Festival Cuello de Luna: un tributo a la energía del volcán

por Martín González

Cotopaxi significa «Cuello de Luna» en una fusión de las lenguas Quechua y Aymara. Es el volcán más alto de la tierra medido desde su centro, y el ente que ha despertado para alertar y cambiar nuestras energías. El Festival Cuello de Luna fue una reunión de artistas independientes llevada a cabo el pasado 14 de Noviembre, para homenajear al majestuoso volcán que ha sido fuente de inspiración para la vida del Ecuador desde siempre. Como lo definió Juan Bernardo Andrade, guitarrista de la banda quiteña Efímero Pánico, todos los artistas convocados encarnaban  la energía que bulle dentro de la montaña y le da vida.

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Efímero Pánico explotando en el escenario. Todas las fotos por Martín González.

Aunque no se pudo apreciar a la luna por causa de la neblina que cobija las noches subiendo desde Guápulo, la energía y el calor no hicieron falta en este Festival/Fiesta. Con  la presentación de tres bandas emergentes de la escena, el cuello de la luna cobró vida en un lugar muy particular de Quito, una casa en la Vicentina que alberga un muro de escalada en su planta baja, «La Cueva». Así puso a bailar a todos los que acudieron para compartir las vibraciones de estas bandas que honraban al volcán. Impulsado por amor al arte, por sobre todas las cosas, este evento demostró que hay un sinnúmero de propuestas que quieren surgir con fuerza para renovar los aires de la música y el arte local. Cabe destacar que el público pudo vivir e interactuar muy de cerca con todas ellas gracias a la intimidad del espacio (la casa fue prestada muy gentilmente por un amigo de las bandas), y a algunos side-shows como los jams de Dibujo y de Tambores. La atención al detalle en cada elemento de esta reunión artística reflejó la dedicación que ponen a su oficio todos los integrantes de este lado de la escena, que si bien sigue perteneciendo relativamente al «underground«, comienza a tomar presencia.

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Jam de Dibujo para plasmar los pensamientos que salen con la música.

 

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Jam de Tambores para calentarse en la noche fría y conectarse con el ADN musical primario

Todas las agrupaciones presentaron un show de alta calidad, enfatizado por los visuales de InstisoulLa primera banda en tocar fue Convoy, un proyecto interesante que, a pesar de estar en sus etapas iniciales, se desenvuelve con solidez en el escenario y contagia fuerza. Con un ensamble que recuerda a lo más clásico del rock (guitarra, bajo, batería y voz), logra armonizar muy bien sus melodías vertiginosas con la voz de Kitty Endara, su vocalista.

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Segundos en aparecer, Un Cuy Gigante Post-Soviético de Proporciones BíblicasNo solo es una de las bandas con uno de los nombres más largos que existen, sino otra muestra de la fertilidad musical de Cuenca. Ocultos tras unas máscaras tétricas e inexpresivas, los integrantes del «Cuy» invocaron a la furia del volcán con su sonido fantasmagórico que fluye entre notas de grunge y punk. Con algo de psicodelia y mucho poder, la banda suena como si el espíritu de un conejillo de indias volviera del más allá para invocar a todas las almas en pena. Una mezcla oscura de rock puro y duro.

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El Cuy invocando al trance

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Efímero Pánico cerró los conciertos con muchísimo power en escena. Esta banda suena como si el funk, el rap y el hard-rock hubiesen tenido un hijo después de un trío frenético. El bajista, el guitarrista y el baterista entraron en escena primero, para calentar motores, resonando en toda la casa. En pocos momentos se unió el vocalista, Método MC, con la cara llena de colores fosforescentes y un poncho blanco como la nieve del mismo «Coto». Su presentación fue la más enérgica y explosiva de la noche, haciendo cabecear al público de inicio a fin e incluso provocando que se arme un pogo en el reducido espacio disponible. Próxima a sacar su primer disco oficial, EP demostró que su sonido agresivo es capaz de hacer temblar escenarios grandes.

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¡Poder!

La fiesta no se detuvo ahí y una vez que las bandas terminaron, todo el mundo se reunió alrededor de los tambores y la fogata para seguir zapateando hasta el amanecer en honor a la naturaleza, a las montañas y a la música. ¡La escena independiente crece como crece el fuego dentro del volcán!

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