Este 28 de agosto será la presentación de Cometas, el nuevo EP de Surfeadores Rosa. Hasta entonces, te dejamos con algunas claves de este trabajo, que ya está disponible en las plataformas.
En la trayectoria de Surfeadores Rosa hay dos momentos definitorios. Dos instantes en que las aguas musicales se separaron en dos ríos que, pese a bifurcarse notablemente, siguen entrelazándose hasta hoy en la música del grupo.
El primero de estos momentos fue el del surf rock, cuando Danny Bilbao, después de una chispa de inspiración, nacida de una las muchas veces en que escuchó el disco Surfer Rosa, de los Pixies, pensó en una banda. Una banda que, en la imaginación, estaría compuesta de varios integrantes y haría un surf rock al estilo de los 50 y los 60. “Y sólo grabe algo en mi cuarto súper rápido, unos amigos me ayudaron a grabar unos bajos y las demás cosas, y ya. Quería tener ese feeling medio sesentero del surf rock instrumental”, cuenta el músico.
De ahí vienen las primeras canciones de Surfeadores Rosa, que salieron en 2016. Estaban constituidas por un surf instrumental que cedería su espacio posteriormente a una música melancólica, de corte más alternativo y popero.
Un salto musical hacia en el amor y el desamor
En 2018, Danny, después de pasar una ruptura amorosa, por fin tendría una banda propiamente dicha. Con ayuda de algunos de sus panas y antiguos compañeros del cole, Surfeadores Rosa resurgió con más fuerza. Y no sólo en lo que respecta al estilo o a la nueva y fresca consciencia musical colectiva que emergió de la labor de sus nuevos integrantes, sino también en el plano de las temáticas musicales.
“Empezamos tocando instrumental, ese era el feeling. Pero luego empezamos a traer canciones que teníamos y quisimos hacerlas en ese estilo. Y empezamos a evolucionar. Cada uno estaba aportando con sus canciones, y dijimos: veamos cómo nos va si empezamos a cantar. Fue más un proyecto de panas mostrando sus canciones a otro”, señala.
Para los integrantes de la banda fue, así mismo, el momento de hacer un proyecto musical más serio. “Los surfeadores fue mi oportunidad para mostrar mis canciones y lo que yo había hecho, y salió bien”, cree Nicolás Berrú, quien toca la guitarra y es uno de los que cantan en el grupo. Lo mismo dice José David Armendáriz, que se encarga de la segunda guitarra y los sintetizadores y antes lo hacía de la batería.
Así la música de la banda empezó a quedar salpicada de toques melancólicos, signados por el desamor y el amor a partes iguales. Ello no fue gratuito. Como se dijo arriba, Danny había pasado por una ruptura amorosa. Curiosamente, los demás miembros del grupo se encontraban en la misma situación.
“Justo a finales del 2019 todos estábamos grabando el Spliff EP que grabamos con La muerte y todos sus amigos, y tuvimos también esas rupturas amorosas, cada uno con sus relaciones. Y, aparte, el paro nos hizo ser más introspectivos a nuestra manera, más creativos”, indica Danny, quien no deja de mencionar que esto le da al grupo una suerte de autenticidad en lo que respecta a las letras. “Las letras representan full esa época. Son cosas que vivimos, reales, no nos inventamos sentimientos ni nada. No pretendemos escribir de cosas de que no sabemos. Mucha gente logra verse reflejada en eso”, añade.
Esa afortunada pero dolorosa coincidencia en el plano sentimental disparó la creatividad de Surfeadores Rosa, otorgándole al nuevo EP del grupo, Cometas, un nuevo tono y una capa de verdad adicional.
“Cuando uno mostraba las canciones, pegaban de cierta forma en los demás”, dice Nicolás, para quien las canciones de este disco han sido mucho más que música. “Fueron las canciones que escribí para irme liberando de ese sentimiento. Y seguiré escribiendo de desamor hasta que me libere de eso. Espero que sea pronto”, precisa.
Pero no todo es tan triste, tan doloroso. A su manera, Cometas también es una oda a los años del colegio. Esa época sencilla de los amores iniciáticos y las preocupaciones escasas pero importantes. El tema “Dieciséis”, escrito por Juan Fernando Valencia, bajista de la banda, es una especie de túnel del tiempo que nos acerca a esos días.
“La letra de la canción es más una letra a uno mismo, para que uno no pierda la esencia, para que disfrute de sí mismo. Para que, si estás con un chuchaqui de alma, en el piso, puedas sobrellevarlo y agarrar la energía de la misma canción. En esto vienen full temáticas románticas, de amistades, de full vainas de esa edad”, indica Juan Fernando.
¿Qué ofrece Cometas a nivel sonoro?
Mucho. Pese a que el EP fue hecho de una forma similar a los anteriores temas del grupo, en la casa, con métodos de grabación un tanto precarios, la producción de Ángel Mena, de Bondo, y el disfrute de los integrantes de Surfeadores Rosa al hacerlo elevaron considerablemente el nivel musical. En Cometas están las señas del placer de componer la música en grupo, pese a las barreras que ha levantado la pandemia.
Y está, sobre todo, la introspección, que fue una consecuencia inesperadamente afortunada del encierro. “Sirvió para tomarlo más lento y que haya más introspección y salga mejor. Y de ahí nos juntamos en julio y nos íbamos a casa del Edgar y hacíamos el EP, las guitarras, el bajo”, cuenta Nicolás.
Escuchar Cometas es, en ese sentido, paradójico. Es, de una forma milagrosa, cubrirse de una buena vibra, aun cuando el dolor aflore.
Los años venideros
Por ahora, Surfeadores Rosa no va a parar. Hay, al parecer, música para rato. Y, así mismo, ya hay eventos a la vista, como la tocada del 28 de agosto para presentar el EP, además, claro está de una obra más extensa y completa que no tardará mucho en publicarse. “El plan para Surfeadores Rosa es hacer un disco de larga duración, que sea consistente, que continúe esta línea estética que hemos venido desarrollando, y tocar en vivo”, comenta Danny.
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¿Hasta cuándo seguirán haciendo música los cuatro —a quienes se sumó recientemente Joaquín Terán— miembros de Surfeadores Rosa? Lo más probable es que la compondrán por mucho tiempo. A fin de cuentas, no hay hasta ahora la más mínima señal de que la creatividad se esté esfumando. Por el contrario, esta parece dispararse hacia las alturas. Y si fuera al revés, los propios músicos serían los primeros en notarlo, como cree Nicolás:
“Creo que, si llegamos a un punto en el que estamos haciendo lo mismo, probablemente ya no podríamos seguir haciendo música. Siempre estamos buscando hacer cosas nuevas, expandir nuestro sonido y ver cómo podemos siempre dar nuevas cosas”.