¿Quién debe tener paciencia: el público o el artista? Para David Cevallos es un juego de doble vía. En siete meses, él hizo cinco proyectos en uno, a un ritmo de ocho horas diarias. De cierta forma quería convertir a su trabajo en un oficio. La obra que formó parte del Mariano Aguilera del 2012 y se presentó en el Centro de Arte Contemporáneo es, a su manera, una crítica al mismo arte contemporáneo. En su instalación mezcla al Renacimiento con dibujos que buscan no parecer nada, soluciones creativas al caos y desechos que, en cambio, tratan de encontrar su utilidad.
‘La forma de lo inmaterial’ está hecho de tinta y plumilla, durante «un trance… como en meditación», explica David Cevallos. El artista nunca hace un borrador. «Empiezo con una línea cualquiera. Este dibujo se genera por dos reglas de producción: que las líneas nunca se crucen entre sí y que cada línea mantenga, derive o manifieste la curvatura de la anterior». Tampoco sigue un patrón porque intenta «desaparecer cualquier rasgo figurativo para que se pueda ver desde los cuatro lados» y así la interpretación sea personal; cada uno de los dibujos le toma cerca de doce horas, las cuales divide en sesiones. Hay que fijarse bien para poder encontrar la diferencia de la pincelada, de acuerdo al cambio en el trabajo. «Cuando me aburría de esto hacía otra cosa». Y el camino por el pabellón sigue hacia otra cuestión íntima del artista: ‘dibujo lo que veo’.
Sobre la copia…
Esto empezó por aburrimiento, me fui a vivir solo y no sabía qué hacer. Encontré un libro de motorcitos y empecé a copiar al ojo. Fue un ejercicio para mejorar el dibujo. Seguí con un libro de retratos del Renacimiento. Al principio solo tenía el dibujo en esfero, pero vi otras cosas en el referente. Dije: «¿cómo paso la información tonal que yo veo como color?» Salté del dibujo a la pintura. Empecé a pintar y eso era algo que no estaba previsto, porque yo nunca había pintado. Esto de «dibujo lo que veo» es bacán porque es una forma que no me enseñaron en la universidad: la de copiar.
¿Por qué dejaste en bosquejo?
Todo es dado una sola mano, no es reiterado para arreglar. También me conformé, me cansé, me aburrí.
Más allá del resultado visual, a Cevallos le interesan los saltos de dificultad. Después de copiar los personajes del libro, se fue por el ex mandatario Hugo Chávez. «Porque es más difícil. Por ejemplo cuando hago un anónimo no importa si una ceja está para arriba, la nariz para allá… No importa porque siempre se parece a alguien. Pero, en cambio, a este man fue más difícil. Tuve que hacer que el parecido físico esté en la pintura». El último que hizo (que está en el suelo de la foto de arriba) se llama ‘El Triunfo de David’, ya que es la obra más grande y difícil que hizo.
¿Cuál es la razón de la distancia entre la primera obra que no quisiste que sea nada y la otra que es totalmente figurativa?
Creo que tiene una relación con las sesiones porque llegué a la conclusión de que lo difícil es un conjunto de ejercicios fáciles. Todo tiene que ver con el trabajo del artista y con el tiempo: yo me puse un régimen; toda la vida he tenido la vida fresca, pero mis papás y mis hermanos tienen otro tipo de empleos. Ellos siempre trabajan ocho horas o más y pensé: «¿qué pasa si yo traigo eso al arte? Le consideré al Mariano como salario, yo me consideré un empleado del Municipio. Quería tener esa presión.
¿A eso te refieres cuando hablas del oficio?
Ajá. Me dí cuenta de cuanto más tiempo se le da a la obra, mejor queda.
¿Por qué quieres desarrollar el oficio del artista?
Por el hecho de que tengo ocho horas del día para hacer algo, un tiempo te toma el oficio y un tiempo el pensar. No es que las dos sean fáciles pero sí se puede hacer al mismo tiempo.
¿El oficio es sinónimo del hacer?
Con la palabra oficio me refería a que un graduado de una universidad, como también se gradúan abogados y médicos, por qué es distinto. Entonces adopté esa figura de las ocho horas, como cualquier otro profesional.
Se dispuso un pabellón casi completo para los «Ejercicios de paciencia» de Cevallos. «Me puse a pensar en el meta montaje, ¿cómo transformar en la voluntad de la gente cuando vean este pabellón llenito y el otro con una sola obra?».
Mientras barría su casa se encontraba con cosas que luego formarían parte de la instalación. Mas allá del desecho, los materiales son asquerosos. «La idea de esto es no comprar nada para hacer la obra, era un experimento de cómo puedo hacer alguna composición u obra, sin gastar ni un centavo. Todo es encontrado».
¿Utilizarles para una instalación es lo que les da la utilidad?
Le llamo un aproximamiento estético utilitario a los materiales de desecho.
El artista está en contra de las expresiones artísticas que son inexplicables, o al menos que no son útiles. Su posición, entonces, va hacia se desarrolla en relación a los demás artistas. «Yo quise jugar con la polémica del ejercicio y la energía que gasta el artista, algunos haciendo cosas absurdas. Me metí en el juego de la actividad en el arte». Su respuesta está en el performance útil.
Uno de los objetivos de los «Ejercicios de paciencia» es encontrar soluciones al desorden por medio del arte. Éstas se refieren estrictamente al espacio dentro del cual Cevallos se desarrolla. La «ciencia del hogar» nació cuando se fue a vivir solo y notó que su casa estaba a punto de explotar. «Leí sobre la entropía, que es la tendencia del caos, pensaba cómo lograr que se tienda al orden en vez de al caos… Esas ideas terminaron en ese video». El caos lo solucionó a medias, pero ya no era crisis.
David Cevallos se tomó siete meses para preparar una muestra de lo que veía, lo que encontraba, lo que sentía y las respuestas que encontraba en el camino. El gran escape que plantea está «lejos del trance consumista y en el llevar una vida libre y autosuficiente». Para Cevallos, la paciencia es parte de ese juego utilitario que plantea por medio de su obra.