La banda quiteña lanza su primer EP, “Bong”, un canal de sonidos electrónicos que conducen hacia la puerta del universo de la Bong È Dam.
Como en todo lo que abarca la vida, cada uno tiene la libertad de interpretar el mundo abstracto de la Bong È Dam como le nazca. Los integrantes de esta banda llevan un tiempo relativamente corto consolidando este espacio singular y paralelo que contiene a su música e identidad. La premisa es que no hay muchos límites en este lugar, y la atención está puesta en las infinitas posibilidades de crear ideas y sonidos.
Allá por el 2018 se juntaron los caminos de Mateo Calle (voz principal y sinte) y José Antonio Chiriboga (teclados y sinte), los iniciadores de este proyecto. Aprovecharon su peculiar conexión musical para explorar el contraste entre lo orgánico y lo electrónico, construyendo la idea inicial de la banda. Entre tocada y tocada, se fueron uniendo los demás integrantes, estructurando una agrupación de cinco manes unidos por las ganas de crear y tripear.
Su primer EP, Bong, es sólo la primera parte de lo que ellos dicen será una trilogía musical y conceptual. Es un producto construido a base de sonidos electrónicos, frenéticos, con juegos de versos metafóricos, surreales, y dosis de las propias realidades que atraviesan a la cotidianidad de los miembros de la banda. Fue un trabajo que se realizó en plena pandemia y evolucionó, a través de la recursividad. De las adaptaciones que los músicos requirieron para sobrellevar este tiempo extraño.
En primera instancia, los planes eran grabar algo que fuera lo más orgánico posible, un producto con batas, bajo y guitarras grabadas en un estudio. La pandemia fue un factor determinante para que en el EP Bong se trabajen sonoridades más electrónicas.
“No queríamos seguir retrasando el lanzamiento de nuestro material. En la pandemia decidimos desarrollar lo que ya teníamos con los recursos que teníamos. Terminó siendo un EP con sonidos super electrónicos, cuando en una primera intención tenían que ser sonidos más orgánicos”, aclara Diego Monge, quien está en las bases, baterías, loops y segundas voces de la banda.
Algo natural que se apoyó en la circunstancia del momento
“Nuestro sonido se dio de una manera súper natural porque entre todos los integrantes tenemos como un campo neutro en cuanto a lo que escuchamos y lo que nos gusta. No fue tanto una cuestión de elegir este género sino que fue más lo que nos salió espontáneamente”, dice Pipe Roa, bajista de la banda, al hablar sobre la naturaleza fluida del sonido del EP.
Y esta fluidez se vio reforzada por el contexto de la pandemia. Tener que hacer el disco a distancia llevó a los Bong a optar por una musicalidad que facilite la grabación. Las influencias que construyeron la estética sonora de este EP fueron los propios instrumentos que cada integrante tenía en su casa. La sonoridad de sus propias herramientas.
“Yo también creo que para asimilar un poco mejor el sonido de este EP, podemos pensar en influencias como LCD Soundsystem, Gorillaz, y también en una estética medio Lo-Fi como la que tiene Cráneo o Lasser. Creo que estas referencias fueron parte influyente tanto en la conceptualidad, como en la música”, dice Esteban Dueñas, el manager del grupo.
¿Cómo la identidad de cada uno se refleja en este EP?
Hay que decir que las tres primeras rolas del EP tienen una composición distinta. Ahí, Mateo Calle fue construyendo una letra, una forma y de ahí las adaptaron a la banda. “La última canción,’ Cantón M137′, es la única que hicimos entre todos, desde cero. Creo que justamente en esa canción se puede notar con claridad la conversación entre todos los músicos mediante sus instrumentos”, añade Mateo.
La intención de la Bong siempre ha estado puesta en producir sonidos peculiares. La conceptualización parte de un universo paralelo donde vive un Dios llamado È. Esta entidad suprema es quien manda toda la información a la banda para que esta la pueda reproducir en el plano terrenal.
La historia se ve reflejada en la creación sonora y en cómo la banda va dialogando con el público. Todo es por È, y ese papel que juega la deidad es super importante para terminar de cerrar la entrada creativa que aporta cada músico.
“Nuestra influencia musical es extensa, eso permite mucho. Además todos trabajamos por un bien común. Dejamos de ser cinco individuos y todos trabajamos por una unidad que se consigue a través del sonido”, comenta Pipe.
Se podría decir, entonces, que cada uno de los integrantes aporta una pizca importante de neutralidad que se encuentra con los colores rítmicos que desde un inicio todos coincidieron en transmitir.
“No vamos a sonar siempre 100% electrónico como Bong. Queremos ir explorando con lo que cada uno de nosotros puede aportar a través de nuestras amplias influencias. Nuestra idea es siempre experimentar y encontrar el próximo sonido, y el próximo…”, afirma José.
La construcción de un concepto. ¿Qué mismo es este universo de la Bong È Dam?
El nombre surgió, en primera instancia. únicamente por una idea que haga referencia a cómo la banda estaba sonando. “Bong” y “Dam” , en un inicio, aluden a sonidos. Después, apareció la È para unir esos sonidos y crear un balance.
“Le conocí a un amigo que se llama Mario Arias. Él había dibujado a este hombre azul con una cara chiquita roja. Vimos eso con el Chiri y de una dijimos como que, wow esta tiene que ser nuestra imagen”, cuenta Mateo.
Todo lo demás se dio al buscar asociar el nombre inicial con el hombre azul: en este universo paralelo, hay una inmensidad vacía donde vive una deidad. È, el dios, se encuentra con dos anguilas, Bong y Dam —cada una con un balance y energía distinta—, y se fusiona con ellas mediante meditación. Gracias a esta unión se crea un mundo lleno de colores y sonidos, el mundo de la Bong È Dam. Y la banda es un canal, por el cual este Dios, desde allá, se comunica y contacta con nuestro mundo.
“Puedes utilizar un concepto así para apoyar cualquier tipo de idea que el oyente, que el país, el mundo, o sólo cualquier persona, necesite. Puedes interpretarlo desde cualquier tipo de ideología que quieras que transmitan estos personajes”, comenta Mateo, refiriéndose a que su concepto es muy flexible y libre a que se interprete desde donde cada quien precise.
Los miembro que se fue uniendo aportaban a la creación de este cosmos. Desde el inicio todos estuvieron interesados en la música obviamente, pero también en construir el plano conceptual indagando en su propia imaginación.
“Fuimos desarrollando la historia, conversamos mucho, uníamos ideas que se nos ocurrían buscando crear nuestra propia imagen de un mundo con un Dios. Y por ahora sólo hay estos personajes, pero queremos que aparezcan más…con nuevos sonidos y con este tema medio épico también”, concluye Mateo.
Verterse en la experimentación
Para Esteban la Bong representa esa necesidad, muy humana, de plasmar la experimentación de la mente en algo más palpable. “Como manager he visto que un factor importante del proceso creativo de la banda ha sido la experimentación y las experiencias propias de cada uno. El probar, hacer y deshacer ideas, esa libertad que a veces te dan, por ejemplo, las sustancias, en tu mente”, comenta.
Cachar la conceptualidad de la Bong È Dam para mí es como inmiscuirse en un plano de ideas que se conectan y reúnen gracias al inconsciente colectivo. Escuchar su EP es dejar a tu cabeza y corporalidad fluir en un mar de vibraciones y sensaciones que van hasta el éxtasis y que luego, repentinamente, se transportan a estados más calmos. Es como subir bien arriba y de la nada bajar bien abajo, y viceversa.
Eso es lo bacán, lo que definitivamente hace que sea un mundo sonoro interesante de tripear: el choque con lo inesperado.
Sus letras tienen distintas dinámicas, unas reflejan la cotidianidad de la banda, las realidades a las que se aproximan. Pero priman tintes más metafóricos que sólo surgen de un sentir.
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“Andrea”, por ejemplo, es la historia de una dealer que vende marihuana en Cumbayá. Todo el mundo la conoce y antes era peluquera. La historia se divide implícitamente en dos sentidos, el primero que busca plasmar el trip de la joda y cagarse de la risa que los integrantes vivían en ese momento de su vida.
Y el segundo que hace referencia a la realidad que viven algunas personas venezolanas que tienen que venir a vivir en Ecuador, y al no conseguir trabajo, se ven en la necesidad de participar también en las dinámicas del narcotráfico. Con la Bong las letras pueden derivar hacia un montón de lados.
El siguiente paso de esta trilogía
Para Bong los integrantes grabaron las partes de cada uno desde sus propios espacios íntimos y con sus propios equipos. Luego Diego Monge lo unía todo. Fue una dinámica que se estableció así por la pandemia.
Pero después de Bong tiene que venir Dam y, finalmente, el gran È… Los tres primeros materiales discográficos de la banda serán parte de una trilogía conceptual. Entonces, ¿qué podemos esperar para Dam?
“Para el próximo material planeamos irnos a un lugar, algunos días, juntarnos para componer desde cero todo, lo cual haría el proceso full diferente al de este primer EP, porque todos seríamos testigos de todo, y aportariamos en todo. También pensamos que cuando haya chance quisiéramos grabar en estudio. Pero así la dinámica va variando. Sólo son ideas, lo principal es que nos adecuamos a las posibilidades y hemos sido flexibles con las dinámicas de grabación”, cuenta Diego.
Al buscar plasmar también la energía dual de las anguilas de la historia, lo que la banda tiene pensado para Dam es un trip más hip hopero. Si este primer EP salió super rápido y electrónico (energía de Bong), entonces el contraste a eso será una sonoridad más suave (energía de Dam). Pero la única premisa es hacer un sonido diferente al del primer EP, de ahí, con los chicos de la Bong È Dam, el resto se va a dando cuando ya están juntos, orgánicamente, jugando y explorando con los sonidos.
La propuesta se extiende más allá de ser una agrupación de cinco músicos, pretende ser una comunidad de personas que colaboran de diferentes maneras. Dentro de los planes está hacer más cómics, más proyectos visuales, y aportar con cosas escritas también como literatura.
“Nos interesa no solamente entregar música, sino que sea todo un universo conceptual, y siento que en ese ámbito siempre ha sido todo súper comunitario. Nuestro plan es seguir colaborando con artistas visuales y explorar con diferentes estéticas en lo visual también”, dice Pipe.
La Bong no se preocupa por aferrarse a una identidad sonora ni visual estática. Su versatilidad, experimentación y libertad son lo que los hace una banda cague, buena onda y con un trip diferente en el medio. Cachen este EP y quédense pilas que el videoclip de “Andrea” sale pronto!