Enjambre surge como una propuesta para que la crisis no afecte al libro. Entérate de en qué consiste y cómo puedes ayudar.
Fue la incertidumbre lo que llevó a Karina Sánchez, de Tolstoi Librería —una pequeña pero acogedora librería localizada en la calle Vancouver, entre Italia y Alemania—, a pensar en propuestas para sostener el sector editorial. Y es que, desde que la crisis provocada por la expansión del coronavirus empezara, hace ya más de 60 días, los libreros del país comenzaron a ver amenazada su forma de vida.
“En el país hay mucha gente que se dedica a la venta de libros de segunda mano y que abastece su stock en viajes, en búsquedas que hace. Pero ahora está limitado ese abastecimiento”, señala el periodista y editor Fausto Rivera Yánez, quien actualmente dirige el sello Severo Editorial.
Tras darse cuenta del alcance del problema y madurar algunas posibles soluciones en su cabeza, Karina Sánchez contactó con gente de varias librerías y editoriales independientes para cristalizar todo en una propuesta sólida. “Tuvimos un par de reuniones virtuales y así decidimos empezar. El nombre fue idea de Fausto Rivera. Considero que trabajar en red va a darnos una mayor visibilidad y así todos aportamos con ideas para reactivarnos”, afirma.
Así fue como, al poco tiempo, en las redes sociales de las editoriales con las que empezó esta iniciativa —Festina Lente, de Romina Muñoz y Salvador Izquierdo; El oso lector, de Carolina Bastidas; Eufonía ediciones, de Verónica Vacas; y la propia Severo Editorial—, apareció un mensaje que llamaba a la colaboración. Al apoyo de la sociedad, para aminorar, en lo posible, las consecuencias de la crisis. El nombre: Enjambre, una palabra que remitía a las abejas, “seres diminutos pero esenciales para la vida”, en palabras de Fausto, y que, frente a todas las adversidades, “insisten, tienen empeño, y generan redes de vida que son fundamentales para la existencia”.
A la iniciativa se sumaron librerías como Cosmonauta, Tres gatos, El Búho y Ulysses Libros. Y también lo hicieron otras editoriales, como Doble Rostro y Mecánica Giratoria. Todo ello, enmarcado en una dinámica horizontal de trabajo, libre, según Fausto, de propósitos gremiales o burocráticos. Un sistema de colaboración en el que todos los que participen estén al mismo nivel. Sin intermediarios que entorpezcan su labor y se aprovechen de la situación.
Por el momento, Enjambre acepta donaciones de libros para surtir a los locales asociados a través de su correo electrónico. No existe todavía una página web, porque los recursos económicos para elaborarla no son suficientes aún. Pero, al igual que libros usados, se admiten con mucho gusto donaciones de este otro tipo. “Hay un amigo que nos ofreció hacer el template de la página. Ese tipo de aportes nos ayudarían muchísimo. Y, obviamente, el aspecto económico siempre es necesario”, puntualiza Fausto.
A más de donar material a librerías independientes, Enjambre persigue otro propósito. “Ahora estamos trabajando en unos ‘combos’, colecciones de libros que agrupan a varios sellos y comercializarlos y promocionarlos de esta manera”, indica Karina. Estos combos, que estarán descritos en catálogos y saldrán a la venta en el curso de las semanas siguientes, están basados varias temáticas propuestas por quienes integran la red de Enjambre. Por el momento, los catálogos no figurarán en una página web. Pero la gente de Enjambre no pierde la esperanza de que esto sea posible muy pronto.
Una chispa de esperanza
Para Karina, la situación del sector editorial es difícil. No obstante, las soluciones son posibles. Después de todo, y desde su experiencia personal, el libro, cuyas ventas decayeron en un inicio, empieza a ser un objeto cada vez más codiciado por la gente que quiere darle otro aire a esta cuarentena. Quizá sea así porque el encierro no ofrece alternativas y porque para muchos llega un momento en que las pantallas empiezan a incomodarlos. “Creo que la gente se inclinará por el libro físico como una manera de desconexión de la pantalla”, señala.
No obstante, el sector editorial, desplazado como otros afines en nuestro país, durante esta pandemia, requiere apoyo. “Hemos visto que la cultura no está entendida como un sector primario en la crisis. Es de los más afectados, junto con la educación y las artes”, señala Fausto. Y el apoyo debería comenzar por otorgar un valor más grande al libro, que, de acuerdo con Fausto, no debería ser producido sino distribuido por el Estado.
Y la gente también tiene un rol muy importante. “Detrás de esos libros maravillosos, que nos dan placer y terror, hay una cadena de trabajo. Empezando por el autor, luego los editores, los diseñadores, el diagramador, los comunicadores, la gente de imprenta, que ahora está parada”, añade Fausto.
A fin de cuentas, el libro es necesario para la sociedad. Aunque no en el sentido de una obligación, sino del placer y la reflexión. “Se vienen tiempos difíciles a nivel social, político y económico. Hay un auge de los extremismos, excesiva polarización, fundamentalismos de todo tipo y en todo el planeta. No creo que los libros puedan salvar al mundo, pero sí al individuo”, dice Karina.
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Si quieres saber más sobre Enjambre, visita las redes de Severo Editorial, Cosmonauta y todas las demás librerías y editoriales asociadas. Y si quieres colaborar, ya sea para donar libros o sumarte a la iniciativa, escribé a este mail: enjambrelared@yahoo.com