Euphoria Temporada 2: De vuelta al furor por una serie

por Constanza Puente

Finalmente, después de dos años de larga espera, la segunda temporada de la aclamada serie de drama adolescente, Euphoria, se estrenó el pasado 9 de enero en HBO Max.

Desde la primera temporada, la serie cautivó e impactó a la audiencia con una estética alucinante de la cinematografía y la dirección de arte. También con historias fuertes y angustiantes para cada uno de sus personajes. 

Con un soundtrack excelente , que a pesar de su importante carga no resulta excesivo, Euphoria acertó en estar verdaderamente conectada con las tendencias del mundo juvenil, desde la música y la moda, hasta las temáticas y problemas que toca. 

El mundo que refleja no es el que hemos estado acostumbrados a ver en los dramas adolescentes. No solo es por la estilización y teatralización de los recursos narrativos , sino también por el twist oscuro a los clichés que conforman esta categoría cinematográfica. 

Eso fue lo que gustó y emocionó de la serie en su primera temporada, que hay cierta profundidad y seriedad en las historias de sus personajes. Visibilizó temas importantes de desmoralizar, como la adicción a las drogas y la sexualidad.

Todo, sin dejar de ser entretenimiento y mantener intencionalmente la intensa dramatización. 

Pero Euphoria también despertó críticas, algunas de las cuales han cobrado un mayor sentido desde el estreno de la segunda temporada. De alguna manera, aquella sutileza para representar temas delicados, que encontrábamos en la primera entrega, disminuyó. 

Tal es así que Zendaya (quien interpreta a Rue) advirtió antes del estreno de la nueva temporada que Euphoria está especialmente dirigida a una audiencia madura y que es importante estar consciente de lo ‘triggering’ y difícil de ver.

 

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Los capítulos

El primer capítulo se enfoca en el factor emocionante y lo hace a la perfección. Tenemos un capítulo que nos mantiene tensos y expectantes de lo que va a pasar dentro de un solo ambiente. 

Los recursos cinematográficos que utiliza son impresionantes, lo vemos con la luz cálida tipo flash de fotografía para marcar y congelar miradas, momentos decisivos y emociones. 

Además, se empieza a desarrollar una nueva relación entre Lexi y Fezco y Cassie y Nate, lo cual es esencial para renovar la trama. Este capítulo, sin embargo, puso la vara muy alta para los siguientes dos, en los que el mismo nivel de entretenimiento no se logra del todo. 

Esto ocasiona que la parte emocional se vea comprometida. Por un lado, porque puede resultar aburrida y por otro, porque para los creadores pudo verse limitada en función de lo excitante e impactante. 

Hasta el tercer capítulo, encontramos varios conflictos externos de Rue (protagonista), pero no logramos conectar con su mundo interior. Esto provocó que su situación se vuelva costumbre, normalizada. La audiencia perdió el diálogo interior de Rue que aportaba capas y seriedad a la representación de la adicción a las drogas en la adolescencia. 

Sin embargo, en el cuarto capítulo, estrenado el domingo pasado, ya hubo una diferencia menos marcada entre el factor incitante y el emocional. Es decir, volvimos a conectar emotivamente con Rue. Se dio un equilibrio entre estos dos factores que ojalá se mantenga de alguna manera con los capítulos que faltan. 

Por su lado, se espera que Cassie y Maddy no se vean reducidas al conflicto de pelea por un hombre (Nate) y que, como en la anterior temporada, se enfrenten a problemas importantes como fueron el aborto y la violencia de género en una relación enfermiza. Es importante indagar en el por qué de las acciones de Cassie, de donde nace su depresión, la baja autoestima y el repentino descontrol emocional por Nate. 

La serie podría llevarnos a cuestionar la aprobación masculina que ha ahogado a Cassie durante toda la trama, si explorara internamente al personaje. La conversación sobre la resolución de un conflicto entre dos amigas que se han enredado con un hombre totalmente manipulador podría surgir ahora con una Maddy un poco más madura.  

Por otro lado, Jules se queda ligeramente rezagada en la narrativa a pesar de ser uno de los personajes más creíbles, interesantes y mejor construidos. Pasa de girar en torno a sí misma a girar solo en torno a Rue. De todas maneras, Jules aparece (por ahora) como una zona de confort para la audiencia y eso es importante dentro de una serie llena de drama elevado al máximo. Y ni hablar de Kat, quien tiene poquísimo tiempo en pantalla esta temporada. 

La controversia

Ha surgido la crítica sobre una supuesta glamourización/romantización del abuso de sustancias y de las relaciones enfermizas. Pienso que no es el caso realmente. 

La serie sitúa estas temáticas como evidentes problemas, dolorosos y peligrosos. No obstante, podría ser necesario, por responsabilidad social y excelencia fílmica, profundizar en ello y no quedarse en lo superficial por entretenimiento.

Desde una perspectiva estética, la serie es absolutamente bella y todas las situaciones están pensadas para verse así en su forma más allá del contenido. Por ahí, podría surgir una idealización en el cómo se ve pero no en el cómo se vive.

Si bien las audiencias jóvenes pueden ser influenciables, no por ver la serie automáticamente los adolescentes empezarán a emular acciones de los personajes. No funciona así. No hay que subestimar y mirar como pasivos a estos grupos. 

Dicho eso, lo más problemático no es esa “mala influencia”, sino que, si la serie descuida sus sutilezas, su profundidad y su factor emotivo, banalizará especialmente la violencia y la tragedia. Y que como espectadores nos volvamos solamente consumidores de aquello y no actores reflexivos.

Es ficción

De todas maneras, recordemos que la serie pretende, desde los recursos narrativos, ser con fuerza una ficción para el entretenimiento y una cero naturalista. 

Desde la cinematografía, hasta la dirección de arte; las voces en off como narraciones, las salidas de la realidad de Rue viendo directamente a la cámara y hablándonos; hasta lo teatral y lo cómico como meta narrativa que se destaca con la obra de teatro que está escribiendo Lexi. 

No hay que exigirle a la serie más de lo que es, pero tampoco menos, pues nos entrega un excelente desarrollo de personajes con miradas al pasado de los mismos para que lleguemos (ligeramente) a comprender y empatizar hasta con los más despreciables.

Euphoria es una serie que amamos porque trajo aires de renovación a la categoría de drama adolescente. Nos entrega personajes atractivos, divertidos y con los que conectamos fácilmente (todxs amamos a Fezco). 

El guion natural y real no provoca el clásico cringe de las series sobre adolescentes de secundaria. En esta segunda temporada, se han mantenido esos elementos expresivos y surrealistas que hacen única a la serie. No ha decepcionado, pero a nivel de historia sí nacen expectativas. 

Euphoria es una serie que amamos, pero no lo suficiente como para no criticarla en ciertos aspectos, lo cual es en realidad algo positivo. La serie nos sitúa como consumidores activos y parte del ciclo creativo. Es indudable que la conversación que genera es importante desde cualquier perspectiva (sin dejar de lado todos los memes ?).  

Con algunos capítulos más por estrenar, la segunda parte de Euphoria sigue en mira de ser un éxito completo o lo que suele suceder con las siguientes temporadas de grandes primeras temporadas: nunca mejores.

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