para abandonar el campo aledaño al escenario y dirigirse a casa para descansar y recargar energías. Una vez que el artista da la venia, es hora de abandonar el País de las Maravillas y regresar a la Tierra. Dicho retorno vendrá acompañado por un inevitable trauma post-concierto. Retornamos a la situación del fanático que se actualiza sobre las bandas del cartel por medio de Internet. Esta vez, la diferencia está en que el fanático busca revivir lo que escuchó y descubrió, tratando de aferrarse con desesperación a los recuerdos de cómo sonó, se vio y se sintió el show. No se sorprenda si sigue buscando el setlist y el video oficial del festival semanas después de la experiencia. Ahí está la belleza de ir a un evento como estos: dejan una marca.

Esta es la Guía para Festivalear como Dios Manda. De parte de todos quienes conformamos el grupo bizarro de amantes de la música y los conciertos de Radio COCOA, deseamos que la fuerza los acompañe en su siguiente experiencia de tercer tipo impulsada por la música.

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Todo se trata de esa euforia. Lollapalooza Argentina 2014.

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1 comentario

minecraft 25 febrero, 2017 - 5:32 AM

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