Texto: José Peña
Una fórmula excelente: Cuanto más logrado sea el retrato del malo, más lograda será la película
Alfred Hitchcock
Me ofrecí voluntariamente a escribir una pequeña reseña crítica acerca de la última película de Christopher Nolan, Batman: El caballero de la noche asciende. El ofrecimiento lo hice antes siquiera que la película se estrenara oficialmente en el Ecuador, y coincidencialmente un día después del estreno en EEUU donde murieron 12 personas y varias resultaron heridas. Días después vi la película y me repetí las dos anteriores; ahí fue cuando surgió el problema de escribir una pequeña (y subrayo pequeña) reseña crítica. Pese a que el film diste de ser una obra maestra, es una gran película, y como toda gran película es analizable desde una infinidad de lugares y puntos de vista, además, es la última del que para mí es uno de los más importantes y destacables realizadores de Hollywood en la actualidad, de esos que con estilo propio y mirada única logran separarse de la gran masa mercantil a la que de una u otra forma pertenecen. Personalmente encuentro más valioso un cine de autor dentro de la completa anulación de la individualidad que Hollywood y sus producciones presentan, que un cine que se llama a sí mismo de autor porque no le queda otra, por una industria inexistente o por egos demasiado altos, mucho más altos que la calidad de películas que producen.
Entonces mi dilema es, hablo de la película, hablo de los personajes, me agarro de la cita de Don Alfredo y hablo de los malos, hablo de Nolan y de su visión, o me limito a defender al cine, a decir que no se puede manchar el nombre del mismo con el acto de alguien que se le ocurrió asesinar a 12 personas, o me detengo a pensar el porqué entra y mata 12 personas en la proyección de Batman disfrazado de Bane, y no lo hace en la proyección de Madagascar disfrazado de cebra , fuera de chiste, en alguna de las películas de Saw, o de Jason el destripador, infinitamente más violentas que Batman, disfrazado del malo que ese si es bien malo.
Nolan con su particular y clara visión crea un Batman distinto a todos los que lo precedieron. He leído varias críticas y reseñas que consideran que si es distinto es porque es más humano, constantemente en conflicto, menos superhéroe (efectivamente la negación del título de héroe está presente más de una vez en las tres películas); sin embargo a mi juicio lo que lo hace distinto es que no es un Batman que funciona por si mismo, sino en oposición a su enemigo, Batman es Batman porque existe el Guasón y existe Bane, sino su sola presencia sería inútil; además tiene siempre algo de los malos, alguna similitud con ellos, un vínculo si se quiere. En la película que nos concierne este vínculo tiene mayor fuerza, basta con pensar en el hecho de que solamente el bueno y el malo de la historia son los únicos capaces de escapar de aquella prisión (asombrosamente simbólica por cierto). Podría decir entonces que para Nolan el bien y el mal son parte de la misma moneda, pero caería en un lugar común. Yo me atrevería a decir que va mas allá de la dualidad entre bien y mal como únicas posibilidades, sabiendo que si no se es malo se es bueno, con Nolan el bueno puede ser también malo y viceversa. Un espectador promedio acostumbrado (mal acostumbrado) a la dualidad rígida entre bien y mal, entrará en conflicto al ver que el malo malísimo que asesino a una gran cantidad de personas, y que inclusive puso en riesgo su seguridad de espectador, hizo todas sus maldades por amor y resulta ser finalmente un personaje noble y leal, un personaje complejo, muy bien estructurado, pero al que le toco cargar las sombra de su predecesor que puso la vara demasiado alta.
Y aquí es donde la cita de Alfred toma importancia, más logrado es el retrato del malo más lograda es la película. De Batman ya sabemos todo desde chicos, no nos sorprende, pero los malos siempre nos podrán sorprender. Nolan en esta última entrega se la juega por perturbar al espectador más de lo que el mainstream le permite, de darle al asesino completo poder, de vulnerar la seguridad del que ve; claro que al final le tiene que entregar la calma al público, gajes de presupuestos multimillonarios.
El cine es perverso por naturaleza, Nolan lo sabe, lo aprovecha, y trata de seguir manipulando a su antojo al espectador. Aunque ahora con tanta verborragia y tantos datos que se alejan de ser conocimiento, resulta cada vez mas difícil pero lo intenta, intenta sorprender a una sociedad a la que ya no le sorprende nada, y para la cual los espacios son cada vez menos sagrados.Una sociedad en la que un asesinato a sangre fría en un cine, espacio sagrado sin lugar a dudas, es un acontecimiento más, que si bien estremece a mucha gente no pasa de ser un número más del show.
Tirarle tantas flores a un director de películas llenas de efectos y amores Hollywodenses puede ser peligroso, sin embargo desde que vi Memento (2000), creo que es un autor capaz de crear su propio lenguaje, su propio cine, un autor por el cual vale la pena arriesgarse, y esperar con ansias su próxima película.