Con el fin de la canción protesta y la revolución de izquierda ahora existen otras reflexiones sociales. ¿Cuáles son sus luchas? La denuncia dejó de tener un solo objetivo y se ramificó en batallas de fronteras invisibles.
La pregunta para esta vez no es ¿qué pasó con la música protesta?, sino ¿de dónde viene ahora y cuáles son sus nuevas luchas? Con el fin de las épocas revolucionarias en Latinoamérica, la canción protesta abandona el género, pero continúa con el mensaje de denuncia. La unión de colectivos y el cambio de pensamiento está siempre secundado por la rebeldía intrínseca de la música. Los jóvenes adquieren nuevas demandas y formas de pelear en la diversificación.
Los nuevos cantos a la libertad y al pensamiento autónomo ya no se limitan a un ritmo establecido. La canción protesta, como la conocemos, a base de guitarra y voz se quedó en el pasado con Mercedes Sosa, Silvio Rodríguez y Pueblo Nuevo y la continúan algunos trovadores que van con su guitarra, sin premura por alcanzar la revolución a punta de sus canciones.
Recuperemos la lengua, la tierra la esfera … «Despierta»- Caye Cayejera
Por estos tiempos, el mensaje de denuncia es más libre en su sonoridad está presente en prácticamente todos los géneros. Músicos en búsqueda de cambio como Calle 13 o Ana Tijoux parecería que mantuvieron viva la chispa en Latinoamérica en los últimos 10 años.
No debemos olvidar que visibilizar los problemas comunes y la inconformidad, ha estado desde la esencia en la formación del rock, metal, punk y hip hop.
La denuncia dejó de tener un solo objetivo y se ramificó en varias luchas de fronteras invisibles. En un principio esta música vinculada con la izquierda tradicional promovía la reflexión sobre la diferencia social y la oposición al imperialismo. La nueva música de batalla defiende varios frentes: desde los derechos del medio ambiente como Swing Original Monks o Fabrikante, la igualdad de género como Caye Cayejera o Selva y las mismas Rima Roja y Venus con “Somos mujeres-Somos hip hop”, también hay protestas que persisten, como el propio descontento ante el sistema, como recitan desde hace 20 años, Sal y Mileto.
«Estamos cansados de los que tienen las riendas de la sociedad»… «Nono Nos Hagan Cabrar»-3vol
Estas son las nuevas voces que promueven el nacimiento de más bandas, que no temen decir lo que piensan. 3vol en el camino, es influido por Igor Icaza (baterista de Sal y Mileto), padre de uno de los integrantes de de la banda. Crecidos en Quito, rompen con el silencio al gritar sus inconformidades individuales, con la esperanza de que se tornen colectivas por medio de la música. “Es bacán subir al escenario y ver a gente que se siente igual que yo”, afirma Jordan Naranjo, bajista de 3vol.
Los conflictos de la calle suenan en títulos como “Los Chapas” o “No nos Hagan Cabrear”. “Las canciones denuncian disconformidades comunes” dice Jordan mientras comenta sobre las protestas que abandonan las calles para encontrar su nicho en la web. Culpa a Facebook por jóvenes que solo velan por su bienestar individual. Para cambiar esto es necesario que “exista más música que hable”. Los hermanos Cachimuel también intentan despertar a los wambras dormidos con su nuevo disco Wambra Katary (2017).
«Yo no se quién del dijo a esos señores que se podía dividir el mundo, con paces y naciones»… «No Fronteras»- Los Nin
Los Nin utilizan al hip hop andino para romper con lo establecido y alzar la voz a las masas. Temas como “20 Balas” o “Katary” hablan del crecimiento, de la oposición a lo impuesto y el derecho a pensar diferente.
Promueven el diálogo en cada uno de sus temas y defienden la hermosura en la diversidad cultural, algunos ideales que con comparten con Ataw Allpa, por lanzar otro ejemplo. Desde un descubrimiento post digital, este artista quiteño se opone a la visión folclórica e igualitaria de los sonidos andinos.
En su proyecto electrónico, recolecta sonidos representativos y los interpreta por medio de la mezcla. Ataw Allpa contradice a la voz centralizada por medio del el estudio a profundidad de musicalidad de culturas precolombinas. Esta es su manera de evidenciar la necesidad humana de gritar por la igualdad, la libertad y la aceptación social. La música protesta se fortalece de la diversificación de ritmos con un mismo mensaje: motivar a una la sociedad unida a la lucha por sus derechos.
¿Qué pasó con la antigua música protesta?
La música de autor o también llamada Canción Protesta se conviertió en un himno revolucionario de cambio social latinoamericano. La búsqueda de igualdad unificó grupos humanos identificados por letras sobre la realidad social. El Ecuador no se queda atrás en la oposición al sistema y a la aculturación.
Vinculada a los movimientos de izquierda simultáneos y posteriores a la Revolución Cubana (1959), la Nueva Canción Latinoamericana tiene claros objetivos ideológicos. Los gritos contra la represión militar y desigualdad social empoderaron al Cono Sur de una herramienta clave en la persuasión de formas de pensar.
La militancia por la libertad provenía principalmente de estudiantes de clase media y obrera. El régimen de Pinochet, el peronismo y hasta la oposición a la invasión estadounidense en Puerto Rico (entre muchos otros hitos históricos) fueron el escenario perfecto para proyectar una visión colectiva y hablar por los que no tienen voz.
Motivados por un cambio radical, los cantautores se convirtieron no solo un símbolo, sino también, en figuras políticas afamadas y perseguidas. Sus coros intervinieron de manera importante en las ideologías políticas del pueblo; como dijo Allende, “sin canción no hay revolución”. Entre los nombres más repetitivos están Victor Jara (CHI), Atahualpa Yupanqui (ARG) y Soledad Bravo (VE) entre muchos más.