Awakkuna: El tejido que se hace fuerte

por Martín González

Un nuevo proyecto social y cultural se está tramando en las manos de un grupo de mujeres kichwa. Su misión: hilar nuevos lazos entre la ciudad y la selva.

Foto: Captura de video realizado por Alejandra Fernández

A la hora de pensar en prácticas artísticas, quizás el tejido no sea la primera que aparezca en nuestras mentes. Sin embargo, por debajo de su carácter sutil y silencioso esconde muchas fortalezas. Será por su simplicidad, o por la calma que evoca, que al pensar en él es fácil imaginar cosas hechas con minuciosidad y con cariño. Cosas que abrigan, y que por eso mismo esconden en sí una carga de significados y sensaciones que solo se transmiten al tacto. 

Tanto así, que un grupo de mujeres Kichwa del Alto Tena, apoyadas por una profesora de Ikiam y otra de la USFQ, han decidido confiar en el poder del tejido para establecer un proyecto de emprendimiento comunitario lleno de matices profundos. “Awakkuna”, que en kichwa significa «tejedoras», es el nombre que han tomado para bautizarlo. En esencia consiste en la elaboración artesanal de unos animalitos de tela; pero más allá de eso comprende una misión por establecer una red para compartir y expandir la conciencia de las comunidades amazónicas.

Monos Lanudos, tejidos por la Dra. Caroline Bacquet. Foto de Carlos Saltos.

El entramado de una comunidad

Awakkuna nació del trabajo que Caroline Bacquet —vicerrectora de Ikiam, la universidad regional amazónica— empezó con las mujeres de la comunidad Kichwa del Alto Tena para conformar un grupo de tejido con ellas. El propósito inicial fue sencillo: crear una fuente de ingresos para estas mujeres por medio de la venta de los animales. Sin embargo, a medida que empezaron a darse las reuniones de tejido, empezó también a esparcirse el potencial que ellas guardaban.

Juntarse a tejer se convirtió en una práctica social que poco a poco ha ido brindando muchas más posibilidades. Al llevar a cabo un trabajo manual en grupo, estas mujeres crean para sí mismas un espacio seguro en el cual sostenerse, acercarse y empoderarse por medio de la elaboración de sus propias herramientas de sustento. Y a la par, todo esto les sirve para reinterpretar su entorno a través de sus propias manos, reconociendo a los animales que las rodean y adquiriendo un nuevo sentido de cuidado por ellos. 

Sonia Kraemer —profesora de la USFQ— se enteró del proyecto por su conexión con Caroline y se involucró con ellas para darle empuje hacia un horizonte más amplio. Su misión desde entonces ha sido consolidar un proceso de vinculación entre las mujeres tejedoras del Alto Tena, la academia y la sociedad citadina. Para Sonia, el tejido es una actividad cargada de feminidad desde su concepción en las mitologías antiguas del mundo. Cita por ejemplo al mito de Aracne, o a las Parcas Griegas, dueñas de los hilos del destino. Al pensar en ello, vio en la práctica de estas mujeres una contundencia simbólica importante, que la motivó para hacer que creciera en todos los sentidos.

Foto: Captura de video realizado por Alejandra Fernández

“Yo creo que lograr hacer una actividad comunitaria, en grupo, es una oportunidad de conocerse y de generar lazos (…) Cuando estas personas empiezan a conversar, empiezan a darse cuenta de que no están solas, a darse cuenta de que tienen un cierto poder, que tienen una voz y la idea es recuperar esa voz”, afirma convencida. Para ella, el alcance que puede tener el proyecto es enorme. Y a la vez, sabe que todo parte desde lo más elemental: las manos de las mujeres. En su movimiento se urde el poder de recrear su propia realidad.

“El tejer es también estar totalmente integrado. Es un proceso de Mindfulness, es un proceso de plena conciencia. Más allá de que sea una artesanía, es un proceso creativo valioso y que también otras personas lo pueden valorar. Entonces yo creo que eso genera autoestima”, explica. “Cuando de repente te das cuenta de tu valor, te das cuenta de la comunidad, te das cuenta del otro, miras al otro, todo ese tejido social empieza a cuajar y empiezan a surgir cosas interesantes”.

Canto Auténtico

Para cumplir con su misión el rol de Sonia ha consistido en complementar la formación de las tejedoras con talleres en otras actividades que les brinden  más herramientas para ampliar su pensamiento, sus habilidades y su conciencia. En otras palabras, entretejer muchas fuentes de conocimiento con la esencia del grupo. En ese contexto, invitó a Grecia Albán a participar del proceso como facilitadora de uno de sus talleres de “Canto Auténtico” para las mujeres del Tena y algunas otras personas.

“Para nosotras ha sido muy bueno porque nos ha hecho reflexionar. El tema del canto ha sido encontrarnos con nosotras mismas, qué fortalezas y qué debilidades tenemos”, afirmaba durante los talleres Gladys Grefa, una de las mujeres del Tena. No es casual esta afirmación, dado que el trabajo de Grecia se enfoca mucho en desarrollar el canto como una fuerza que nos brota por naturaleza, emocional y físicamente. Es por eso que su práctica encajó de forma muy especial dentro del proceso de Awakkuna.

“El canto auténtico en realidad es un taller que busca acercar a las personas a las prácticas de canto desde una perspectiva del juego, desde una perspectiva natural, desde una perspectiva del compartir y no de competir”, afirmaba la cantautora en su rol de tallerista. “Me parece que es muy importante que se generen encuentros, no solo en la ciudad sino también en el campo. Creo que es importante tanto para el mundo indígena como para el mundo mestizo involucrarse en procesos de transformación juntos”. 

En el encuentro de estas mujeres -las tejedoras y la cantante- y su puesta en movimiento a través del aprendizaje, se hizo evidente una vez más que el poder de las transformaciones está en lo elemental. Esto fue expresado literalmente en la práctica de Grecia, quien tomó como referencia a los cuatro elementos (aire, agua, tierra y fuego) para dar forma a los ejercicios vocales y corporales de la clase. 

El resultado fue una liberación de energía en la que, según Sonia, todxs lxs participantes regresaron a su niñez, jugando a reconocerse a través de la voz.

Foto: Captura de video realizado por Andrés Puente

En manos de las mujeres del Alto Tena, el tejido ha significado la posibilidad de reencontrarse con su entorno y su valor, reencontrarse consigo mismas y entre ellas. También ha sido la posibilidad de crear su propio medio de empoderamiento, ayudadas por la gestión de otras mujeres notables como la Dra. Bacquet, como Sonia y como Grecia. 

Todas ellas han tejido sus habilidades y sus sensibilidades en conjunto para darle vida a este proyecto, amplificando el sentido del tejido mucho más allá del trabajo manual. En sus manos, el tejido ha pasado a significar también comunidad, unión, conexión de ideas, emociones, personas y realidades. 

Awakkuna es la posibilidad de acercar el mundo de la ciudad al de la selva, y viceversa. La posibilidad de mostrarnos cómo la conformación de una comunidad, desde lo más simple, puede ayudarnos a cuestionar a nuestra sociedad y lo mucho que podríamos hacer por reparar nuestros propios tejidos.

Tapir de Montaña tejido por Caroline Bacquet. Foto de Carlos Saltos

El proyecto recién está empezando su proceso. Todavía queda mucho por trabajar entre las mujeres del Tena, vinculándolas más activamente con otros sectores de la sociedad y su comunidad. Sonia afirma que buscan recopilar todos sus testimonios y hacer un registro minucioso del trabajo para conformar un libro-objeto con todo ello, eventualmente.

Si te interesa conseguir los animalitos, puedes visitar la página del emprendimiento de las mujeres AQUÍ. Y si te interesa vincularte al proyecto para dar algún tipo de capacitación artística, puedes contactarte con nosotros AQUÍ.

Únete a la conversación

Tal vez te interese

Add Comment