Durante nueve meses, 14 artistas urbanos han tenido que enfrentar la ineficacia de la Secretaría de Cultura de Quito en el fomento de sus proyectos ganadores de una covocatoria pública.
Desde octubre del año pasado, 14 artistas urbanos esperan firmar un convenio y recibir los fondos para poner en marcha sus proyectos, ganadores de una convocatoria pública que la Secretaría de Cultura de Quito activó y que hasta la fecha no ha logrado ejecutar.
Las nuevas autoridades locales han cumplido un mes en funciones y es el momento preciso para señalar y reclamar las deudas pendientes, algunas incluso históricas, que la institucionalidad sostiene con ciertos sectores de la sociedad civil. El sector cultural, por ejemplo, pensado siempre desde las élites, es vulnerable a reiterativas humillaciones y los 14 artistas urbanos que hoy están enfrentando esta situación lo demuestran.
Pongámonos en contexto
Rondaba agosto del año 2022, parecía que la pandemia había quedado atrás, y el Municipio de Quito, a través de la Secretaría de Cultura (SECU), presentó el Plan de Reactivación Cultural para el Distrito, mismo que prometía inyectar USD 1 ‘137.000 en los distintos eslabones de la cadena de valor de la producción de arte y cultura.
El plan contemplaba cuatro ejes estratégicos, entre ellos, el Programa de incentivos artísticos y culturales (es decir, fondos concursables), para el cual se crearon ocho líneas de fomento para: artes visuales, artes escénicas, artes audiovisuales, literatura, artes musicales, espacios, patrimonio cultural inmaterial y…arte urbano. Históricamente, arte urbano, pues no había sido tomado en cuenta en anteriores convocatorias.
Según el plan, el monto total de inversión para esta línea sería de USD 250.000 distribuidos en distintas categorías como mural, fanzine, intervención en mobiliario urbano, entre otros. Ese mismo agosto llegó el primer llamado para la convocatoria pública que estaría abierta, según un cronograma ya vergonzosamente desfasado, hasta el 12 de septiembre de 2022.
Jorge Ruiz, conocido como Paint en su quehacer artístico, aplicó a la convocatoria en la categoría de murales de mediano y gran formato. Poco después, en octubre, Paint y 13 artistas más recibieron una carta firmada por el entonces secretario de cultura, Juan Martín Cueva, anunciando que sus proyectos habían sido acreedores del fondo y que en los próximos días se les notificaría un nuevo cronograma de fechas y plazos.
“Eso no pasó”, asegura Paint, pues la SECU solo se volvió a comunicar tres meses después, en enero, “con la justificación de que el encargado de ese proceso [Javier Perugachi, entonces Director de Cultura en Espacio Público] ya no estaba a cargo”.
Entre enero y febrero, algunos de los artistas sostuvieron varias reuniones presenciales y virtuales con la nueva directora de Espacio Público, Irina Llanes, quien les aseguró que trataría de sacar adelante la línea de fomento. Finalmente abril parecía que sería el mes en el que los ganadores del fondo firmarían el convenio, pero, nuevamente, eso no sucedió.
Lo que pasó, en cambio, fue que la administración de Santiago Guarderas llegó a término y cada uno de los 14 proyectos beneficiarios recibió un certificado como “respaldo institucional” que explica que la línea “ha tenido varios contratiempos en su implementación y ejecución”. Dicho documento, firmado el 5 de mayo de 2023 por el saliente secretario de Cultura, Juan Martín Cueva, asegura que:
“Se trata de un proceso institucional de mucha importancia para las políticas públicas de la Secretaría de Cultura, que cuenta con toda la normativa, respaldos, antecedentes y justificativos necesarios para que la nueva administración municipal le dé seguimiento y cierre”. Una nueva incertidumbre, solo que esta vez firmada.
Nos preguntamos, ¿cuáles fueron esos contratiempos que inviabilizaron la ejecución de esta línea de fomento ? Así pues contactamos al exsecretario de Cultura, Juan Martín Cueva.
¿Fomento o contratación pública?
Cueva explica que previo a la presentación del Plan de Reactivación Cultural se modificaron normativas, con el fin de crear una figura de fomento en lugar de contratación pública para arte y cultura. Ese cambio establecería “unos convenios muchísimo más ágiles y mucho más adaptados a las dinámicas y a las realidades de proyectos artísticos culturales en manos de independientes que manejan fondos relativamente pequeños”, señala.
En esta nueva modalidad de convenio entraron las líneas de fomento del Programa de incentivos, a excepción de la de arte urbano, que se ejecutaría por contratación pública como lo establecía la guía de convenios anterior. ¿La razón? Según Cueva, “porque hay algunas particularidades en los proyectos de arte urbano que hacen que sea un poco difícil dejarlo todo en manos del beneficiario”. Particularidades como permisos para el uso de espacio público, seguridad en el espacio de trabajo, entre otros “temas logísticos y de producción”, enlista Cueva.
La contratación pública por naturaleza lo complejiza todo. En este caso, implicaba buscar una entidad externa que administrara el fondo; pero además, existen unas inercias institucionales, en general, y de algunos de sus funcionarios, en particular, que pueden entorpecer un proceso.
Al inicio de todo, “Javier Perugachi estaba a cargo de la línea de fomento. Nosotros le fuimos a ver como unas cinco veces con unos compañeros”, relata Paula Arias, otra de las artistas afectadas que al sol de hoy ha visitado al menos 15 veces la SECU dándole un seguimiento extenuante al caso. “Dijeron que tuvieron demasiado trabajo con los otros proyectos de Bicentenario y que no alcanzaron a incluirnos”.
Tras la renuncia de Perugachi en enero, recuerda Paula, la nueva directora, Irina Llanes, restableció el proyecto “con mucha eficacia”. Para entonces, sin embargo, el alcalde saliente Santiago Guarderas solicitó no firmar contratos a última hora y se detuvo el proceso.
“Estamos súper conscientes de las quejas y de la razón y la legitimidad absoluta de las protestas, de las quejas que se han manifestado. Las entendemos perfectamente”, sostiene Cueva. Paula, no obstante, manifiesta que lo que hay que entender es que “esta precarización de los sistemas culturales (…) incide en una híper precarización que me ha llevado hasta el punto de quiebre”.
“Nunca se pensó hacer una línea de fomento para arte urbano”
Cabe recalcar que esta línea de fomento ni siquiera iba a existir. “Nunca se pensó hacer una línea de arte urbano, o sea, lo que pensaron fue hacer pintar paredes, decorar”, manifiesta María Fernanda (Mafo) López, curadora, investigadora y docente de la cátedra de arte urbano en la Universidad de las Artes, quien a modo de consultoría escribió las bases para esta línea de fomento, luego de un acercamiento informal por parte del exsecretario de Cultura.
La idea principal de pintar muros como fomento al arte urbano cambió a sugerencia de Mafo quien, tras viajar a Quito pudo constatar el mal estado de los muros. “Eran paredes secundarias, paredes llenas de moho, paredes anti técnicas, de terror. Entonces yo le dije al Juan Martín: Esto no se puede, esto es impensable. No es un fomento al arte urbano. Esto que están haciendo es un tema absolutamente decorativo y según los intereses del Municipio. Esto no funciona así”.
A partir de ese suceso, se acordó que María Fernanda escribiría las bases para esta línea de fomento, establecería la repartición de los USD 250.000 en las distintas categorías y seleccionaría los jurados. Luego de entregar el documento y deliberar junto al jurado los proyectos ganadores, López, como consultora externa, no ha tenido injerencia en los procesos burocráticos y tal como los 14 artistas perjudicados, está a la expectativa de una respuesta de la nueva administración.
Mafo reconoce que, aunque histórica, esta línea de fomento se dio de manera más bien precipitada, pero que al menos existió una buena voluntad. No obstante, es enfática al decir que “a la institución el arte urbano le importa un comino. Es vergonzoso y hay una deuda histórica por parte de la institucionalidad local. Si es necesario que me vaya a Quito y plantarnos con todos fuera de la SECU, lo vamos a hacer. Esto no se puede dejar pasar”.
Por su parte, Cueva afirma que “para mí es quizá la más grande frustración de estos 20 meses de gestión”, pero que “este no es un tema del Juan Martín Cueva. La Secretaría de Cultura, el Municipio están ahí, no han desaparecido, los fondos están ahí y todos los documentos habilitantes están y existe la consciencia, el conocimiento de las autoridades entrantes sobre esto”.
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Más allá de este caso, López insiste en que este solo es un síntoma de un problema más grande que es la infravaloración del arte y la cultura de calle dentro de un ya precarizado sector cultural, desde la academia, las instituciones y la sociedad. Ecuador tiene un largo historial de maltrato a los actores y gestores de la cultura, pues no se entiende que así como el Estado o/y las empresas tienen una planificación y cuentas que rendir, el quehacer artístico también está sujeto a planes, compromisos y cuentas que pagar.
Hoy son 14 artistas urbanos los que han tenido que encarar una administración pública con aparentes buenas intenciones, pero ineficaz a fin de cuentas a la hora de fomentar el desarrollo de su colectivo. La última noticia que recibieron los artistas, hace una semana, vino de parte del nuevo director de Espacio Público, Jorge Cisneros, quien les aseguró que posiblemente dentro de tres meses esto podría tener algún tipo de resolución. ¿Se hará realidad? Estaremos atentos.