La segunda parte de Trainspotting se estrenó el año pasado y no llegó a Ecuador, dejándonos picados a todos lo que amamos la delirante oda a las adicciones de Danny Boyle. Les dejamos un recorrido a través de su soundtrack para que todxs se animen a buscar la película y a «escoger la vida» después de verla.
Muchos recordarán Trainspotting, el clásico filme de culto de Danny Boyle (adaptación de una novela de Irving Welsh) sobre los junkies escoceses que corrían por la calle y buceaban en inodoros llenos de mierda para encontrar algo de sentido en sus vidas caóticas. El año pasado la película cumplió 20 años y fue conmemorada con una secuela, basada en otra novela de Welsh titulada «Porno».
Para quienes somos fans de Renton, Spud, Sickboy, Begbie y Tommy, la noticia pegó como una invitación esperada para revivir la fiesta de rock and roll, drogas y existencialismo que tanto nos embaló cuando vimos la primera entrega. No obstante, fue una falsa alarma y nos quedamos picados: la película nunca se estrenó en Ecuador y por ello, casi pasa desapercibida bajo nuestro radar. Por eso, no era justo dejar que todo quede ahí y que nos quedemos sin conocer las aventuras de ese entrañable grupo de descarriados escoceses 20 años después.
Después de conseguir verla y quedar partido en dos por ella, me animo a armar aquí un viaje a través de su soundtrack para que más personas la busquen (todos digan gracias a los torrents y la falta de jurisdicción del FBI en nuestro país), y eviten quedarse con las ganas. Escojan la vida, escojan cuestionarla, escojan meterse de cabeza en el mundo de Trainspotting una vez más, a través de una de las cosas más increíbles que tiene para ofrecer: su banda sonora.
No voy a hablar demasiado acerca de la película para no arruinarles la emoción. La trama no tiene mucho que ver con la novela de Welsh y fue adaptada para calzar con el mundo real, en el que los personajes han envejecido 20 años, igual que los actores. Todos se vuelven a encontrar cuando Renton regresa a Edinburgo después de haber vivido durante años en Amsterdam, donde encontró la vida de la que tanto huía en cada vuelo de heroína que tenía cuando era joven. Su regreso a casa es bastante turbulento, dados los hechos en los que abandonó a sus amigos, y por los cuales todos ellos están tanto o más hundidos en el mundo decadente que él dejó atrás.
La película logra emocionarnos igual que la primera y mantiene el mismo tono hilarante y ritmo vertiginoso, aunque ha perdido un poco de su carácter más roñoso ante el evidente aumento en su presupuesto de producción. Pero esa evolución no le juega en contra y más bien aporta al retrato de un mundo nuevo y más delirante en el que las drogas son más brillantes, vienen en presentaciones más «bonitas» y se consumen más rápido.
A mi parecer, la música escogida aporta en gran medida a esta noción, acompañando a unos personajes que se han negado a crecer y que a pesar de ver su vida caer en picada, se siguen aferrando a los placeres que los mantenían alejados del aburrimiento y del sistema. Los sonidos toscos y experimentales de algunas bandas de la nueva guardia del Reino Unido, mezclados con remixes de los clásicos que resonaron en la primera entrega y algunas canciones clásicas del recuerdo, nos llevan en un viaje lleno de ritmo en el que no nos queda más que reír ante lo caótico y absurdo del camino que han vuelto a escoger Renton y su pandilla.
Aquí va, sin orden particular, una selección de lo mejor del soundtrack, tan adictivo como el mundo de la película en sí mismo:
1. Young Fathers – «LOW»
Young Fathers es una de las bandas más interesantes con las que me he topado en mi vida, y por eso le agradezco eternamente a la película. Proveniente de Edimburgo, la misma casa de los personajes, este trío está conformado por dos descendientes de padres africanos, y un escocés. Los tres tienen el mismo nombre que sus padres (de ahí el nombre de la banda), y comenzaron a grabar temas juntos desde los 14 años utilizando una máquina de karaoke conectada a una grabadora vieja.
Hoy por hoy su fusión excéntrica de ritmos como el hip-hop, el pop y la electrónica es capaz de detonar nuestras neuronas en una mezcla de beats que resuenan tribales e industriales al mismo tiempo. «LOW» es una de sus canciones más interesantes y suena en la película, aunque no está incluida en la lista oficial del soundtrack.
2. Wolf Alice – «Silk»
Este cuarteto del norte de Londres tiene un sonido nostálgico y oscuro que podría definirse como pop-rock alternativo. Sintetizadores psicodélicos se combinan con una delicada voz femenina y bases de percusión y cuerdas que resuenan potentes, aunque no demasiado agresivas, creando un mundo muy atmosférico, melodioso y provocativo. De alguna forma, si uno se quiere poner poético, se podría decir que los temas de Wolf Alice remiten a algo así como la pérdida de la inocencia.
«Silk» resuena algunas veces durante la película y pone ese toquecito necesario de optimismo y desesperanza simultáneos a los padecimientos de Spud y de Renton. La vida está llena de cosas positivas, pero es difícil verlas cuando estás metido hasta el cogote en tus adicciones. O, como dice la letra: «There’s love, there is a savior, but that ain’t no love of mine».
3. Underworld – «Slow Slippy»
Es imposible olvidarse de «Born Slippy», uno de los himnos tecno de los 90, y la canción que acompañó la caminata final de Renton en la primera parte de Trainspotting, esa en la que traicionaba a sus amigos para entregarse a la vida que aborrecía con el dinero que había robado. Esa en la que nos deja a todos con la boca abierta y un montón de dudas sobre el sentido de nuestra existencia en este mundo lleno de adicciones.
«Slow Slippy» fue producida por la misma banda especialmente para la nueva entrega de Trainspotting y, para quienes no nacimos en los noventas ni tripeamos con fervor la época de los raves, sus nuevas cadencias lentas y rítmicas resuenan muy bien. La canción conserva el carácter oscuro y abrumador de su intro, pero ahora suena envejecida y más espesa, tal como los personajes 20 años después de no haber cambiado en nada su forma de vivir.
4. Blondie – «Dreaming»
«Dreaming is free» reza el estribillo de este pegajoso clásico, uno de los primeros en dar el salto de la era del disco en los 70, hacia el entrañable pop ochentero de nuestras mamás. Este tema de Blondie suena curiosamente irónico y contradictorio en una secuencia de montaje en la que Spud es el protagonista y se hace querer profundamente por el conmovedor optimismo con el que ayuda a construir el prostíbulo de sus amigos, mientras lucha en cuerpo y alma contra la heroína.
Spud es el que más bajo ha caído de todos ellos, y sin embargo es el único que no ha dejado de creer en la lealtad y en la capacidad de superarse a sí mismo de forma legítima, a través de su fe en la amistad. Este es otro de esos momentos de la película que sabe agridulce y nos deja cuestionándonos si vale la pena luchar por un mundo en el que todo podría parecer carente de significado más allá de su valor de consumo.
5. High Contrast – «Shotgun Mouthwash»
La primera vez que escuché esta canción en el intro de la película me pareció igualita a «Lust for Life» de Iggy Pop. Algo en sus acordes suena casi idéntico al clásico con el que abría Trainspotting en 1996. Quizás esto se realza por el hecho de que en ambas películas, la primera imagen que vemos es la de unos pies que corren. Antes, eran los Converse viejos de Renton huyendo de la policía en Edimburgo. Ahora, sus zapatos de correr Adidas sobre una caminadora que va hacia ninguna parte en algún lugar de Amsterdam. Como sea, el beat punkero y agresivo de ambas canciones, mezclado con la imagen del pie que cae con violencia sobre el piso, es una declaración potente del sacudón que viene con la película, y quizás esa es una de las cosas más bacanes de esta canción.
High Contrast es el alter-ego del dj británico Lincoln Barret. Lo más intrigante es que a pesar de ser «electrónica», suena fuertemente a algo que podríamos llamar «neo-punk». El trabajo de High-Contrast presenta esa agresividad embalante en toda su extensión con sus poderosas mezclas de drum & bass. «Shotgun Mouthwash» destaca quizás como su canción más «darks«: es una oda pesimista a la frustración de la vida moderna que nos invita con sorna a pensar en que una pistola en la boca da lo mismo que el enjuague bucal que usamos a diario. Gran lema para empezar una película como Trainspotting.
6. The Rubberbandits – «Dad’s Best Friend»
La yapa
Según Wikipedia este es un dúo de «hip-hop cómico» integrado por dos MCs irlandeses que ocultan su identidad con máscaras hechas de fundas de supermercado. Sin embargo, eso es lo último en lo que uno pensaría al escuchar el beat ácido y discordante de esta canción. La música de The Rubberbandits es una mezcla podrida de electrónica, pop, rap y una pizca generosa de actitud punk.
Uno sólo puede alcanzar a preguntarse qué tan frío y frustrante puede ser el lado oscuro del Reino Unido, al ver a bandas como esta emerger del mismo lugar que en otras décadas parió a los Sex Pistols o a The Clash. «Dad’s Best Friend» es un testimonio irónico del lado más deprimente de la vida adulta moderna en un lenguaje contemporáneo. Aparece en la película en una de las primeras veces que vemos el nuevo departamento de soltero de Sick-Boy, y de seguro dejará en ustedes una impresión desconcertante después de verlo, y después de ponerlos a cabecear al mismo tiempo.
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Solo les queda animarse a ver la película para terminar de conocer el resto de su soundtrack y dejar que los invada. Solo así se darán cuenta de que las canciones han sido escogidas con una precisión admirable para hacer que se cuestionen sobre el sentido de su vida, sobre los placeres que persiguen y sobre todo lo que hay que aguantar cuando uno no ha encontrado su propósito pero quiere empezar de nuevo y no ser un turista de su propia existencia, viendo pasar los trenes.
Más claro, busquen Trainspotting 2, contágiense de sus beats podridos y abrácense a la esperanza que se esconde en el lado oscuro, ese que nos pone de cara contra nuestras adicciones.