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El primer ladrillo se llama Quito 2023

By David Guzman

March 06, 2014

Calificación:

 

Quito 2023

Duración: 90 minutos

Directores: César Izurieta y Juan Fernando Moscoso

Elenco: Silvio Villagómez, Jose Luis Vergara, Elvira Durango

Hace tiempo que el cine ecuatoriano rebasó la frontera donde su mayor mérito era “ser cine ecuatoriano”. El récord de estrenos del año pasado fue de la mano con la decepción del público y las salas vacías; suficiente argumento para saber que algo falta en esta industria en el país. Quito 2023 es un disparo arriesgado, a momentos desacertado e irregular. Se la puede ver como un intento incompleto que se unirá a la lista de buenas intenciones del cine local o como un esfuerzo válido para un género prácticamente desértico en el Ecuador.

Parece que en el país tenemos una alergia a nuestro cine, una pésima predisposición al ver que nuestro control de calidad jamás pasaría los estándares internacionales. Películas como esta fueron errores de décadas pasadas, en países donde la industria ya evolucionó. La pregunta es: ¿seguimos los mismos pasos y errores que nos estancan en el tiempo o nos saltamos el proceso directamente hacia el presente? Quito 2023 se sacrifica y escoge lo primero. Algunos la van a odiar por esto, pero podría ser el gran paso para que otros cineastas escojan la segunda opción: saltarse el proceso.

La película inicia segura. Santiago y Marcos lideran al grupo de la resistencia, en una dictadura que convirtió a Quito en la única ciudad amurallada de Latinoamérica, y gobernada por el General Ponce. Entre bromances de Santiago y Marcos, la película se vuelve un poco lenta y atropellada hasta el momento de la rebelión. Una rebelión truncada por el sonrojante presupuesto con el que contaba la cinta. Quito arde, pero nunca vemos Quito. A pesar de todos sus obvios limitantes, la historia sale a flote.

El guión y las actuaciones son satisfactorias mientras permanecen en la zona de confort. En escenas de mayor demanda, ambos aspectos se ven comprometidos por una evidente falta de fluidez y sentimiento. De todos modos, Villagómez logra construir un personaje y convencernos con una buena actuación, quiteña, pero ya nadaf.

Con la materia de actuación aprobada, falta un rubro muy criticable en las últimas producciones ecuatorianas. Lo gracioso es que a este no le falta práctica sino le sobra esfuerzo. La fotografía excedida y empalagosa que abundaba en Sin otoño Sin primavera y Tinta Sangre (especialmente esta última) es bajada a niveles terrenales y digeribles en Quito 2023. En Ecuador, parece que a algunos les gusta pavearse cuando les toca dirigir fotografía y se huele una actitud de “mira lo que puedo hacer” en cada toma. Afortunadamente Quito 2023 no peca de eso y reparte la dosis cinematográfica uniformemente junto a una banda sonora inesperadamente buena.

Las adversidades económicas matan la ilusión de lo que la película pudo ser y no fue. Una guerra que no vemos, dos locaciones (muy bien producidas) de las que nos cansamos y personajes a momentos estáticos. Parece que Quito 2023 tiene todo para fallar, pero contra todo pronóstico, explota los pocos recursos con los que cuenta. Dentro de lo posible, la película es lo mejor que pudo ser y se convertirá en ese primer e imperfecto ladrillo con el que inicia la construcción de cualquier pared.

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