Llegamos a Cuenca el sábado a las ocho de la mañana. Viajé con Tripulación de Osos, Da Pawn y la banda de Amanda Vizén, pero esos manes iban atrás. El Mauro de Da Pawn me contó que su show sería prácticamente canciones nuevas, que ojalá no les odien. Nadie durmió bien en ese viaje. Nos bajamos en la calle Luis Cordero, en la esquina del Parque Calderón donde más tarde tocaría Ricardo Pita y La Máquina Camaleön. A esa hora ya se escuchaba el ruido rosa (el más insoportable) del seteo de los equipos de sonido.
Caminamos hasta la Calle Larga buscando un lugar para desayunar. En un extremo de la vía está la Plaza del Vado –el escenario metal-, y casi al final está el Puente Roto. Llegamos al escenario de La Merced: el más bonito, según yo. «Aquí toca La Tri, ¿no?». En la cuadra siguiente se veía la escalinata que conduce al río y que fue, al mismo tiempo, el escenario de la CIDAP. Al cruzar el puente del Tomebamba, se llega al Parque de la Madre, el escenario más grande del festival. En la Fiesta de la Música Cuenca, expresiones comunes como «a un paso» y «a la vuelta de la esquina» son bien literales.
La ruta peatonal de Radio COCOA inició en el Parque Calderón, alrededor de las once. Ahí estaba Ricardo Pita tocando dentro de una pérgola. Llovía ligeramente, el público pedía más canciones. «Una monedita, por amor de Dios». Al mismo tiempo Molicie, banda cuencana, estaba tocando en el Vado. Quería ir para allá, pero no alcancé: en la Fiesta de la Música hay que planear bien el cronograma. Después me enteré de que a la banda de rock-noise-alternativo la había escuchado un público metalerazo, lo que debe haber sido bien interesante para ambas partes.
Mientras Paco Vélez se preparaba para subir al escenario del Parque Calderón, caminamos hacia la Calle Larga en dirección al río. En La Merced estaba tocando Yanamanka, agrupación folclórica. El show de violoncelos ya había terminado en la CIDAP. En el Parque de la Madre, Los Corrientes iniciaron su show después de Daniel Merchán. Los músicos jugaban sobre el escenario, conversaban con el público, la pasaban bien. «Soy Chiro» es definitivamente su hit.
La Máquina Camaleön empezó a tocar en el Parque Calderón alrededor de las cinco y cuarto. Me llamaron a decir que el Camaleön había hecho que todo el público se meta al escenario. Cuando llegué al parque estaban tocando «Los Zanqueros», el pasaje que conducía a la pérgola estaba lleno de gente y no se veía lo que pasaba. Me acerqué por un costado y ahí el Techo, el bajista, me dijo: «no escucho nada». Habían unas 40 personas metidas en el escenario tomando fotos, volviéndose locos.
Fue inmediatamente después que sucedió lo que ya se documentó debidamente: el Camaleön crowd-surfeando con un salvavidas robado de un avión. Cerraron con «El Inmenso» y aunque hace un frío densazo en Cuenca, todos estábamos mojados por el sudor y el ron que un punkero nos lanzó.
La siguiente parada era Calle Larga abajo, para ver a La Tri. Alguien debería hacer una tipología del pogo: el de La Máquina es desordenado, alegre. El de La Tri en cambio es más geométrico. El show sólido, la lluvia tenue, la música bacán. Me quedé cantando «peces a contraluz» hasta que bajamos de nuevo al Parque de la Madre.
Mundos y Da Pawn: el valle sonoro del festival. Me gusta ful Da Pawn. No soy de las chicas que se trepan en hombros para corear las canciones, pero lo de «Cambio de Tonalidad» sí es impresionante. Ese «¿Por qué siempre me fallas?» es potente cuando lo cantan unas 400 personas al unísono. Es cierto que las nuevas canciones de la banda tienen otra sonoridad. El Mauro grita como Jeff Buckley – grita bien, para qué-.
Volví al hotel mientras tocaba Baden Baden. «Suenan a Coldplay pero en francés», me dijo luego el bajista de La Tri en un taxi camino al after. Regresé al Parque de la Madre a la medianoche para ver a Guanaco. ¡Qué pro ese man y esa banda! El público diverso, gran convocatoria, la gente feliz.
Todo terminó en el after organizado por Pastizales y Molicie crew. Fue en una parroquia de Cuenca: Ricaurte, zona industrial a quince minutos del centro. Para llegar allá, el taxi pasó por algunos escenarios apagados pero aún frescos. El festival se había concentrado en el Parque de la Madre, pero la fiesta se movía al otro lado del río.
1 comentario
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