Pancho Piedra, el dj y gestor cultural cuencano hizo su primera muestra como pintor y artista visual en la galería Talō, en Cuenca. BRUTUS, como se titula la exhibición, contó con 28 piezas, en su mayoría de mediano y gran formato.
La muestra estuvo disponible entre el 3 de junio y el 29 de julio de este año. Los colores intensos, los trazos abstractos, la psicodelia y las formas lúdicas en las representaciones visuales recuerdan, inmediatamente, la obra del artista neoyorquino Jean-Michael Basquiat, que se hizo famoso en el mundo del arte en la década de los 80s.
Pancho acepta. Es una de sus mayores influencias, dice. Su acercamiento a la pintura no viene desde una formación académica y formal en arte. Sino de un acercamiento desde la curiosidad por expresarse en otros lenguajes –distintos a la música– y la autoformación.
En su proceso de preparación para la muestra se dedicó a investigar y aprender sobre la historia global del arte. De ahí el interés por Basquiat y la influencia de otro grande como Picasso. En cuanto a referentes locales, sin dudar, menciona a su coterráneo Pedro Álvarez Estrella, también conocido como Faibol.
Esta necesidad de encontrar nuevos lenguajes creativos, cuenta Pancho, llegó con el covid y el confinamiento. Al tener la escena musical y de fiesta congelada, el gestor y dj se dedicó a formarse en pintura y reforzar ciertos aspectos de su música.
Fue así como fue a parar donde el artista quiteño Teo Monsalve, quien le enseñó todo lo que debía saber sobre composición y color.
La curaduría de BRUTUS estuvo a cargo de Cristina Carrasco y tuvo el acercamiento de Carlos Heredia, galerista y propietario de Talō.
A continuación, una conversación con Pancho Piedra en la que nos cuenta cómo fue el proceso de incursionar en la pintura –luego de lustros dedicándose a la música–, y lanzarse a exponer una muestra individual. También nos cuenta sobre el valor de la psicodelia y su visión sobre la situación del sector cultural local.
Lee también en Radio COCOA: Pancho Piedra: Un buen DJ no te va a dar lo que quieres escuchar
***
Juan Sebastián Jaramillo: Esta es tu primera muestra como artista visual. ¿De dónde nace ese interés por incursionar en la pintura y las artes?
Todo nació a partir del encierro del covid. Como hago música, soy dj y hago fiestas, a la primera noticia del covid empecé la cancelación de una fiesta que tenía justo esa semana que todo se desmoronó.
JSJ: ¿En marzo de 2020?
Exacto. De ahí todo fue solamente progresivamente empeorando. Luego de eso empezaron los encierros y yo decidí irme a una finca que mi familia tiene a una hora de aquí en Sigsig, como a media hora de Gualaceo.
En este tiempo de no tener mucho que hacer y de la incertidumbre de qué va a pasar, empecé a pintar en formatos pequeños, en cuadernos, retomando lo que hacía de niño, porque cuando era pequeño también pintaba bastante.
Poco a poco se fueron llenando los cuadernos. Me puse a investigar en YouTube sobre historia del arte, que también tuve en la universidad cuando estudié comunicación, pero estuve investigando full en esas épocas. Y poco a poco los formatos fueron creciendo, de cuadernitos a cuadernos más y más grandes.
En ese tiempo decidí irme unos meses a Quito a la casa de un amigo que es artista, Juan José Ruiz, que lo conocen también como Chino Ruiz, dueño de Z Gallery. Estuve donde él y él fue el que me incentivó a enfrentarme contra un lienzo en blanco grande. Entonces, empezó el proceso así, se fue dando de esa forma.
Luego tuve clases con Teo Monsalve que me enseñó las cosas básicas, pero que es lo que más me sirve como teoría del color. También tuve clases de música con Chris Dreyer y con Andrés Benavides. Yo aproveché ese tiempo para tener clases de todo lo que quería reforzar y aprender.
Teo Monsalve me dijo: «Tú lo que necesitas saber es teoría del color y composición. Teoría del color para saber cómo mezclar los colores y llegar a lo que tú quieres; luego la composición es cómo están los elementos. Si no tienes composición, sepas o no dibujar, no tienes nada».
JSJ: ¿Tú eras pana de Teo de antes?
Sí, yo le conozco al Teo ya desde hace mucho tiempo, aproveché la relación para tener ese acercamiento con él. A partir de eso ya fue solamente lanzarme, prueba y error, prueba y error, y solo darle.
JSJ: Me contaron que la selección fue un poco difícil porque tenías una gran cantidad de piezas…
Sí, sí, me embalé, le di full. Me empezó a llenar mucho el momento presente que tiene la pintura o las manifestaciones artísticas que solamente están pasando. Y empecé a sentir que esto era como un alimento para algo superior, para el alma, me sentía muy satisfecho.
En una de esas pensé que ya tenía mucho material y alguien me recomendó esta galería [Talō] y le contacté por Instagram, en un mensaje de lo más fresco, diciendo que me gustaría conversar para ver la posibilidad de hacer algo. Carlos [Heredia], muy abierto, me dijo: “De una, ven”. Él siempre muy receptivo y con todas las ganas de creer en esta propuesta. Gran parte de todo lo que ha pasado es por la buena onda de Carlos.
Les comenté a algunas personas, hasta a familiares que tienen galerías, y no me pararon mucha bola. Pero en todo el trabajo que he hecho de música, sé cómo es la cosa. De 10 personas que preguntas –en la música, por ejemplo, en un sello–, nueve te dirán que no y tal vez una que sí. Entonces, cachaba, y el que me digan que no, no me lo tomaba personal. Pero con Carlos hubo una apertura chévere desde el comienzo.
JSJ: ¿Qué línea siguieron para llegar a la selección que se está exhibiendo?
Fue un trabajo en conjunto entre Carlos, Cristina Carrasco (curadora) y yo. Con Carlos fuimos a la finca donde tengo el estudio y con él empezamos a ver los cuadros. Él con su criterio personal me fue diciendo cuáles le parecían mejores, cuáles tenían más sentido en una obra general y empezamos a elegir así. Luego le mandamos fotos y videos a Cristina y ella estuvo de acuerdo.
JSJ: ¿Cómo le contarías a alguien de qué va la muestra?
Yo diría que es una radiografía del momento en el que estaba pasando. En muy pocos de los cuadros tenía claro qué iba a hacer, o sea, la mayoría de las veces yo empezaba simplemente un jugueteo con los colores e iba viendo qué pasaba. Supongo que tenía que ver bastante con el estado de ánimo y la situación, entonces, es como una documentación de mi estado que no se podría definir tal vez como: “yo quería llegar a hacer una serie de cuadros de tal y tal”. Esto fue como el momento del encierro, del covid, del aprendizaje…
JSJ: Como una introspección…
Exacto.
JSJ: Entre las influencias, ¿cuáles podrías mencionar? Se ve un poco de Basquiat…
Sí, hay bastante influencia de Basquiat, sobre todo de la técnica. Él usaba bastante el oil stick que es como una barra de óleo que es súper gruesa y con la que puedes ir directamente al cuadro. Creo que también tiene que ver con Picasso, porque yo creo que antes de Basquiat estaba Picasso en lo de estos trazos un poco hasta infantiles, jugando con el color y la composición.
De ahí, como te digo, investigué bastante sobre historia del arte, entonces yo creo que están ahí muchos de los grandes maestros de alguna forma, no copiados, pero con una influencia grande. En la nota del color puede ser esto de Cézanne, Matisse…
JSJ: De la historia global del arte…
De la historia global del arte y como yo también he hecho bastantes eventos, entonces tengo la nota gráfica de los flyers y todo eso. No sé, es el resultado de lo que yo he sido un poco.
JSJ: Volviendo al tema de la pandemia, esto nace de una necesidad tuya de expresarte en medio del encerramiento…
Claro, totalmente. Como estaba parado lo de ser Dj –yo desde hace como 20 años o más que empecé con esto–, nunca había parado, entonces eso era mi vida. Aprender también a saber quién es este nuevo personaje, quién soy yo sin la gente, sin las fiestas, necesitaba alguna forma de expresarme que sea nueva. Y también en esas épocas escribí bastante y empecé con algo que había hecho en el pasado que era la fotografía. Entonces, fueron muchas formas de expresarme que no tenían tanto que ver con la música. Traté de llevar la creatividad hacia otras formas para que las ideas se vayan cuajando.
JSJ: ¿Crees que de alguna manera tu trabajo en la música influyó en lo que estamos viendo aquí?
Creo que sí, porque en la música también lo mío siempre ha sido una especie de collage de sonidos, de sampleo, de coger cosas de aquí, de la radio, un poco de sintetizadores y mezclar estos elementos que vienen de diferentes lugares. En la pintura también ha pasado lo mismo, a veces no se ve tanto, pero es mezclar muchas cosas que vienen y que van pasando, como pegar pedacitos a partir de cosas, de crear otras situaciones, como una especie de alquimia, digamos.
JSJ: Noté que hay mucho autorretrato también…
Sí (risas). Empezó a salir esta figura como esa del sombrero y el bigote y, no sé si es como una marca registrada, pero es algo con lo que se identifica mi personaje, tal vez.
JSJ: ¿Crees que esto repercute de alguna manera en tu trabajo musical?
Son dos caminos diferentes, pero al final yo creo que ésta, al ser una nueva expresión, ya tiene un poco el peso del camino que yo venía haciendo como artista. Entonces, tal vez la gente quería venir a ver qué hizo el dj, qué onda este man. Eso generó como una especie de polémica, de incertidumbre entre la gente. Al final la exposición fue un éxito total, o sea estuvo repleto, a la gente le gustó y creo que tuvo mucho que ver el peso de la música.
JSJ: ¿Sentiste tal vez nerviosismo o miedo al incursionar en algo que hasta ese momento era ajeno a ti?
La verdad no. El miedo a la crítica yo ya lo perdí bastante en todo lo que he hecho con la música. Yo sé que el arte –el buen arte, al menos– está hecho para que no guste a todos, porque sí a todos les gusta es porque algo raro está pasando. Sé que siempre va a haber un poco de crítica de gente que obviamente no le va a gustar, que va a estar en contra, entonces, creo que yo estaba un poco curtido de eso.
JSJ: ¿Cómo ves tú la acogida de la gente acá en Cuenca a todo el tema cultural?
Yo creo que es buena, pero al final le falta a la gente un poco más de mundo. A veces como Cuenca es una ciudad pequeñita, un poco conservadora, hay muchas personas que les falta tener un poco más de apertura, de conocer otros lugares, de saber que esto no es la totalidad del planeta. Pero en general creo que sí sería una ciudad abierta culturalmente, pero hay esos prejuicios todavía de lo pequeña que es y sobre todo, del lado súper conservador y católico.
JSJ: ¿Dirías que hay un público numeroso que apoya a las artes?
Sí, la verdad que sí. Sea música, sea pintura, teatro o cosas visuales, yo creo que Cuenca sí tiene un buen nivel comparado con el resto del país. Pero en general el Ecuador está atravesando un momento cultural muy importante.
JSJ: Te lo pregunto porque en Quito, al menos en mi experiencia, hay bastantes propuestas de músicos, de artistas plásticos, visuales, etc., pero a veces se siente que las personas que están metidas en el mundo cultural son muy pocas en comparación con la gente que habita en la ciudad. Tal vez sea solo mi percepción…
Sí, sí. Yo ahora justo estuve de viaje por Europa y ahí es como que la gente vive la cultura, es parte de su vida. Los gobiernos también saben que esto es parte del ser humano, las manifestaciones y es diferente allá. Pienso que, es lo que te decía, les falta mundo, les falta apertura, les falta un poco de saber que esto es lo que nos hace seres humanos, el poder expresarte, el poder compartir, el ver cuál es la posición de un artista frente a una realidad, un tema. Nos faltan años…
JSJ: ¿Crees que falta apoyo de las instituciones, del Estado?
Totalmente, sí. Somos al final tercer mundo y tenemos problemas más básicos que van desde salud, educación, la gran corrupción. Entonces, a veces la cultura piensan que no está dentro de estos aspectos básicos, pero en países más avanzados es parte de todas estas cuestiones básicas, es algo como comer o educarse, yo creo.
JSJ: Retomando el tema de la muestra, cuéntame un poco más de lo que te enseñó Teo y cómo está plasmado aquí.
Como soy una persona bastante visual, siempre me doy cuenta del impacto del color. Sabía cómo combinar los colores para generar un impacto a través de la primera impresión. Con el tema de la composición también, muy pocas veces el objeto está en el centro; es como en la fotografía, juegas con los tercios y eso. Casi nada está en el centro.
JSJ: ¿Y en cuánto a las figuras?
Es una expresión bastante bruta, digamos, sin pensamiento al comienzo y después ir viendo cómo va tomando forma, qué puede llegar a ser a partir de eso…
JSJ: Y hay un poco de textos también, no…
Sí, hay un poco de textos. No está tan recargado, pero creo que el texto sobre todo, como Basquiat enseñó, puede llevar a experimentar la obra de otra forma.
JSJ: ¿Cómo te sientes con el resultado de lo que estás presentando aquí?
Súper bien, la verdad. Me siento contento de que a la gente le haya gustado y que hayan de alguna forma entendido, de que les haya llegado un poco como visceralmente la obra. Creo que fue una etapa y ahora estoy listo para otras cosas, la siguiente evolución. Esto me parece que estuvo bueno para ahorita, pero yo quiero dedicarme a esto igual que a como me dediqué a la música.
JSJ: Sí piensas seguir produciendo, entonces…
Claro, de largo. Ya es como un estilo de vida, igual que hacer música o ser dj. Esto ya es parte de mi vida.
JSJ: Es un reto siempre hacer arte acá en Ecuador por lo que hablábamos, a veces no hay públicos suficientemente grandes…
Sí, sí es un reto, pero sobre todo ahora con las herramientas que tenemos de redes sociales la cosa no se puede quedar solamente aquí, puede expandirse un poco. Y también lo que me ha ayudado bastante en la vida a través de la filosofía hindú y todo el Bhagavad Gita que te dice: “Todo lo que hagas, hazlo con el mayor esfuerzo y dedicación sin esperar muchos resultados”. Que pase lo que tenga que pasar. Bueno, a veces sí como seres humanos nos podemos cegar ante el dinero, la fama y cosas así, pero hay que tratar de dejar a un lado eso e ir con el proceso.
JSJ: ¿Qué posibilidades te dio la pintura que no tenías en la música?
Son dos caminos diferentes, pero en un momento tuve los dos estudios juntos, el de la música y el de la pintura estaban en un mismo lugar. Paraba de hacer música, me aburría e iba a pintar, pintaba y pintaba en un ir y venir. Entonces, en las dos al final he llegado a la conclusión de que en el arte lo complicado de lograr es la simpleza, que sea simple y contundente. Muy fácil es recargar la música, recargar la pintura, pero llegar a algo que sea súper impactante y que sea simple es complicado.
JSJ: Hay como un tema psicodélico también en las obras…
Totalmente, yo soy al final un psiconauta que ha experimentado bastante con medicina ancestral desde ayahuasca, san pedro, hongos; experimentación propia con LSD, DMT. Ahora estoy en una etapa más tranquila, porque ya me he enfiestado bastante, pero tengo todo ese bagaje de haber estado en realidades alternas, de haber experimentando bastante con la nota visual bien poderosa en cuanto a fractales y colores.
JSJ: ¿Cuál crees tú que es el valor de la psicodelia, de ser un psiconauta?
Es como sintonizar las emisoras antiguas, no. Ahorita estamos sintonizados en esto; con la psicodelia sabes que te puedes sintonizar con otra realidad, es el mundo invisible que está ahí, pero tal vez no lo percibimos. Es como abrir las puertas hacia, no sé si hacia lo desconocido, pero hacia una realidad alterna, el subconsciente, un viaje hacia adentro.
JSJ: ¿Crees que de alguna manera tus cuadros son unas puertas para ver otras cosas que tal vez no se ven en el día a día?
Claro, porque tengo bastante influencia también de los surrealistas, del mundo de los sueños y plasmar cosas que no son lo que tú crees que son.