Conversamos con el rockero sobre su más reciente producción y exploramos los significados que se condensan en las imágenes «Esbirro».
Igor Icaza Allband hace una crítica y una llamada a la acción contra el sistema. La representación visual de «Esbirro» es fiel a su letra, retratando a través de rock progresivo a dos personajes que aborrecen al artista y que a la vez son uno mismo. Se trata de alguien que detesta la vida del esclavo del sistema, pero se conforma gracias al consumismo.
El hombre de camisa es quien se cuestiona; un ser esclavizado, harto de consumir los medios de comunicación y de ser parte del sistema hegemónico. En una especie de alter ego, el hombre del terno representa status social y arribismo.
“Fue muy loco personificar a los personajes que aborrezco. Eso le da un valor extra al video y me ayuda a expandirme artísticamente… el cuestionamiento y la ira son para nuestra desdicha pensamientos cotidianos; plasmarlos en una cámara fue difícil, pero divertido”, comenta Igor.
El músico latacungueño nos cuenta que existen varios conceptos que caben dentro de la palabra central de esta nueva propuesta. Habla de «esbirro» no únicamente como una marioneta del sistema político, sino como una forma de ser.
“Están en todo lado, cambiando de cara y de forma de pensar para conseguir únicamente su bienestar. En general creo que el humano tiene esa tendencia de identificación con lo que sea mientras le proporcione escudos para no salir de su metro cuadrado de confort”.
El hombre que se cuestiona se mira al espejo constantemente. Según Igor, a través de este objeto se pone en duda cómo nos vemos y cómo estamos realmente. Para él, el personaje “es sumiso y ciego, pero también entra en pánico porque una parte de él sabe lo miserable que es”. Es por ello que mira la cuerda contemplando el suicidio como una salida.
“Personalmente creo que la muerte del ser humano puede dignificar de alguna forma su estado a través del suicidio. Sin embargo, creo que aprender a morir en general nos haría mejores”, reflexionando el músico sobre el suicidio.
Los clavos que él come representan el consumismo nocivo; no solo material, sino también mediático. Para Igor somos presa fácil del consumo, y eso se refleja en el código de barras que el personaje lleva tatuado en la nuca, como un símbolo de su deshumanización. “Muchas veces mentalmente comemos peores cosas que los clavos y mientras los medios engañan, la mayoría sigue las flechas”, comenta.
Cuando el personaje destroza la televisión contra el suelo, se puede visualizar un pentagrama. Este era parte de la locación y no fue agregado por el equipo de producción. Sin embargo, el músico comenta que “no quedó mal, puesto que el manejo de los medios es perverso y demoniaco”
La repetición de todas estas alegorías termina convirtiéndose en un nuevo símbolo en sí misma. Así, provoca que los mensajes sean resaltados y se transmita el círculo vicioso en el que vive el esbirro: “trata de salir, pero no puede; está atrapado, vuelve al ciclo, anestesiado”
El rodaje de esta producción duró un día y requirió de ocho personas. La dirección estuvo a cargo de Álvaro Tapia, Korwin Quiñonez y Sebastián Figueroa. Anka F. Maldonado fue la cabeza en la fotografía, y en la post producción, montaje y edición tomó la posta Yeti Films. La producción general estuvo a cargo de Estruendosis Producciones, productora que dirige Igor. “Fue difícil puesto que auto producir siempre es una carga muy fuerte. Sin embargo, el resultado final es bueno”.
Esta canción entra en lo que el músico llama su “nueva camada” de temas, que pertenecerán a lo que será su cuarta producción como solista. Espera publicarla en lo que queda del 2018.