El collage es una técnica artística que usa distintos fragmentos para crear una pieza totalmente nueva. Sin embargo, hay algo que rara vez se cuestiona acerca del collage y es: ¿acaso existe el copyright? Descubre la opinión de collagistas ecuatorianos acerca del tema aquí.
El origen de esta técnica artística se atribuye a Picasso en 1912 con su obra “Naturaleza muerta con silla de rejilla”. A lo largo del tiempo, el collage ha evolucionado de lo análogo a lo digital, de hacer recortes de revistas a descargarse imágenes de Google. En ambos escenarios se presenta la misma problemática: ¿Hasta qué punto es ético o legal tomar el arte de otros para crear el nuestro?
La belleza del collage se caracteriza por tener una expresión liberal donde la creatividad del autor no tiene fin y el copyright toma un segundo plano. Si se acude directamente a la Ley de Propiedad Intelectual de Ecuador se podrá acceder a más implicaciones judiciales acerca del derecho de autor. Ahora bien, nos enfocaremos en el aspecto ético detrás de la deconstrucción de elementos para la creación del collage.
José Andrés Gallardo, administrador gastronómico y collagista análogo, forma parte del Club de Collage que tiene lugar en la casa cultural “La Nube”. Gallardo ha exhibido sus obras en la exposición “Where the Sun Casts No Shadow: Postcards from the Creative Crossroads of Quito, Ecuador” en el Museum of Art in Knoxville ubicado en Tenessee, en 2019. Para una de sus piezas tomó fragmentos de obras de Gonzalo Endara y fue su primer cuestionamiento con el rol del copyright.
Siempre cautivado por las técnicas y colores que usa el pintor, decidió contactarse con él pero no obtuvo respuesta alguna. Con más experiencias como estas, Gallardo comenta que su ideología cambió a “el copyright no existe en el collage”, siempre y cuando se transformen los significados de la obra inicial.
Ariana Sánchez Romero, politóloga y cofundadora del Club de Collage, comparte su postura acerca de las implicaciones del copyright. El club de collage inició alrededor de seis años atrás, con la motivación de dialogar, experimentar y difundir esta práctica artística. A su vez, promociona el trabajo colectivo al nutrir la creatividad de los integrantes de manera continua.
Se reúnen todos los martes a las 19h30 para crear nuevos conceptos a partir del collage tanto análogo como digital. También realizan talleres para enseñar nuevas técnicas relacionadas a la deconstrucción de elementos.
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“Si se usa un recurso de otro autor para construir algo nuevo, los derechos de autor no deben intervenir directamente”, argumenta Sánchez, quien considera que el copyright es difícil de comprender cuando la originalidad como tal no existe y cada obra tiene una referencia en sí. Al igual que Gallardo, considera que está dentro del marco ético si se generan nuevas lecturas del producto original. Su mayor inspiración se centra en la disrupción y exploración de la belleza.
Marcela Ribadeneira, periodista, crítica de cine y artista visual, define al collage como “la acción de tomar un elemento y descontextualizarlo al adquirir nuevos significados”. A Ribadeneira le apasiona restaurar afiches vintage donde los ideales de las mujeres estaban definidos por roles tradicionales. Asimismo, deconstruir elementos de la figura femenina “perfecta” bajo los estándares de la sociedad y retomar el valor de la mujer sobre su cuerpo.
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Su perspectiva con respecto al copyright en el collage se centra en que se deben respetar las leyes de propiedad intelectual; sin embargo, mientras la intervención del collagista sobre el arte inicial sea ”radical” es éticamente correcto. Por otro lado, ella comenta que si el objetivo es vender la pieza se debe procurar el uso de imágenes bajo licencia o de dominio público.
Es complicado comprender las implicaciones que tiene el copyright en el collage, pero claramente no se puede negar su existencia. Si el artista busca la comercialización de su pieza, es su deber investigar las leyes de uso de los elementos. Si no persigue fines económicos, no es necesario hacerlo.
Pero más allá de eso, el derecho de autor no debe limitar la función liberal y creativa del collage cuando su objetivo es darle nueva vida y recircular algo que fue creado por otras manos.