Estado fósil es un proyecto de investigación creativa que aterriza en el libro homónimo. Nació del junte entre la artista y activista Sofía Acosta (alias La Suerte), la investigadora y curadora de arte Anamaría Garzón y el activista y abogado Francisco Hurtado.
Texto por: Constanza Puente, Juan S. Jaramillo
El proyecto se hizo ganador en la categoría editorial del importante galardón e incentivo que entrega el Municipio de Quito en el sector artístico: el Premio Nuevo Mariano Aguilera.
El lanzamiento del libro, el pasado junio, coincidió con los 51 años del inicio de la extracción petrolera en Ecuador y tiene como premisa responder a la pregunta: ¿Hay algo de nuestras vidas que se escape de los derivados del petróleo?
A partir de un recuento histórico acompañado de un recopilatorio de arte, el libro reúne a varios colaboradores y, desde lo colectivo, se propone abarcar una parte alterna –o menos evidente– de la relación entre el Ecuador, su población y el líquido negro, viscoso, subterráneo, fósil: el idealizado “oro negro”.
La lista de partícipes en el libro es extensa y destacan nombres de distintas disciplinas creativas, sociales y culturales del país que aportan con textos, reflexiones sobre piezas artísticas y piezas artísticas propias.
En esta lista constan nombres, por mencionar algunxs, como Pocho Álvarez (documentalista de cine), David Cevallos (artista visual), Rosa Jijón y Francesco Marte (A4C, curadores), Salvador Izquierdo (escritor), María Auxiliadora Balladores (poeta), Daniel Lofredo Rota (alias Quixosis, músico e investigador), Misha Vallejo (fotógrafo), Oscar Santillán (artista).
Estado Fósil propone dos líneas narrativas: la escrita, con testimonios, reflexiones críticas y afectivas y poemas; y la gráfica visual, con obras de arte y material de archivo documental. A través de ellas se construyen tres ejes temáticos como marco editorial y enunciativo: materialidades, imaginarios y conflictos.
No obstante, los tres ejes dialogan entre sí y, además, se encuentran inmersos uno dentro del otro, escapando de la delimitación y reafirmando que el petróleo y sus derivados tienen alcances expansivos que desconocen fronteras. Por ello, la pregunta que da pie al compilado surge como necesidad de dimensionar estos alcances e indagar en lugares poco comunes.
Nace una posibilidad, nace un libro
Sofía Acosta comentó que llegó un punto en el cual su trabajo artístico en el campo del extractivismo se vio en la necesidad de mutar hacia un trabajo colectivo que le posibilitara ampliar la mirada y hallar contención emocional. Entonces se gestó el proyecto junto a Francisco y Anamaría.
La propuesta se desarrolló durante la pandemia y en el proceso se sumaron otras manos colaboradoras como la de Diego Aguirre en el diseño editorial, Jose Rivadeneira Velasco en la investigación y la de Valeria León Massa en la producción.
Para poner en marcha a Estado Fósil fue necesario construir, por medio de la investigación, una línea de tiempo histórica, que parte desde el momento en que se extrajo el primer barril de petróleo durante el gobierno de Guillermo “Bombita” Lara, y fue trasladado desde Lago Agrio, Sucumbios, hacia Balao en Esmeraldas; hasta el año 2022, cuando se cumplieron 50 años de una promesa de progreso y desarrollo que nunca llegó.
Esta línea de tiempo se vio atravesada por otras desde lo artístico, lo político, lo afectivo y personal. Y son todas estas líneas temporales las que dan lugar a Estado Fósil.
Lo interesante, de acuerdo con Francisco Hurtado, es que hay tantas historias y vidas acontecidas por la explotación petrolera, como posibilidades de reflexión, tanto así que, de este libro podría desprenderse otro, e incluso extenderse hacia diferentes medios digitales. La transmedialidad es el futuro del proyecto.
La otra historia
Estado Fósil ejercita simultáneamente la herramienta de la memoria, con y para la conciencia del presente, y la imaginación del futuro. Como señala una de sus páginas, encuentra y pone en relación «archivos históricos con relatos mínimos, aquellos que suelen quedar por fuera de la historia con mayúsculas”, para la construcción abierta de la otra historia. Una historia que se acerca más a las subjetividades y los “registros personales y colectivos”.
Este gran relato junta hechos, experiencias y documentos de la realidad que rebasan la dicotomía del extractivismo y el anti extractivismo, para mirar sin vendas y comprender a profundidad el alcance y el impacto negativo del petróleo en la esfera social.
Si Estado Fósil tiene un objetivo es el de librarse de separaciones construidas: el aquí y el allá, la amazonia y la ciudad, ellxs/nosotrxs. Los binarismos fundados en miradas exotizantes o romántizantes no tienen cabida.
Asimismo, el libro toma distancia de discursos demasiado complejos, de representaciones simplificadas o reduccionistas y por supuesto, de cualquier apropiación cultural. De esta manera logra enunciarse desde la emoción, la honestidad y el arte y también desde la rigurosidad crítica.
Cuando las palabras salen desde las entrañas de una persona y las imágenes desde la mirada inexorable; cuando se te presenta lo indiscutible, es más difícil generar resistencias desde el pensamiento. Ahí reside el valor de Estado Fósil, como catalizador de alternativas al modelo extractivista y como evidencia de su urgente necesidad.
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Trás cincuenta años de extracción petrolera, se gesta Estado Fósil y tras uno más sale a la luz, a pocos días de lo que fue la consulta popular sobre la prohibición petrolera y minera en el Yasuní y el Chocó Andino, respectivamente. Hoy más que nunca, es imprescindible circularlo, en un momento político crucial en el que el Estado se niega a acatar de manera inmediata la decisión popular en favor de la naturaleza y sus comunidades locales.
Es necesario devolvernos a la pregunta inicial y compartirla, provocando una conversación donde nos planteemos la posibilidad de escapar de las contradicciones y los derivados del petróleo. El primer paso, se ha dado, prohibiendo nuevas concesiones petroleras. Los demás se irán dando en la marcha y en la imparable lucha por la vida de todxs y los derechos humanos de las nacionalidades indígenas. El libro se puede adquirir en Dominga, en Guayaquil, y en Casa Kiki, +Arte galería y N24 galería, en Quito.