Con sus propias palabras, Juana Guarderas recorre la historia de El Patio de Comedias, un espacio muy importante para ella y para Quito.
Después de una mágica niñez en el campo, mi familia se mudó a la capital. Fuimos a vivir en una antigua casona, en la calle 18 de Septiembre. En la parte de atrás de la casa había una antigua bodega, que, decían, décadas atrás, había servido para almacenar productos agrícolas. Yo tendría unos 13 años, y recuerdo que mi tatita, Raúl Guarderas, miraba inquieto el espacio de dicha bodega acariciándose la barba, y de pronto dijo: “Aquí sería genial construir un teatro”. En cuestión de minutos, mi mamá, María del Carmen Albuja, levantaba el teléfono diciendo: “¡Aló, ingeniero, necesito que venga a tomar unas medidas para construir una sala de teatro!” Tengo tantas imágenes y recuerdos que me vienen.
Mientras mis padres soñaban y planificaban un teatro empezaron a desfilar por el viejo comedor de la casona una cantidad de personajes. La mayoría de ellos, actores que habían sido parte del Teatro Independiente y que, algunos años atrás, se habían dejado seducir por el teatro y habían puesto en escena obras de Francisco Tobar García —quien se encontraba auto-exiliado en España—.
Recuerdo las largas, intelectuales y divertidas tertulias. La gente tomándose un cafecito con piquete antes de empezar cualquier lectura de textos o ensayos. Entre los que participaban de las veladas teatrales estaban Guillermo Espinosa, Rosario Mera, Mariana Acosta, Miguel Ordoñez, Carlos Serrano, Paca Reyes, Martha Silva y Fanny Lucio. Todos ellos, junto a mis padres, Raúl Guarderas y María del Carmen Albuja, eran dirigidos por Guillermo Tobar.
La primera obra que se pondría en escena era En los ojos vacíos de la gente, de Francisco Tobar García, hermoso texto teatral que narraba la historia de una poetisa incomprendida. Una tragedia muy similar a la de Dolores Veintimilla de Galindo. Como aún no estaba construido el teatro, los ensayos eran en la sala de la casa. En cuestión de meses la obra iba tomando forma. Mi madre era, a más de actriz, productora y promotora.
Pero en la vieja casona no sólo se hacían ensayos de teatro. Era un verdadero centro cultural. En la buhardilla, mi madre organizaba seminarios de literatura, filosofía e historia del arte, dirigidos a mujeres. Mi papá comenzaba a involucrarse en producciones audiovisuales que tenían como locación la casa. Era una casa de puertas abiertas. Y era literal. Una de las ventanas de la puerta de la cocina permanecía sin vidrio para que cualquiera metiera la mano y abra la puerta.
La familia más loca y el origen del Patio de Comedias
Hay tantas anécdotas que se podrían contar de esa época, pero recuerdo una en particular que además nos otorgó el título de: “La Familia más loca de Quito”, en un artículo de una Revista Vistazo. En una oportunidad, un amigo costeño de mis papás llegó de huésped a nuestra casa. Se dirigió a la dirección correcta. La puerta principal estaba abierta de par en par, pues entraban y salían muchas personas.
Entró sin problema y constató que en el primer piso se grababa el piloto de un programa de música folklórica. En el segundo piso los actores de En los ojos vacíos de la gente se preparaban con maquillaje y vestuarios para una sesión de fotos. Y en la buhardilla 50 señoras analizaban el Lazarillo de Tormes. El caballero costeño, confundido, sin lograr encontrar a mi papá, salió despavorido pensando que se había equivocado de dirección. Y se cayó, como personaje de Condorito, cuando mi papá le ratifico que esa misma casa de locos sería la que le brindaría hospedaje esa noche.
Volviendo al teatro, una vez que la obra En los ojos vacíos de la gente estuvo lista para estrenarse, hubo una pequeña gira y se presentó en Guayaquil, Cuenca y Ambato. Mientras tanto, el Patio de Comedias había avanzado su construcción. Estaba listo para ser estrenado con la obra de Francisco Tobar. Pero, lastimosamente, Rosario Mera, la actriz protagonista de la obra, murió en un accidente automovilístico. Esta tragedia golpeó intensamente a todo el grupo.
Se paralizaron las actividades. El teatro no logró abrir sus puertas. Recuerdo que mi hermana Marisol Guarderas acababa de ingresar a la universidad y era también una apasionada por el teatro. Ella fue quien insistió a mis padres acerca de la importancia de retomar el sueño de abrir el teatro. Decidieron poner en escena otra obra. Después de unos meses de intenso trabajo, por fin el Teatro Patio de Comedias abrió sus puertas, en mayo de 1980, con la obra Representando a Karim, de Arieh Chen, con la actuación de Mariana Acosta y Miguel Ordoñez y la dirección de Guillermo Tobar.
Una vez abierto el Teatro Patio de Comedias, María del Carmen Albuja fue quien se encargó de programar la sala y producir propuestas escénicas, en las que Raúl Guarderas estuvo como actor o director. En los primeros años del Patio de Comedias se destacaron obras como Querido Mentiroso, de Jerome Kilty, Señorita Julia,de Strindberg, Retablo Jovial de Alejandro Casona, El canto del cisne, de Anton Chéjov, Receta para Viajar, de Francisco Aguirre Guarderas, Anillos para una dama, de Alejandro Casona, y una nueva versión de En los ojos vacíos de la gente, de Francisco Tobar García. Se presentaron también obras de grupos nacionales e internacionales.
De esos primeros años cabe destacar algunos nombres de personas que fueron determinantes como directores, directoras, actores o actrices: Noemí Albuja, Carlos Izurieta, Gabriela Burneo, Tamara Klabulova, Maricruz Bustamante, Víctor Carvajal, Pepe Rosales, Carlos Freile, Christian Munchmeyer, Ana Rosenfeld, Jaime Bonelli, María Beatriz Vergara y Martha Ormaza, entre otros. Al igual que para María Beatriz y Martha, esas primeras experiencias sobre el escenario marcaron nuestras vidas e hicieron que permanezcamos en el teatro “para siempre”.
En 1990, mi madre me pasó la posta de la administración de la sala. Y mi primer objetivo fue tener una programación continua todas las semanas, de jueves a domingo en un inicio. Ese año festejamos los 10 años del Patio de Comedias. Se puso en escena para celebrar ese aniversario la obra Spaguettis, una versión de Representando a Karim, la misma obra con la que el Teatro Patio de Comedias abrió sus puertas. Spaguettis contó con la actuación de Cristina Rodas y Juan Carlos Terán.
Para entonces, algunas personas nos juntábamos alrededor de la dramaturgia de Luis Miguel Campos. Ese año 1990 ya empezamos a ensayar su obra La Marujita se ha muerto con leucemia, con la dirección de Guido Navarro y la actuación de Martha Ormaza, Maricela Valverde y yo. En noviembre de 1990 se estrenó la obra. En enero de 1991 se juntó Elena Torres. No podíamos imaginar que, con el tiempo, la obra superaría las 2500 presentaciones.
Otras obras
Además de esa, en la década de los 1990 a los 2000 se destacan varias producciones realizadas y presentadas en el Patio de Comedias: Dios, de Woody Allen, Diario íntimo de una adolescente, de Raymond Queneau, Las Marujas entre Tereques, de Creación Colectiva, La Mierda, de Luis Miguel Campos, Kito kon k, de Peky Andino, El secreto de la azucena, de Luis Miguel Campos, entre otras.
En la década de 2001 a 2010 cabe resaltar a obras como El Eterno Femenino, de Rosario Castellanos, Esperando al Coyot, de Juan Andrade, Receta para viajar,de Franciscco Aguirre Guarderas, Los Monólogos de la Vagina, de Eve Ensler, Las Marujas qué viejas para verdes, de Creación Colectiva, y Tetragrama, de Luis Miguel Campos.
Y las cosas no paran. Del 2011 hasta este momento se han presentado temporadas de obras realizadas con otros colectivos: La casa de Bernarda Alba,de Federico García Lorca, La Lisistrata, de Aristófanes. En 2013 se estrena La Venadita, un poema a la memoria, de Susana Pautasso. En esta década aparece el género del stand up comedy con mucha fuerza con producciones de Jaime Andrés López, Monserrath Astudillo y Ave Jaramillo.
Los nuevos tiempos
En 2014 el Patio de Comedias se amplía con un escenario más. Frente a la alta demanda por parte de la comunidad escénica y del público, se crea La Creperola del Teatro, un espacio para café teatro y café concert donde también se programan continuamente actividades de artes escénicas. En estos años también se presentan varias de las creaciones realizadas por Las Marujas: Las Marujas Navideñas, Las Marujas entre memorias y efemérides y Las Marujas entre violetas y braguetas. Esta última se encuentra actualmente en temporada en La Creperola del Teatro, dentro del marco de la conmemoración de los 40 años.
El Patio de Comedias ha consolidado en los últimos 20 años un espacio para el teatro infantil con obras para niños todos los sábados y domingos a las 11:30 horas. Así también desde el 2008 se establece la programación de los Miércoles Alternos que en un inicio fue creado como escenario para grupos de música joven y que luego se amplió a incluir propuestas escénicas experimentales y de grupos nuevos.
El Patio de Comedias ha tenido cercanía con el mundo del rock ecuatoriano. De hecho, su espacio estuvo abierto como lugar de ensayo del reconocido grupo Sal y Mileto durante algunos períodos.
Así también nuestro espacio ha impartido talleres de formación de actores y además ha sido escenario de extensiones de festivales internacionales como el Festival Internacional de Teatro de Manta y el Festival Escenarios del mundo de Cuenca.
En el mes de Marzo 2020 se pondrá en escena dentro de estos eventos conmemorativos una temporada de la obra La Venadita un poema a la memoria. Y se estrenará como la primera obra de teatro con accesibilidad universal. Contará con medidas de apoyo para que personas con discapacidad auditiva, discapacidad visual y cognitiva puedan acceder a la obra en igualdad de condiciones que el público regular.
El Patio de Comedias ha sido mi trinchera, un oasis de arte en medio del cemento, mi espacio de “resistencia”, en el que, junto a otros artistas y con la complicidad del público, hemos seguido soñando e inventando.