De cara al encierro, la banda más famosa de rock industrial libera dos discos que se convertirán en la banda sonora de tu cuarentena.
¿Ambient? Sí, no huyas todavía. Por más que la tentación te lleve a ignorar esta reseña, o, en caso de leerla y tomarla en cuenta, a querer cambiar a otro disco más inmediatamente gratificante a los pocos minutos de iniciada la reproducción, persiste. Porque Nine Inch Nails acaba de liberar una apuesta poderosísima que te volará la cabeza, si dejas que lo haga, claro.
Antes, sin embargo, conviene hacer un pequeño preámbulo.
Seguramente has visto The Girl With the Dragon Tattoo, la película de David Fincher de 2011, que llevó a la pantalla el emblemático bestseller de Stieg Larsson, o Social Network, la cinta sobre el origen de Facebook, elaborada por el mismo director. Puede que hayas notado que, en cierta medida, el ritmo narrativo de este par de filmes estaba sostenido por unas suaves notas de piano, en los momentos más tranquilos, más soterradamente intrigantes. Y, asimismo, en los momentos de mayor tensión, por una sutil distorsión.
Si lo hiciste, lo más probable es que hayas corrido a investigar y que te hayas enterado de que quien compuso esas bandas sonoras fue Trent Reznor, la cara visible y más importante de NIN. Abandonando, momentáneamente, ese rock industrial que lo lanzó a la fama en los noventa, y que no había dejado de practicar en lo absoluto, Reznor compuso en el 2008 un disco singular llamado Ghosts I-IV. La belleza de este álbum, a diferencia de sus creaciones anteriores, recayó en la suavidad de sus melodías y en el minimalismo en el que se apoyó.
Menos pariente de la música industrial que de los famosos discos de Brian Eno, el gran inventor de la música ambient, Ghosts I-IV presentaba música para acompañar y complacer. Sonidos que hacían honor al concepto del ambient, cuyo fin, más que acaparar la atención, era, en palabras de Brian Eno, permanecer “ahí mientras tú quisieras que estuviese”. No cabe duda, entonces, de por qué parte del material de ese disco funcionó muy bien en el cine y, en especial, en cintas en las que la tensión debía estar bien administrada, contenida.
El regreso al ambient
Hace unas dos semanas, Trent Reznor sorprendió a todos al anunciar que Nine Inch Nails había sacado nuevo material y que este estaba colgado en todas las plataformas disponibles. Más asombroso fue que se trataba de otra obra de ambient. Y por si las sorpresas no habían sido suficientes, no estaba hablando de uno álbum, sino de dos. Dos obras muy curiosas. Tanto, que casi parecen diseñadas para acompañar los momentos que estamos viviendo.
Son dos caras de la moneda, anverso y reverso del ánimo humano. Ghosts V: Locusts y Ghosts VI:Together apuntan a un equilibrio en materia de texturas sonoras. Con las escasas y repetitivas notas que tejen cada uno de los tracks de los que están compuestos, estos discos apuntan a ser una banda sonora para el momento que estamos viviendo.
Porque aquí están piezas de ambos tipos: larguísimos temas compuestos de secciones que llevan al oyente a través de todas las emociones que es capaz de experimentar; y las viñetas suaves que, con poco, apuntalan el sentimiento, según sea el caso. Un ejemplo de lo primero es “The Worriment Waltz”, y de lo segundo, “The Cursed Clock”, ambos del primer disco.
Precisamente, en este disco los contrastes entre piezas largas y cortas se notan más. Porque hay una clara opsición entre la paz que nos brindan algunos tonos más amables y otros que nos llevan de corrido hacia la desesperación. En ese sentido, Ghosts V: Locusts es una oda a la la incertidumbre y el miedo más acérrimos que podríamos experimentar.
Es una muestra de cómo el azar juega su papel cada día en el devenir humano, tramando desastres inevitables, pese al afán de la gente para mantener un orden meticuloso. Y piezas como “Your New Normal” —¿coincidencia o intención en ese título?— y “When It Happens (Don´t Mind Me)” —con su percusión metálica a mil por hora— lo vuelven algo vívido, casi escalofriante. Lo peor es que ambas está situadas entre otros tracks suaves, que parecerían devolvernos la calma.
A la escasa pero efectiva instrumentación se suman, al parecer, instrumentos de viento metálicos que no hacen sino aumentar este clima suavemente opresivo.
La esperanza
¿Es que Reznor nos ha dejado desamparados? En medio de esta pesadilla, ¿qué nos queda? ¿Ponernos eternamente tristes? La respuesta es negativa.
Nos queda Ghosts VI: Together, el álbum de la paz y la epifanía. Una obra que nos recuerda que, aun en la situación más oscura, cabe abrigar algo de esperanza. Las voces etéreas y las notas de piano en este disco transmiten, precisamente, la paz que llega una vez terminada la tormenta. La de este disco es una música relajante y amable, que culmina con dos piezas mucho más animadas, “Hope We Can Again” y “Still Right Here”. Ambas parecerían insinuar un retorno a la fuerza y a la acción. Y, con su estilo, parecen ser el anuncio de la reconstrucción de la sociedad, frente a la descomposición de Ghosts V.
No obstante, cada una contiene una pequeña carga de oscuridad, para recordarnos lo frágil de nuestra existencia y de la sociedad que hemos construido y de la que podríamos construir.
Toda luz viene cargada de una advertencia.
Pero basta de palabrería. Deja de atender a mis palabras y mételes el diente a estos dos discos. Doy mi palabra de honor de que, escuchados con atención, se convertirán en la banda sonora de tu encierro. Una, por lo demás, muy buena.