Avenida Q: la magia de la duplicidad

por Radio COCOA

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Las marionetas no se personifican en sí mismas. La relación entre los títeres y los humanos es indispensable para poder entender la dinámica de Avenida Q. Los muñecos, con apariencia dulce, tratan temas realistas como sexo, drogas, porno, relaciones interpersonales y  racismo. Los personajes buscan entender su propósito en la vida.

Este musical nació en Broadway, en 2003. Está cargado de ironía y sarcasmo… incluye la presencia de títeres (parecidos a los de Plaza Sésamo), para hacer una crítica total al sistema y sus desigualdades. ¿Qué es el éxito? ¿Eso que ‘los perdedores’ no pueden lograr? La producción se clasifica a sí misma como una obra con contenido ‘educativo’, que ha dado la vuelta al mundo. En la web se pueden encontrar reseñas sobre la obra y comentarios del público que, en su mayoría, son buenos. Se resalta la risa y la analogía entre las marionetas y los actores. La puesta en escena es tan importante como los diálogos y la interacción con el público.

Avenida Q llegó a Ecuador para tratar temas que identifiquen al público. Coleman se alegra de que Nicholas tenga que vivir en la calle, porque eso significa que él se encuentra en mejor posición que el otro. La tensión entre los personajes, la ironía de sus diálogos y la referencia a lo que sucede en un Quito globalizado hace que los presentes se rían. Es una risa irónica, tomando en cuenta que se sabe que sus referencias son reales. Las marionetas y sus manipuladores trabajan con el público, se relacionan con ellos y les cuentan sobre sus mismos problemas. Por eso la ironía de Avenida Q tiene buena acogida, porque se refiere a lo que cada uno siente y vive dentro de la ciudad. ¿Dónde están los exitosos? No en Avenida Q, ¿o sí?.

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Duplicidad: la complicidad entre actores y marionetas

En Avenida Q, la construcción de cada personaje se da en la interacción del actor y la marioneta. Sorprende ver cómo el artista presta sus ojos, sus manos, su voz y sus intensiones a un personaje que, a la vez, está representado por el títere. La compenetración entre el muñeco y su manipulador es perfecta. Cada mirada, cada gesto, cada movimiento de cabeza y cada vocalización están sincronizadas de tal manera que se logra ver a un solo ser a través de varias presencias en escena.

La técnica artística que permite crear esta especie de criaturas de dos o tres cabezas, se llama “duplicidad”. Daniel Alcoleas, director de títeres de esta producción, explica que “generalmente en un espectáculo donde se utilizan títeres, y la manipulación de ellos se hace a la vista, el manipulador tiende a neutralizarse para que sea el títere el único que transmita al público”. En Avenida Q, el manipulador se mantiene como actor, como cantante y bailarín. Tiene presencia y relevancia expresiva durante el desarrollo de la historia. “Se está logrando esta duplicidad de la acción que, enviada como símbolo y signo al público, genera un resultado muy interesante”, comenta Daniel.

¿Cómo se generó la relación entre el títere y el actor?

Lo primero que hicimos, a principios de febrero, fue un taller intensivo con los actores para que tuvieran un acercamiento con los títeres. Fueron varios días de trabajo muy duro. El primer paso consistió en que el actor conozca la herramienta, pueda manejarla y manipularla. A partir de eso, se pudo empezar la creación del personaje.

¿Cuáles fueron los principales retos del trabajo con las marionetas?

Para mí fue muy complicado. Yo he sido titiritero durante treinta años y pico, y fue muy difícil descubrir cómo llegar a la duplicidad. La mayor dificultad fue romper con el miedo a encontrarse con una herramienta desconocida. Todos los miembros del elenco actúan, bailan y cantan, pero el hecho de tener que darle vida a este objeto genera conflicto. Romper ese bloqueo, ese temor, fue el mayor reto…Además, no todos los títeres son iguales en su mecanismo de manipulación. Hay algunos que tienen una varilla, otros tienen dos, otros no tienen varilla. Hay títeres que son manejados por dos manipuladores, en ese caso tuvimos que trabajar con ellos como armando una coreografía. Los tres que están en escena, dos manipuladores y el títere, son un solo personaje. Tuvo que lograrse ese efecto y creo que lo hemos conseguido.

¿Cuál es la respuesta del público ante esta propuesta escénica?

En principio se genera confusión hasta que se logra aceptar el código. No es lo que estamos habituados a ver. Creo que ese rompimiento de lo cotidiano genera alguna duda al principio pero también crea un tipo de tensión diferente. Hay una competencia entre el actor y el títere que provoca en el público un proceso de atención, de poder vivenciar de manera más intensa el mensaje que estamos enviando.

 

Además de la coordinación y el talento necesario para la duplicidad, la naturaleza de esta producción requiere de un elenco capaz de transmitir a través de la actuación, el baile y el canto. Los artistas que se han embarcado en este aprendizaje y experiencia artística son Pamela Cortés, Francisco Arias, Mariela Nazareno, Ernesto Haensel, Paula Herrera, Aurora Feliú y Alex Cisneros.  El accionar de estos artistas en escena cuenta con la dirección de Carlos González. Este equipo humano funciona como un reloj, capaz de sincronizar los movimientos, las intenciones y las expresiones artísticas que se conjugan en este musical.

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