El Review

Flee, el documental animado sobre los recuerdos y emociones de un amigo y refugiado afgano

By Katicnina Tituaña

February 18, 2022

Amin Nawabi es un niño cuando debe escapar de Afganistán junto a su familia. Mucho tiempo después, en Dinamarca y comprometido con su novio, Amin intenta reconstruir por primera vez su dolorosa historia. 

 

A medida que la historia mundial continúa desarrollándose, la conciencia colectiva a veces se detiene por completo, intentando aún sopesar las destrucciones pasadas. Las estanterías de librerías y los catálogos audiovisuales aún se llenan con historias sobre la Segunda Guerra Mundial, porque lo cierto es que nunca dejará de doler.

En los libros escolares y museos seguimos intentando explicar por qué tanta crueldad. Sin embargo, las guerras no cesan, y entonces, hay un sinfín de historias todavía por ser contadas para comprender, para sanar, para recordar y no desensibilizarnos a las nuevas catástrofes. 

Flee, el documental animado del cineasta danés Jonas Poher Rasmussen, fue creado para eso. Con una tremenda sensibilidad y originalidad, el documental reconstruye la historia de Amin Nawabi, desde su infancia en Kabul, Afganistán, hasta su vida adulta como refugiado en Copenhague, Dinamarca. 

Amin es un seudónimo, pero es un amigo real de Jonas Poher, el cineasta lo conoció con 15 años en un pequeño pueblo danés. Desde hace 20 años que Jonas quería contar la historia de su amigo. 

El momento del documental empieza cuando Amin está comprometido con su novio, pero aún no ha encontrado la definición de hogar. 

Kabul, Rusia, Suecia, Dinamarca, ¿hogar?

“¿Qué significa la palabra hogar para ti?” es la primera línea de la historia. A medida que se desarrollan los primeros minutos aparece el personaje de Amin, que yace sobre el suelo frente a una cámara para la entrevista con su mejor amigo. “¿Le has contado tu historia alguna vez a alguien?, le pregunta éste. “No”, es la respuesta de Amin.  

Con la invasión talibán en Kabul en 1996, Amin, su madre, su hermano mayor y sus dos hermanas escapan hacia Rusia. En ese momento era el único país que les otorgaba una visa de turistas. La historia del padre se cuenta brevemente, pero se sobreentiende que hay muchas más interrogantes que respuestas sobre su ausencia. 

En Rusia los recibe el hermano mayor de la familia que años antes había emigrado a Suecia para evitar unirse al ejército afgano. La familia necesita reunir una suma cuantiosa de dinero para trasladarse juntos a Suecia, pero mientras tanto deben permanecer ocultos en un departamento pequeño. 

La separación de la familia es inevitable cuando las hermanas de Amin son trasladadas por traficantes hacia el país sueco. Más tarde, Amin, su hermano y su madre emprenden una travesía a pie para llegar hasta una embarcación que se supone los llevará a que la familia completa se reúna nuevamente. 

Un destino

Sin éxito y después de permanecer días en altamar son trasladados hacia Estonia, allí quedan detenidos.

Luego de seis meses, la única opción que les queda es regresar a Rusia y allí permanecen durante muchos años. Reunir otra vez dinero es su esperanza.

Cuando lo consiguen, solo Amin podrá arriesgarse a abandonar el país. Aunque su destino debía ser Suecia, Amin es obligado a subir con un pasaporte falso a un avión que con suerte lo llevará hasta Dinamarca. 

Una vez allí, Amin debe destruir la identidad falsa y contar una mentira a las autoridades para recibir asilo y permanecer en Dinamarca como refugiado. 

Desde su llegada a una pequeño pueblo danés, Amin carga con el secreto, la dolorosa remembranza de su hogar, la travesía que hizo junto a su familia para dejarlo atrás y lo duro que fue encontrar una segunda oportunidad.

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Un relato nostálgico de memorias y emociones

Flee es un documental especial en muchos aspectos, uno de ellos es que al arco narrativo de la historia se añaden tonalidades que permiten conectar con el personaje principal de manera íntima. La adolescencia y el descubrir, temer, y al final abrazar su homosexualidad son temas que le dan profundidad y personalidad a una historia de exilio que es de muchos.

Otra razón es que al ser la animación bidimensional, de alguna forma eso hace que la nostalgia de una época pasada permanezca durante toda la historia.

Si tuviese que hacer una comparación visual con alguna obra sería Heidi, la famosa adaptación animada del libro de 1880 de la escritora suiza Johanna Spyri.

Flee, al igual que Heidi, es conmovedora y tierna, aunque de manera particular no deja de mostrar momentos difíciles, de tensión y terror, y lo hace además intercalando material de archivo de la época. 

Otro detalle interesante que hace a Flee única y una obra totalmente genial es que no es una secuencia cronológica y precisa de la historia de Amin Nawabi. Es el relato de sus recuerdos pero también de sus emociones.

Jonas explica sobre las entrevistas que mantuvo con Amin que “cuando (Amin) empezaba a hablar de eventos traumáticos había momentos en los que se volvía discontinuo […] podías darte cuenta que estaba dentro de una emoción, no estaba dentro de un recuerdo”. Para ilustrar eso se utilizaron sketches de estilo surrealista y expresivo para apoyar las emociones.

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El docu está tres veces nominado a los premios Óscar este año en las categorías: mejor largometraje de animación, mejor largometraje documental y mejor largometraje internacional.

Si pueden separar una hora y 28 minutos de sus vidas, recomiendo hacerlo para ver Flee. Advierto que posiblemente se derramará alguna que otra lágrima y el corazón permanecerá pesado al aparecer los créditos.

Pero es necesario conmoverse de una forma menos fugaz que con los noticieros y las redes sobre una crisis que no ha terminado, que sucedió y que está sucediendo hoy.

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