Majadera Gestión Creativa es una iniciativa con enfoque social que crea y produce a través del arte distintos proyectos con impacto para las personas cuyos derechos se han vulnerado. Esta es una crónica de unos de los proceso que impulsaron durante ocho meses con las personas privadas de libertad en algunas provincias de la sierra norte ecuatoriana.
Texto por: Luz Marina
¿Cuánto hay que ata, que ciñe, que acordela, que acordona, que impide, que estorba, que contiene y que reprime libertades en la historia de vida de cualquier persona? Sea ésta una cosa, un semejante, un lugar, a todos nos atraviesan esas sentencias en mayor o menor grado, de una forma u otra, en distintas duraciones, diferentes represalias, a lo largo del camino.
Daniela y Carlera son las profesionales que sostienen Majadera Gestión Creativa, una iniciativa con enfoque social que crea y produce a través del arte distintos proyectos con la finalidad de transformar el mundo. Su compromiso con el servicio las lleva a gestar importantes encuentros con tremendo impacto para las personas cuyos derechos se han vulnerado.
Ellas se hacen cargo, desde donde pueden, de una responsabilidad colectiva que exige el sistema fracasado de nuestro país, que segmenta y condena a quienes buscan refugio desde otras geografías, a los que viven en la pobreza y en la falta de oportunidades.
Realidades tanto migratorias como carcelarias en Ecuador son ignoradas, devastadoras, y muchas veces invisibles. Es importante tomar en cuenta que el poder adquisitivo es capaz de blindar el destino de terminar en una cárcel.
La lucha incesante ante una estructura de poder que no parece perder atenúa la voz de quienes combaten, la contrae y, a veces, deja de ser un sonido. Las majaderas procuran un espacio en donde estos hilos sonoros cansados y contenidos en el silencio tienen oportunidad de sonar. Se desenvuelve y vuelve la voz que imprime esa libertad inherente de la expresión humana.
A partir de distintas disciplinas artísticas como el teatro, la danza y la música, ellas tienden puentes, tejen historias, articulan vivencias que permiten recuperar el aliento, reír y llorar, compartir, sanar y quizás, reconocerse por un instante en el abrigo de la esperanza, en la solidaridad y la empatía.
Como un llamado a participar de esa responsabilidad, quise retratar uno de los procesos que manejan.
Por ocho meses lideraron junto a su equipo de producción la aplicación de un proyecto de política pública de rehabilitación social para las personas privadas de libertad en algunas provincias de la sierra norte del Ecuador con el apoyo de algunas entidades gubernamentales. Entre ellas, el Ministerio de Cultura y Patrimonio, el Instituto de Fomento a la Creatividad e Innovación, y el Servicio Nacional de Atención Integral a Personas Adultas y Adolescentes Infractores (SNAI).
Un engranaje que entrevera lo interinstitucional y la diligencia independiente, haciendo posible portar el derecho universal a la cultura a pabellones de hombres y mujeres en tres centros de privación de libertad.
Revistieron por algunas horas esas paredes, esas miradas, esas personas con esa sutileza inexplicable del arte que, inmanente, estimula el alma.
Envolvieron cada uno de esos espacios en repetidas ocasiones con artistas de distintas disciplinas, bandas musicales, grupos teatrales y danzantes. Revistieron por algunas horas esas paredes, esas miradas, esas personas con esa sutileza inexplicable del arte que, inmanente, estimula el alma.
Por un tema de seguridad, tanto de las PPL como de quienes conducen este proyecto, no tuve carta abierta para escribir. Hubo rigurosos protocolos del SNAI con el fin de cuidar las identidades de las personas dentro y fuera de los centros, por lo que el uso de nombres completos, ubicaciones o descripciones específicas y cierto tipo de imágenes de registro no fueron permitidas.
Este texto nace en el segundo trimestre del año pasado. La gestión cultural arrancó en diciembre de 2022 hacia julio de 2023. En diciembre de 2023 empezó una nueva edición, suspendiendose en enero de 2024 por la grave situación que atraviesa el país. Sin embargo, las gestoras esperan que más adelante el proyecto pueda continuar y el arte regrese.
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Esperanza, Paz y Turismo: los pabellones visitados
Desplazarse desde la capital. Recorrer kilómetros. Los paisajes majestuosos, cielos colmados de nubes grandes, sembríos multicolor bordados a mano se despliegan abriendo el paso, guardando camino. Viajamos custodios de las montañas que vamos dejando atrás sin quitar la vista de las que van asomando. Viajo con el equipo de producción, el que articulando los recursos se ha organizado una vez más para que el arte llegue a donde más se necesita.
Las majaderas y su equipo vienen girando por meses, con una disciplina artística distinta en cada ocasión. En la gira en la que participo, viaja la música. Ilyari y los cuatro suyos.
Ilyari significa amanecer. Ella es una cantante con guitarra, de origen peruano-holandés junto a su ensamble de segundas voces de amalgama además de otros instrumentos. Con una dosis justa de lo lúdico, participa Elba Zurita en la segunda guitarra, Alan Brito Delgado en el bajo y Larry Cachuma en la percusión. Estos artistas eligieron entregarse a través de su oficio a este público particular por una mirada consonante que supo encontrarnos a todos en este proyecto.
En la buseta de los músicos viaja Analy, la encargada de la expedición del sonido, de maximizar su alcance con la justa amplitud para sumergir al espacio y hacer que todos los presentes vibren en él. Está Martín, un apoyo elemental para la logística, una de las piezas que como todas las de producción han ido y venido muchas veces por el trazo de esta ruta. Aprovechando el arrullo de los trayectos a menudo para dormir, también viaja Josué, el que conoce plenamente el ensamblaje sonoro.
Los conductores son don Carlitos y don Rafael, nacidos por el rumbo que atravesamos cuando vamos y volvemos. Hombres alegres con kilómetros de historias de camino y de vida, unen detalles a los paisajes por los que nos llevan maravillados igual, como si no habituaran esas vías todos los días.
Una bolsa de mandarinas pequeñas de su cosecha nos trajo para el trayecto don Carlitos, así se endulza el viaje junto a sus relatos que se apoyan gustosos sobre la curiosidad a luz de su mirada pizpireta. Con don Rafael, pendiente, alegre y vacilón, viajaron los artistas.
En el canto de Ilyari se escucha la lucha. Ella sostiene, comparte, sonríe, pregunta, reclama, sueña, muere, renace, grita insurgente y defiende. Ella muestra. Muestra contrastes que conviven y a veces se mezclan en su música. Estamos aquí, eso canta, Tránsitos que marcan / kaypimi kunansi, una y otra vez en su tema Armas y Cazuelas.
La distinción de su sonoridad hilvana ritmos de todos los lugares de donde vienen sus raíces y confluyen sus sangres. El huayno, vals peruano, el jazz, la trova latinoamericana y ritmos tradicionales del Ecuador son algunos de los estilos que evoca en su repertorio.
Le canta a la naturaleza y a los paisajes que nos han traído hasta aquí. Enuncia su historia, sus afectos, la violencia de género, el amor, los derechos. Para cantar no importa no saber la letra, se aprende sobre la marcha cantando como lo haría el Gato en uno de los pabellones.
Preparándose para esta gira, Ilyari confeccionó atuendos para tres de las cuatro direcciones cardinales de su ensamble de tierra, manos, campo, y origen. Los cuatro suyos son los integrantes de su banda que hacen referencia a las cuatro regiones del imperio inca conocido como Tahuantinsuyo.
Estas direcciones instrumentales acompañan y nutren su mensaje. Para abrir las presentaciones ella diría ‘Esta es Ilyari y los cuatro suyos con mucho cariño’. En su pabellón, el Gato enumeró a los suyos y riendo preguntó ‘¿dónde está el cuarto?’. La banda ha ido cambiando en el tiempo con integrantes que van y vienen.
La música acerca estos puntos cardinales a un lugar en donde también el sol, incondicional, sabe indicar el oriente al ponerse, sin juzgar.
Ella y los suyos ocuparon los escenarios sin tarima y bajo una carpa en cada una de las cuatro presentaciones. Me conmueve la idea de que la música acerque estos puntos cardinales a un lugar en donde también el sol, incondicional, sabe indicar el oriente al ponerse, sin juzgar.
En su tema Huaquero suena: he visto relojes que amarran el tiempo/ al sol atrapado un momento. Así el espacio no-espacio se ubica y ocupa acaso un lugar en un mundo que a menudo cierra sus ojos para ver.
Al sol me oriento, concluye Huaquero. Cuando Ilyari canta esta letra extiende los brazos hacia cada lado y hacia arriba, la luz que le alcanza es cálida y fuerte como de bronce o de vasija que se fragua. Tras un efusivo sacudón de manos, gritos y aplausos se oyó ‘Chuta, ¡esa es! ¡órale!’ en respuesta a uno de los temas interpretados.
Visitamos dos pabellones de mujeres. En el primero, las palabras derecho, paz, libre y líder se ocultaban en las paredes, las cubría una delgada capa de pintura blanca. Aquí, cuatro mujeres privadas de libertad habían preparado una danza y se presentaron descalzas con sus faldas rojas. Nuestra última parada coincidió con el día del maestro, así que festejamos a las maestras, que disfrutaron plenamente el homenaje.
Volcarse a la fe es también un recurso fundamental en estos espacios para subsistir.
En esta oportunidad, temas como Anarka Siklón o el albazo en Armas y Cazuelas se prestaron para proclamar derechos y honrar legados en conjunto. Resultó impactante conocer que a las mujeres trans las ubican en el pabellón de hombres. Surge la pregunta del peligro que corren y la manera que encuentran para sobrevivir y sobrellevar su permanencia en los centros.
Las paredes que delimitan lo libre de lo no libre están repletas de murales, la mayoría son representaciones religiosas. Volcarse a la fe es también un recurso fundamental en estos espacios para subsistir. La música, el origen, las banderas, la privación, la naturaleza, los vínculos y emblemas de las ciudades de los centros también se han pintado en los muros.
Tejados de teja, pisos de baldosa colorada, líneas de colores que dibujan diversas canchas de deporte en el concreto. Alambrados de púa con peluches, pelotas y zapatos suspendidos. La ropa al sol por todas partes. Cultivo de plantas en recipientes plásticos. Áreas de oficios manuales y reciclaje.
Las palomas que rondan los centros son metáforas tatuadas en los ires y venires de sus vuelos y sus alas. Hay ciertos detalles como los que nombro en donde al hablar de uno, hablo de todos los pabellones visitados. Indiscutiblemente, raza y pobreza bautiza en estos espacios a las personas privadas de libertad.
Los tambos, el recorrido, las estancias, la recreación, las comidas, el descanso fue día por día urdiendo los visos diversos de la compañía entre el equipo que armó Majadera Gestión Creativa para esta gira. Desayunos, almuerzos y cenas devinieron en un inevitable tour gastronómico.
El más colorido fue quizás el de las pailas de fritada, mote, tostado, aguacate, queso, choclo, habas, llapingacho, maduro y ají. En el tema Parásito, Ilyari nos preparaba para el deleite de estos sabores: y si tú me das yuquita/ chochos, habas y papita / también me sacias la guatita caramba!
Algunas de las vivencias más poderosas que atestiguaron las majaderas y su equipo merecen darse a conocer.
Esta gira fue una de muchas. Algunas de las vivencias más poderosas que atestiguaron las majaderas y su equipo merecen darse a conocer. En la primera parada, en el momento en que el arte llegó y se hizo la alquimia con los presentes, ellas lloraban conmovidas diciéndose: ‘es hermoso lo que estamos haciendo’.
Partiendo de que observando se construye, las personas privadas de libertad agradecieron a las gestoras por cumplir su palabra de volver cada tanto, por permitirles olvidar por un momento que están ahí y más que nada, por tratarlos y tratarlas como personas.
Estas visitas también han sido una oportunidad para aprender y conmoverse. El Aguirre, el Motor y el Guayas, pendientes de ayudar en cada oportunidad, asistieron doblando cables y apoyando en lo que hiciera falta. Las ganas de participar y formar parte de lo que acontecía cuando el proyecto irrumpía las rutinas de los centros era palpable.
Las gestoras me hablaron sobre un PPL extranjero que se desplazaba abrazando en el pecho su único pedido: un cuaderno y un lápiz. Aquí se dilucida a las personas privadas de libertad de otros países como él, las que no tienen a nadie a quien recurrir con lo que puedan necesitar.
Desde las artes escénicas, el abordo del aborto en la obra teatral ‘La Anacoreta’ tocó a muchas de las mujeres de los centros. Se pudo compartir y hablar sobre la importancia de llorar para sanar. La variedad de las propuestas artísticas generaron distintas catarsis de emoción a partir de la escucha, la interacción y participación de todas y todos.
Cuando el hip-hop kichwa de Los Nin se tomó el escenario, el furor del público se hizo partícipe a través del break dance, la soberanía del micrófono y el salto mortal de uno de los PPL llamado Ayoví desde el aro de basquet de la cancha en su pabellón. Para nuestra sorpresa, en nuestra visita, Ayoví repitió su fenomenal número dejándonos a todos sin aliento hasta que sus pies tocaran nuevamente el suelo.
Privarte del arte es también privarte de una parte de quien tú eres.
Disfrutar, bailar, reír y regresar al elemento de una vida que merece celebrarse fue el resultado de estas visitas del arte. Daniela compartió que ‘privarte del arte es también privarte de una parte de quien tú eres, y que, llevar arte es un montón aunque a veces no parezca suficiente’. Esto me cuenta al hablarme de Eric, un músico que tocaba y giraba antes de caer preso.
En una ocasión se presentó en su pabellón con su quena, y en lugar de una pista que lo acompañe, lo acompañaron los miembros de la banda de la cantante de la sierra centro ecuatoriana, Mariela Condo. ‘Hace tanto tiempo que no me sentía vivo, me hacía tanta falta esto’, diría Eric mientras lloraba en gratitud.
En otra ocasión, el milagro de un padre encerrado en uno de los pabellones que se reencontró con su hijo, el mago Miguel Ángel y su hija, la que asistía el acto de ilusión. Desde su aprehensión no habían podido reunirse. El padre agradeció el encuentro en ese espacio, en ese momento, diciendo que ese había sido el mejor día de su vida.
Fue posible evidenciar que los centros encierran mucho más que lo que encuentra a las personas allí. La vida implacable con todos sus sueños, su sentir y su arte. Alas rotas en el eje social producto de una fragmentación sistémica. Alas que crecen con el arte cuando se abren los espacios y se comparte el corazón.
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Retomando lo planteado al inicio; hablamos de un lugar que despoja las alas. La cárcel, la prisión, el presidio. Un lugar en donde la libertad se queda detrás del alambrado, de las puertas y los barrotes, un destierro de ser, existir y habitar. Un espacio no-espacio impregnado de olvido que existe más en el imaginario colectivo simbólico, sin cable a tierra.
Arístides Vargas es un dramaturgo cordobés del que fue ese gran granero del mundo que en los años setenta llegó a Ecuador exiliado a partir del golpe militar en su país. Él escribe la obra teatral La Razón Blindada, dedicándosela a su hermano Chicho que fue un preso político durante la dictadura. Si bien el entorno de privación aquí es distinto, el hilo conductor de dependencia es un espejo.
La obra retrata a dos presos que para sobrevivir acuden a la cultura, encarnando a Don Quijote de la Mancha y Sancho Panza de Cervantes, viajando así en salvoconducto por instantes fuera de donde se encuentran, para saberse libres en el vuelo infinito de la imaginación. Un fragmento al finalizar la tercera escena dice así:
DE LA MANCHA – (…) No se preocupe, Panza, aquí no nos podemos sentir solos, aquí, si usted existe, yo existo, si usted desaparece, yo desaparezco… Si alguien no me dice: oiga, usted, no sea tan llorón, ¿cómo voy a saber que ese escándalo gutural que sale de mi garganta se llama llanto? Yo estoy aquí porque usted está aquí. Mañana, cuando no seamos los de ahora, tal vez recordemos estos momentos como los únicos momentos en que no nos sentimos solos… (…).
Aquí dibujo esa bandera arcoíris que levantó este proyecto en pos de una condición humana que nos hermana, y retrato ese alar fundamental del arte como herramienta, instrumento, arma, para amainar las libertades ausentes, enaltecer las voces inaudibles y suscitar un hálito compasivo ante la injusticia de la dignidad arrancada. Que esa necesidad del espíritu de no sentir que estamos solas y solos en el mundo sea siempre un motivo para acompañarnos, reconocernos y encontrarnos.