El collage y vacío de Pamela Pinto

por Marcos Echeverría Ortiz
Hace doce años llegó a Quito desde Machala y se quedó. Tiempo después descubrió el collage digital y a través de su obra le rinde tributo al espacio, entre otras cosas más. Conoce la obra de esta diseñadora emergente.


Hay vacío, espacio e infinito. A veces te topas con un cielo saturado de estrellas, otras con nubes titánicas que enmarcan ciudades y hasta con mares que sumergen montañas o 
personas. Son escenarios simétricos, digitales y poco silenciosos, son paisajes agresivos llenos de ruido. Son los collage de Pamela Pinto.

Cuando entras a su departamento entiendes el posible alma mater de su obra, la raíz de todo. Desde este piso miras como el sur y norte de la ciudad se sumergen en la cordillera. Alzas la vista, te expones totalmente al cielo y a medida que te elevas sientes que podrías estar en uno de los puntos más álgidos de la ciudad.

– La vista deley te influye en algo.
– Sí, me impacta todos los días. Todos los colores, las formas, el cielo. Sí te hace imaginar un chance de cosas y todas las posibilidades a partir de eso.


Para Pamela Pinto la posibilidad de producir collages inició hace más o menos cinco años. Hace ocho está en un empleo regular como diseñadora, a tiempo completo y con poco techo creativo. Necesitaba una salida y entre las intersecciones horarias de su día comenzó a cachar artistas y a ver collages. Mientras observaba sentía una dislocación interna acompañada de una motivación por replicar lo que consumía. No sabía cómo lograrlo ni como sumergirse en el sistema digital de cortar y pegar imágenes, así que se volcó a ver tutoriales. “
Me bajaba fotos, mezclaba imágenes y trataba de hacer composiciones, después aprendía más. Lo mío empezó así”.


A partir de su autodidactismo comenzó a experimentar y detrás de cada composición había un espíritu poco pretencioso. La cosa se puso buena cuando subió sus obras a Instagram. El feedback llegó, los likes crecieron y los followers se potenciaron. En este contexto se desarrolló su fase inicial, la cual tiene una tendencia más limpia, equilibrada y menos saturada. “Una vez se me acercó un man y me dijo que usaba full geometría, que soy simétrica, que le doy equilibrio. El triángulo también definía mi obra, pero eso fue hace cuatro años”. Hoy, su línea autoral ha evolucionado y mutado completamente. “Ahora hay una evolución y tengo full estilos, todos son collage pero diferentes, no sé si la gente ve y sabe que es la misma persona que los ha hecho”.


Al ver esta nueva etapa surge un cuestionamiento sobre su línea autoral. ¿Cuál es? Pamela Pinto cuenta que es una pregunta que reiteradamente se la hace. La respuesta aún está desenfocada para ella, pero cree encontrar una detonación en sus estados de ánimo, en lo impulsivo. Se considera así misma como una acumuladora de imágenes, una obsesiva por lo visual. “¿Haz visto ese programa acumuladores? Ya. Yo soy igualita pero en mi compu. Tengo un banco de imágenes gigante, ninguna foto es mía y cuando tengo tiempo libre las veo hasta que una me hace click y le comienzo a trabajar.  No pienso en hacer composiciones en las que soñé, sino que empiezo algo y no sé cómo terminar. Es muy personal. No quiero contar algo, simplemente se voy construyendo escenarios”.




Todos los escenarios, aunque estéticos, tienen una narrativa. Siempre hay una salida, un camino, una plataforma abierta en la que sus personajes podrían saltar al vacío. ¿Hacia dónde van? La dirección no es del todo clara y como observadores te carcome la incertidumbre y la inmensidad de lo que ves. Ese estrecho y punto abierto a veces te expulsa hacia el cielo, la estratosfera, los mares o el espacio. A partir de aquí se narra su cuento. “Me gusta que haya gente porque se me hace más fácil imaginarme un escenario. Tengo gente contemporánea pero también
vintage, lo que hace más misterioso. El espacio es algo que no sabes y que no haz visto, es una sensación de vacío, es un infinito, es eterno. Es algo que a mi me intriga”.



La obra de Pamela Pinto es eso, una exploración, una curiosidad hacia lo enigmático que te engancha o te expulsa, te gusta o la odias. Ella está consciente de eso porque bajo esta línea, el suspenso y esta búsqueda por lo desconocido no es para todos. “Lo mío no le gusta a todo mundo y todo bien, pero me parece cague que mis cosas se pasen entre la gente, así como cuando alguien te hace cachar una nueva canción. Eso es lo más importante de todo”.

 

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