Caye Cayejera: música para mantenerse en la lucha

Cayetana Salao tiene la mirada penetrante y la voz firme. Lo primero que se percibe al conocerla es la fuerza de su carácter, reflejada en su forma descomplicada y decidida de hablar. Frente a ella, es fácil darse cuenta de que la suya es una historia de convicción. Desde que vino al mundo en Riobamba, se ha forjado como activista de causas relacionadas con el feminismo y los pueblos indígenas antiguos. Una vez que la música se cruzó en su camino, esas raíces marcaron a fuego su trayectoria como MC y su renacimiento como Caye Cayejera.

Fotos: Martín González

El rap como escapatoria

Caye se presenta como activista social y política, antes que como cantante. Empezó su carrera dirigiendo intervenciones en el espacio público: performance-art, arte escénico y shows de drag, siempre en defensa de causas feministas.  Era en esos espacios donde mejor veía satisfechos sus deseos de expresión: «Yo vibré un montón ahí». Pero también los recuerda como una época turbia. Los performances callejeros estaban condicionados por su carácter coyuntural, de poca trascendencia en el público. Además, la falta de compromiso dentro de los colectivos, junto con las ocasiones en las que su trabajo no fue reconocido con justicia, hicieron que Caye se volcara hacia la música.

«Siendo bien sincera, entré en el rap por desilusión».

«Siempre he escuchado rap, siempre me ha gustado», dice luego con énfasis. En la universidad conoció a Gabriel Jácome, quien también tuvo su propia incursión en la escena del hip-hop, aunque con poco alcance. Al poco tiempo, él se convirtió en su mentor musical y su compañero de freestyleo, cosa que hacían en la calle, sin mayores pretensiones ni objetivos, sino como desahogo. Así, Caye empezó a mezclar ambos mundos, el del perfomance art y el del hip-hop, en un acto que consistió en rapear. Fue entonces que notó que esa música hablada era expresión. Poco a poco comenzó a participar en micrófonos abiertos y conciertos locales, hasta que su buena acogida terminó por llevarla lejos al Festival Abierto de Panamá, uno de los eventos culturales más grandes del país caribeño. Ese fue el punto de despegue de su carrera, donde se consagró como Caye Cayejera y compartió escenario con La Mala Rodríguez y Kali Mutsa. El rap, marcó un nuevo inicio en la vida de Caye: «Me salvó de mi frustración y de mi huevada, desde lo creativo creo que siempre me ha sostenido».

Manténgase con estilo propio

Panamá fue un quiebre en la corta vida de rapera de Caye. Ante la urgencia del viaje, se vio en la obligación de sacar un videoclip para pulir y promocionar el material que iba a exponer. Sin embargo, cuando llegó allá, su visión musical se amplió radicalmente, casi a la fuerza, gracias a los lazos que trabó con otros músicos. La recomendación más grande que le dieron: «Saca algo con una impronta propia». Ante este «reto», Caye encontró una salida muy orgánica: decidió partir de su mestizaje a la hora de renovar su sonido, afiliado a la nueva ola que atraviesa la música local y que fusiona lo folklórico con lo contemporáneo. Su disco Manténgase hace honor a sus raíces: mezcla un sinnúmero de elementos raíz (como las bandas de pueblo que ella escuchaba cerca de su natal Riobamba o los sonidos de la selva amazónica), y propone una exploración del rap asentada en la oralidad y la memoria de las nacionalidades con las que ella creció y comparte su origen.

Para materializar este tapiz ideológico tan complejo, Caye Cayejera se apoyó en DJ MIC y luego en Nicolás Dávila, productor con el que concibió Manténgase. Nicolás siempre ha basado su búsqueda musical en los ritmos tradicionales latinoamericanos, re-interpretados con sintetizadores y elementos más electrónicos. Él y Caye partieron de unas grabaciones que ella había hecho en fiestas y manifestaciones indígenas de las comunas cerca de su hogar, para después samplearlas y tratarlas en el estudio. Decidieron «fabricar» la música desde ahí, de forma más sintética. Pero no todo fueron samples y sonidos procesados. Andrés Benavides (baterista de bandas como Can Can o Pulpo 3) y Juan Guerrero también participaron en el disco junto a Mariela Condo y Grecia Albán (vocalista de Bueyes de Madera y La Mala Maña), que matizan con su voz dulce la potencia de Caye en temas como «Qué Chucha Aquí».

El proceso duró dos años, pero el disco finalmente quedó listo como su emblema. Ahora Caye busca hacer resonar con fuerza su legado como activista y su mensaje como defensora de las causas indígenas y feministas. Alimentada por el pensamiento de mujeres teóricas y activistas de los derechos humanos y de la naturaleza, Caye quiere «pasar esos mensajes a través de la música a una generación que está buscando esos referentes». En otras palabras, con su rap potente busca encarnar un discurso de lucha, pidiéndole que se «mantenga» a cualquier persona que, como ella, busque defender un mundo más libre, valiente y conectado con sus raíces. La memoria de la sangre, el respeto por los pueblos ancestrales, los derechos y la lucha de las mujeres, son ejes en los que encamina su discurso con total soltura y coraje.

Caye Cayejera es una mujer que canta a las mujeres. Su vínculo con el público se convierte en combustible para su carrera en cada concierto y cada vez que filtra sus temas entre sus fans para pulirlos según sus opiniones, especialmente las de las chicas, a quienes se refiere como «las compas». Caye es una artista sin miedo, que canta sin pelos en la lengua y que emana su fuego interno con cada letra que emite. Ahora, con el apoyo musical fuerte que ha consolidado con Nicolás Dávila y DJ MIC, perfila su carrera con miras de llegar lejos y pisar escenarios grandes.

Únete a la conversación