Casi un año y medio después de la muerte de Mac Miller, llega su álbum Circles. No sólo es la confirmación del talento de rapero estadounidense. Es un brillante testamento musical. Hondo y premonitorio.
Recién iniciado el 2020 —era apenas el 8 de enero— las redes sociales de Mac Miller volvían a activarse desde que culminó su viaje en la Tierra, allá por el 2018. Se trataba de un comunicado en el cual la familia del rapero daba a conocer al público que el álbum póstumo del artista iba a ser publicado hoy, 17 de enero. Si Swimming fue un salto respecto a The Divine Feminine, Circles es una suerte de continuación de Swimming. Mejor dicho, su complemento. “Swimming in Circles” es el concepto de ambos álbumes, según se explica en el comunicado. El álbum fue publicado a las 00:00 de hoy junto a videoclips para cada canción.
Al día siguiente salió el primer single, “Good News”. Tal vez la canción más representativa del disco y del espíritu de Mac. Y es que si por algo se caracterizó este man a lo largo de su carrera fue por escribir desde el sentimiento, desde lo real: sus quejidos, lamentos, arrepentimientos, sueños, esperanzas, reflexiones. “Good News” abarca todo eso. Es, tal vez, la canción más sensible del álbum. No sólo refleja una idea que, creo yo, estaba en el imaginario colectivo que tenía el público sobre el artista a partir de su muerte, sino que sintetiza bien los alti-bajos de los que habla tanto en sus canciones. Podría dedicarme a hablar sobre su adicción a las drogas y su depresión, y todo lo que habla al respecto en sus canciones, pero eso es cuento viejo y prefiero hablar sobre su visión del mundo.
A lxs apuradxs les dejo, de una vez, mis imperdibles del álbum: “Circles”, “Good News”, “Everybody”, “Surf”, y “Hand me Downs”. Y les dejo de paso un verso e idea repetitiva del álbum: “there ain’t a better time than today”.
En un principio, este review de la semana estaba planeado únicamente como una revisión de “Good News”, aprovechando la expectativa que este single dejó sobre el álbum que hoy ve la luz. Mi intención era poner a dialogara este single con las obras póstumas de David Bowie, Michael Jackson, Freddie Mercury y hasta de John Coltrane. Pero mientras escribía esto me di cuenta de dos cosas. 1) la razón por la cual decidí escribir esto era por la profundidad y sensibilidad que encuentro en las letras de Mac Miller. 2) Mi procrastinación trajo algo bueno: ya eran pasadas las 12 de la noche, lo cual quería decir que el álbum estaba calientito, recién salido del horno. No esperen un análisis musical. Es una breve apreciación de su lírica.
¿Se puede hablar de espiritualidad con algo tan millenial, tan Siglo XXI, como Mac Miller y su música? Entiéndase la espiritualidad como esa búsqueda del ser, esa inquebrantable intriga del ser humano por entender su existencia o, bien, liberarse de ella. También, como esa lucha que conlleva encontrar un propósito y tratar de cumplirlo. Ese camino que es difícil, espinoso y exhaustivo, pero que a su vez calma, consuela, aliviana y guía. No confundirlo con religión.
Claro que se puede hablar de espiritualidad con alguien que canta, solloza y grita sobre sus demonios internos: “the devil on my doorstep bein’ so shady / don’t trip / we don’t gotta let him in” (“Blue World”) Alguien que reflexiona sobre el deterioro en el que se encuentra el mundo y cómo esto lo afecta personalmente: “we’re doing well, sittin’, watchin’ the world fallin’ down, it’s decline”(“Circles”). Alguien que busca una responsabilidad del ser humano frente a la debacle mundial: “I wonder, do they see their own reflection in the rain / and look away?”(“Once a Day”).
Qué importa si en algún momento su música se enfocó en el frat-rap o ese viejo hip-hop que glorificaba la fiesta y el dinero. Lo interesante de Mac es su maduración como artista y persona, lo cual se puede ver en su obra leída al lado de su biografía. Este álbum está cargado de soul y R&B. Tal vez por ahí un toque de jazz.
“I Can See”, por ejemplo, es una reflexión sobre la realidad y la vida. Pero lo hace con un pie en el aire y uno en la tierra, recordándose a sí mismo que la vida no es tan irreal después de todo, porque cuando golpea, golpea duro. Mac retrata aquí una vieja idea del pensamiento humano: si la vida es un sueño, también nosotros lo somos.
Algo parecido sucede con la canción que le sigue en orden, “Everybody”:
“Everybody’s gotta live / and everybody’s gonna die
Everybody’s gotta live / I think you know the reason why
Yeah, sometimes the going gets so good, yeah / But then it can get pretty rough, yeah
But when I have you in my arms, baby / You know I just can’t, I just can’t get enough”
Continua el disco con “Woods”, reflexionando sobre el amor mientras mira con un ojo al hoy, y con el otro, mira hacia un futuro imposible. A este tema, que a mi parecer queda inconcluso en sus reflexiones, lo complementa perfectamente “Hand Me Downs”, otra tonada al amor, esa cosa que no logra ahuyentar del todo a los demonios internos, pero que ayuda: “ You remind me / shit, I need to stay in line / you damn well are a great design”.
Por otro lado, “That’s on me” y “Hands” son otro par de canciones que van de la mano, pues en ellas está tal vez el lado más oscuro del álbum. La primera es evidentemente una canción de culpa, mientras que en la segunda se pueden ver los conflictos internos y externos de la persona: se percibe rabia, reclamos, pero también están una suerte de consejos que se pueden sentir a lo largo del álbum. Consejos que se pueden resumir en que todo lo que se tiene es el presente, en que no hay que descifrar todo en nuestros cabezas, que está bien y es necesario solo relajarse y soltar las cosas.
Finalmente, “Surf” y “Once a day” son una luz al final del álbum. “There’s water in the flowers, let’s grow”, reza la primera, mientras que la segunda expresa un sentimiento de gratitud hacia las cosas cotidianas. Se cierra así un círculo enorme que más bien parece un espiral, por la profundidad a la que llega.
Sí, es una pena que Malcolm James McCormick se haya ido tan joven y en la cumbre de su carrera, como muchos llamaban a su último lanzamiento en vida, Swimming. Pero hay que tomar en cuenta que la muerte a veces es piadosa y se lleva a quienes necesitan descansar o a quienes están listos y han cumplido su propósito. Él entra en ambas categorías. No sabría decir si Circles supera en calidad a su antecesor o se queda atrás, porque realmente se sienten como si fueron hechos para ser escuchados intercaladamente el uno con el otro. Además, ambos álbumes tienen una atmósfera de redención, como si Mac supiera que eran sus últimos años aquí y estuviese en un proceso doloroso de hacer las paces consigo mismo y sus demonios.
El álbum póstumo de Mac Miller cumple las expectativas: arroja pistas de los conflictos internos de la persona y exhibe el talento del músico y productor. A la vez que da la impresión de que, místicamente, Mac lo escribió desde el otro lado del puente y nos lo mandó para cuando estemos listxs para recibirlo. Me lo tomo como una guía espiritual, cargada de consejos y reflexiones para los días de bajón. Por lo pronto, diré con certeza que el álbum fue compuesto con los pies bien parados sobre la tierra y la mirada fijada hacia el infinito.