«Por pedido de la banda, el concierto se va a retrasar 15 minutos”
Lo que vino después de esos 15 minutos, sin embargo, valió toda la espera. Sin decir nada, la banda tomó el escenario, sus instrumentos y dio inicio a toda una experiencia. El trío que estaba en escena sonaba como un conjunto de por lo menos diez personas. Su sonido atmosférico llenaba todo el espacio y la voz icónica de Kazu Makino daba los acentos perfectos, como es característico de la banda. Su voz, como un instrumento, acompaña a todo el resto en vez de posicionarse siempre al centro y adelante. El show de la banda es simple, pero dominan el escenario sin necesidad de armar un «gran espectáculo». Amadeo Pace, guitarrista y vocalista, es quien aparece más expresivo de los tres, desgarrándose ante el público en cada uno de sus solos. Atrás de él, su hermano Simone hace sonar su batería como si la estuvieran tocando entre cuatro músicos.
Este fue precisamente uno de los temas que tocó Kazu en la sesión de preguntas que tuvieron antes del concierto. El uso de pads electrónicos para la batería y samplers permitían que Simone juegue mucho con ideas de percusión, haciendo que “suene como que Simone tiene ocho manos”. Entre estos samples también hay pequeñas pistas de la voz de Kazu, elementos que ayudan a crear el reverberante sonido de la banda. Un juego de voces muy parecido a lo que podrían hacer artistas como Four Tet o Nosaj Thing, a quienes la vocalista mencionó como músicos que escucha últimamente.
Aproximadamente a la mitad del concierto, la banda interactuó de verdad con el público. Por primera vez, con un simple “Gracias”, en este punto, Blonde Redhead tocó uno de los temas emblemáticos de su último álbum: “Not Getting There”. Cada elemento de la versión de estudio estaba ahí. Se demostraron las habilidades de la vocalista, tanto en el canto como en la operación de efectos, para crear el sonido especial que su voz tiene en esta canción. El público estaba verdaderamente embelesado con la actuación. Unos cuantos ya se habían levantado a bailar desde antes, pero en este punto fue cuando la vibra de la audiencia cambió y se sintió una verdadera electricidad en el aire. Tema tras tema, la gente respondía cada vez de manera más enfática. Para el momento en que llegaron al solo final de guitarra, todos estaban verdaderamente impactados. En una experiencia verdaderamente aurática, ambos guitarristas terminaron con una explosión de sonido, en la que Amedeo Pace terminó completamente desparramado en el piso, tocando unas últimas notas mientras estaba ahí…
Después de tres minutos, volvieron a subir al escenario y para el encore. Blonde Redhead se despedía con “Equus”, terminando así en un punto alto, donde todo el público cantaba “Allow me to show you the way in which I adore you!” (Acompañado de unos cuantos “¡Te amo Kazu!” De los más emocionados del público). Apenas terminó la canción, los tres integrantes desaparecieron hacia el fondo, sin decir nada. No necesitaban hacerlo, habían dicho todo con su música y excelente actuación. Cada acorde de guitarra, cada remate en la batería, cada aullido de la desgarradora voz de Kazu Makino, habían sido perfectos.
Traer a esta banda fue, sin duda, una apuesta arriesgada de la Fundación Teatro Sucre. Pero es el encuentro más cercano que Ecuador haya tenido con una banda de la escena indie internacional. Esperamos que sea uno de los hitos que ayude a posicionar a Ecuador en el mapa de performances de las bandas internacionales.
En lo personal, aún cuando en este mismo año tuve la oportunidad de ver a Foo Fighters, Arctic Monkeys y Bjork en un espacio de dos días, sostengo que este es uno de los mejores conciertos que he visto en mi vida. El hecho de que haya sido en Quito me emociona mucho por lo que se podría venir a futuro.