Daniel Avilés, fotógrafo, director de fotografía, hombre solitario y viajero, presenta su primer libro: “Eventos Dependientes”. La publicación que se lanzó junto con una muestra en El Conteiner, incluye imágenes que recorren varias ciudades, espacios y temporalidades, donde lo cotidiano y la soledad aparecen retratadas. Estaciones de tren, vitrinas y turistas viendo a la nada… situaciones capturadas por Daniel, con quien nos reunimos a tomar un café y hablar un poco de la vida y su trabajo.
En el prólogo del libro se habla acerca de las cosas que dan gusto acordarse; cuéntame de este ejercicio de acordarse de algo. ¿Cómo percibes el funcionamiento de la memoria, qué olvidamos y qué no?
Yo creo que la memoria es una cuestión súper caprichosa y aleatoria. Tiene que ver más con lo sensorial, creo yo, que con lo consciente. Hay momentos en que quieres acordarte de las cosas, entonces tratas de hacer un ejercicio consciente de recordar. Pero los mejores recuerdos son los que entran subconscientemente, por vía emocional.
La memoria es caprichosa porque está conectada a un montón de disparadores diversos. Hay gente que puede recordar a través del olfato, del tacto o del sonido. En mi caso, mi memoria es más fotográfica que otra cosa. Por eso, este libro es un montón de esquinas de mi memoria, de recuerdos que tengo o tuve o simplemente, caprichosamente, son cosas de las que quiero acordarme.
En este mismo tema puedo decir que en algunas de tus fotos aparecen estos lugares que parecen vacíos o abandonados, se puede ver una estética del olvido…
Creo que tienen que ver con que, cuando yo voy a hacer fotografía, es porque quiero estar solo. Me encantan los sets de cine y es un lugar en donde, a pesar del caos, me siento cómodo y tranquilo. Pero hay momentos en que pueden ser muy agotadores y pueden hacerte olvidar ciertas cosas que son importantes. Entonces, cuando puedo estar solo con la cámara, me imagino que también busco ese tipo de lugares, esos lugares abandonados o de gente sola, como que me atrae ver gente sola. Ver gente en lo mismo que estoy haciendo yo, sin cámara, pero solos.
Háblame de la importancia de retratar lo randómico y lo cotidiano.
A mi me gusta observar a la gente y no solo a la gente, me gusta pararme y ver un edificio. Cada vez es más difícil darse tiempo para hacer eso. Cada vez tenemos más estímulos y es difícil lograr tomarse el tiempo para realmente observar. Entonces, creo que todas las cosas de la cotidianidad, por pequeñas que sean, si es que son observadas lo suficiente pueden decirte algo. Y si nos fijamos bien, podemos vernos en cosas que nos gustan, podemos encontrar cosas que nos hablan de nosotros mismos. Cómo reacciona la luz en un edificio… cómo choca con un lente… cómo se ven unos pies en el atardecer… son cosas aparentemente triviales, pero esas son las cosas que me gustan ver.
¿En qué se diferencia este trabajo con el fotomontaje?
La diferencia, cuando trabajas en publicidad, es que esa imagen tiene que ser fabricada para un espectador en específico, con un concepto desarrollado por un montón de creativos de una agencia. Entonces, cuando esas imágenes te llegan a ti, como director de fotografía, ya han pasado por el filtro de muchas personas. A ti te buscan por un tema técnico y específico. Pero sigue siendo el crear imágenes para comunicar cosas. Hay que saber qué está haciendo uno y por qué lo esta haciendo. Como dice Gordon Willis, cuando ya sabes la técnica, lo importante no es cómo, sino por qué. El cómo es una respuesta técnica a una necesidad, humana, artística, publicitaría… eso es el cómo. El por qué es más importante. Creo yo.
Algunas de estas fotos están separadas por años y en ellas encontramos muchas ciudades y lugares distintos. ¿Qué influencia tiene el viaje?
El viaje como concepto, y como hecho físico, es lo mejor que te puede pasar en la vida. Desde que despega el avión o desde que el carro se aleja de la ciudad donde vives, empiezas a ver todo con una perspectiva distinta. Cuando despegas de un avión en Quito por la mañana, el sol viene del este y la ciudad está modulada por una luz muy bonita, que si estas en el suelo es durísima, pero cuando estas en el aire, la montañas se ven muy bien. Entonces, te das cuenta que tus problemas son minúsculos y tu ciudad es chiquita en un universo enorme. Eso te hace pensar que a donde vas es interesante, pero de donde vienes también lo es.
¿Y qué opinas del pasar del tiempo?
El pasar del tiempo es bien bacán. Yo tengo 32 años y creo que mientras más pasa el tiempo es interesante lo que va pasando con la persona que eres. En el mejor de los casos, el pasar del tiempo hace que cambies para conocerte mejor a ti mismo y estar más seguro en tu propia piel. Y si eso te pasa, quizás puedes ser una persona más feliz y no tan hostil. Yo creo que envejecer, en cierta medida, es bien bacán.
¿Cuál es la diferencia entre tu trabajo como fotógrafo y tu trabajo como director de foto?
La diferencia es el control. Cuando estoy haciendo cine tengo que saber exactamente cómo va a reaccionar todo. La fotografía de cine tiene que ser estrictamente planeada. Tú conoces todo lo que rodea la escena y a partir de eso puedes improvisar y hacer cosas mucho más interesantes. Cuando yo salgo a hacer fotos, yo no quiero controlar, quiero ver qué pasa…
¿Hay algo que buscas cuando salas a buscar fotos?
No busco nada. Agarro la cámara y si es que hay algo que pasa, pasa. No estoy persiguiendo momentos visuales en la ciudad. Por ahí, conversamos de aquí a cinco años y me encanta hacer eso. Ahorita yo solo quiero que las cosas me pasen por encima, que me pasen cosas. Cuando la cámara está cerca mío, tomo fotos. A veces las tomo con mi cámara, con el teléfono, con la digital, con lo que tenga… no soy obsesionado en cuanto los formatos de fotografía. Creo que es más importante la idea que tienes que la cámara que usas.
¿Cuáles son tus ideas?, ¿qué historias te gusta contar con tus fotografías?
Esa es una pregunta muy difícil porque no sé. Es difícil para mí, sobre todo en este primer libro, hablar de un ensayo fotográfico. Yo no tengo un tema o un camino específico. Si hago una lista de temas que me interesan, dejaría muchos por fuera. Por lo pronto me interesa la luz. Yo no creo que soy el fotógrafo que sale a hacer fotos, pensando que va a encontrar cosas en ciertos momentos. Yo creo que debería andar más tiempo con la cámara de fotos en las manos. ¿Lo hago? No. ¿Me enojo de mi mismo? Totalmente. Creo que debería trabajar y disparar más, y aprender y madurar más mi mirada. Yo tomo fotos más que nada por reflejo. Creo que hay menos pensamiento del que yo quisiera y más tripa. A mi me gusta así… ojalá tuviera más pensamiento cuando hago mis cosas, pero es una respuesta más emocional.
Entrevista: Juan Sebastián Barriga
