El Review: Dos– Wañukta Tonic

por Jorge Bayas Lituma
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Wañukta Tonic nos trae un EP que recopila sus singles recientes. No se trata de un conjunto deshilachado de temas, sino de una fuerte crítica a nuestra clase política y al tipo de vida que llevamos.

Portada de Dos. Cortesía de Wañukta Tonic

El año pasado, a finales de noviembre, Wañukta Tonic presentó, en una función que tuvo lugar en el Teatro Nacional Sucre, su segundo EP, Dos. Este nuevo trabajo fue producido por Ivis Flies y grabado por toda la banda al mismo tiempo en La increíble sociedad. Para tenerlo en las plataformas de streaming, no obstante, hemos tenido que esperar hasta el 5 de febrero de este mes.

¿Qué sensación podemos extraer de esta pequeña espera? Sin duda, una que está muy alejada —situada casi en las antípodas— de la sorpresa. Y es que, en tiempos como este, en que los sencillos suelen ganarles el pulso a los discos, por la rapidez con que se consumen una vez que salen del horno, no es difícil escuchar fragmentariamente la mayor parte del álbum de un grupo sin siquiera sospecharlo.

En ese sentido, lo más seguro es que, al escuchar las canciones de Dos, nos percatemos de inmediato que ya hemos consumido gran parte del material en alguna plataforma.

Entonces, ¿qué hacemos aquí? ¿Por qué hablamos de un álbum cuyos temas probablemente muchxs conocen hace rato? Tal vez se deba a que —por repetir una de esas verdades de Perogrullo ante las que muchos melómanos asentirán sin protestar— no es lo mismo escuchar un álbum de una sentada que hacerlo canción por canción, en el espacio de unos meses.

La primera impresión, y la más importante, que obtenemos al escuchar un álbum de principio a fin es, en muchos casos, la de unidad temática. Y ocurre así porque lxs artistas que los elaboran suelen hacerlo bajo una cierta idea en su cabeza, o quizá envueltos en una atmósfera, en un cierto estado de ánimo que los llevará por cierto rumbo a la hora de componer.

En el caso de Dos, el tema central no podría ser más claro: la política de nuestro país y del mundo, en todas sus diversas y sucias ramas. Apenas al empezar el disco suena el atronador riff de “Basta”, una forma potente y directa de empezar. Una entrada en materia diáfana, al punto.

Wañukta

Wañukta Tonic en su presentación en el Teatro Sucre. Foto: cortesía de la banda

En esta primera canción, Wañukta condensa las siguientes. Aquí están, fieramente criticados, varios de los males contemporáneos, propios especialmente del sistema capitalista en el que vivimos. Desfilan, en sus letras directas, el patriarcado, la moral hipócrita, los extremismos, el culto al dinero, y, sobre todo, la indolencia que nos caracteriza la mayoría. Una mayoría amurallada dentro de su metro cuadrado de privilegios.

Esa indolencia está mucho más presente en la siguiente canción, titulada provocativamente “Manifiesto Zombie”. Más suave que su predecesora, aunque dotada igualmente de buenos ganchos y un riff pegadizo, “Manifiesto Zombie” es una dura radiografía de nuestro modo de ser. Individualista y, paradójicamente, gregario. Divorciado del mundo, pero, a la vez, parte de él. Marcado por el ansia de distinción y un ominoso sentimiento de soledad, y, al mismo tiempo, por una penetrante banalidad.

Este reparo a la carencia de empatía, que privilegia el hedonismo —como dice Wañukta, la vida es bonita, pero hay que saber ver más allá de ello— por sobre los lazos con lxs demás, nos fuerza a preguntarnos cuál será nuestro legado una vez que nuestro tiempo en el mundo termine. ¿Dejaremos atrás sólo trivialidades, o, el contrario, habremos contribuido para mejorar las cosas?

En medio de estos temas, que, podríamos decir, conforman la primera parte del álbum, y los posteriores, hay un respiro. “Churay para los Yarina” es un bello pasaje instrumental con influencias de la música andina, perfecto para zapatear de forma un tanto optimista antes de volver a indignarse —en un sentido positivo— un chance.

Para lo último están “Artículo 57”, un tema iracundo que critica la actividad petrolera y la actividad minera, y “Choros Hdlgp”, que se centra, con particular rencor, en los políticos más desvergonzados. Aquellos cínicos que no consideran a la justicia como una virtud sino una debilidad, y cuya máscara de redentores sirve apenas para ocultar su incurable ansia de dinero.

Y, para rematar, cerramos con la poética y lenta “Esquizofrenia”, cuya letra amatoria escrita por Hugo Idrovo y Álex Alvear nos devolverá a ese universo interior que no es del todo malo perder, incluso si el mundo a nuestro alrededor empieza a arder en llamas. O quizá por eso mismo.

De esta forma se cierra un EP sólido y profundamente político que, recibido con la cabeza abierta, puede plantearnos algunas interrogantes útiles sobre nuestro mundo. Y es que precisamente en los momentos tan difíciles que la mayor parte de los países están viviendo no podemos darnos el lujo de ceder ante la apatía. Hay que pensar en lxs demás y en lo demás. Volver la mirada a un planeta enfermo que requiere que la indolencia sea puesta de lado, en favor de un bien común.

¿Quién sabe? Puede que aún estemos a tiempo…

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Si te quedaste con ganas de saber más sobre las canciones, puedes escuchar los podcasts producidos por Darío Granja y Esteban Coloma, a continuación. 

 

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